¿Otro libro sobre Elena Garro? La pregunta se vuelve inevitable ante la gran cantidad de títulos dedicados a la vida y obra de la autora de Los recuerdos del porvenir en los últimos años, entre ellos algunos alejados de la historia y la crítica para incurrir en la hagiografía, con ella como víctima de la intolerancia y el machismo de su malvado esposo Octavio Paz.
En La reina de espadas (Lumen, 2024), Jazmina Barrera no oculta su admiración por la temperamental escritora poblana, tampoco las contradicciones, errores y veleidades que durante tanto tiempo la marginaron de la vida literaria a pesar de su enorme talento. “Aquí —se lee en la contraportada del libro— no hay certezas ni juicios; lo que hay es el vaivén de una personalidad camaleónica, mirada por los ojos apasionados de una investigadora que se transforma conforme avanzan sus pesquisas”.
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Con base en una amplia bibliografía y a sus indagaciones en los Elena Garro Papers en la Universidad de Princeton, Barrera dibuja un retrato coral en el que participan la propia Elena Garro, Octavio Paz, Helena Paz Garro, siempre cercana a su madre y pertinaz detractora de su padre; en el que se escuchan también las voces de Adolfo Bioy Casares, José Bianco, Archibaldo Burns, Emmanuel Carballo, Vilma Fuentes y tantos personajes más a través de cartas, diarios y otros documentos conservados en la biblioteca Firestone de Princeton, en en las páginas de los volúmenes consultados por Barrera, entre los que sobresalen las novelas, los relatos y las obras de teatro de Garro.
La reina de espadas recorre la vida de Elena Garro, pero no es una biografía sino una serie de fragmentos, de apuntes siempre pertinentes sobre una escritora de la que se ha escrito mucho sin terminar de develar sus misterios. Aquí están el azar de su nacimiento en la ciudad de Puebla, su gusto por el baile y el teatro, su conflictivo noviazgo con un celoso y regañón Octavio Paz, con quien se casó el 25 de mayo de 1937 y con el que ese mismo año viajó a España para asistir al II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura. Están las desavenencias entre ellos, sus rupturas y reconciliaciones, los malentendidos transformados en chismes, los amantes de Elena, las amantes de Octavio, el tabaquismo incurable de Garro, la vanidad sin límites de Paz. La admiración de Elena por Carlos Madrazo y el drama mexicano de 1968, que a ella le costó la condena de sus pares y el prolongado exilio por varios países, su pobreza radical y el derroche insensato cuando disponía de dinero, su ingratitud con algunos de sus benefactores (José María Fernández Unsaín, por ejemplo) y al mismo tiempo su generosidad y solidaridad con los campesinos, sus delirios y, sobre todo, sus libros que desde Los recuerdos del porvenir, cuya publicación Paz apoyó decididamente, fueron edificando una obra prodigiosa que cada vez conquista nuevas y jóvenes audiencias. Una obra —escribe Jazmina Barrera en La reina de espadas— que “puede leerse como un tratado sobre el tiempo y la memoria”. El tiempo y la memoria de Elena Garro.
AQ