Palabras para ‘Angostura’

Literatura

Este texto fue leído en la ciudad de Caracas durante la presentación del más reciente libro de Mariana Bernárdez, publicado por el Fondo Editorial Estado de México, que es una defensa y celebración de la lectura.

Portada de 'Angostura, en defensa del leer', de Mariana Bernárdez.
Edda Armas
Ciudad de México /

Lo primero que deseo realzar es la poderosa capacidad del libro siempre enigma, a decir de la afirmación de Nuno Júdice que la autora da por epígrafe: “Nadie sabe lo que hay en ese libro; qué oscuras frases lo llenan de inquietud; ni qué luminosas conclusiones lo libran de la sombra”. Creo que es en ese territorio inquieto tan prometedor donde ancla el poder de este libro, con el latir de un corazón vibrante. Pues a sabiendas, de que cada libro supone siempre una aventura inédita, que busca encender farolas en un tema que nos apasiona, atravesando tinieblas en la metáfora de un viaje que suele tener un punto de partida identificable en contraste con la oferta de inverosímiles puntos de arribo, fue como la autora asumió con gran mística el viaje introspectivo que subyace a su escritura.

Al libro lo antecede una idea, un sueño-semilla, una línea de pensamiento haciéndose tornado espiral dentro de la cabeza del escritor. En este clima de fertilidad me resultó fácil visualizar a la poeta soltando la frase: “Dibujar-escribir-deletrear- y la mano ensaya…” apropiándose del instrumento caprichoso de la pluma para apuntar ideas que se hicieron raíces en las páginas iniciales, bajo el sugestivo y un tanto misterioso título de “Angostura”, asumida la convicción de que “Estrenamos el mundo leyendo”, brincando la simbólica imagen de que “ella creció entre libros” y encendida la luz de que “Leer es un gozo y conocer una alegría”.

Nuestra admirada maestra de esencialidades, Susan Sontag, precisa que “Toda biblioteca personal es un ‘archivo de deseo’”, afirmación tan certera como preciosa, que siento oportuna al bautizar un libro que da justamente cuenta del “archivo de deseo” de una poeta- ensayista, que también académica acuciosa —que lo interroga todo— con su minucioso mirar, como Mariana Bernárdez sabemos que lo hace. Por ello, valoro que exista este curioso libro en su extensa bibliografía. Un libro que considero cercano al formato de un dietario donde se apunta, evoca, interroga, hace memoria y asocia en una doble dirección, a fin de retroalimentar el Ser lectora y al Ser escritora. Diario, que es biografía íntima y registro exhaustivo, de un periplo de lecturas en el que se cumple el ritual de “Leer para aprender a leer, para construir la vida, acelerar el pulso, leer la nube…”.

Y les comento, que a medida que avanzaba en la lectura del libro de Mariana, apreciaba en la densidad evocativa y reflexiva de sus páginas la importancia de que, ella, precisamente la poeta de las precisiones, la lectora infatigable, la académica y ensayista comprometida con los otros, se haya permitido encontrar las horas para escribir un libro de esta naturaleza; que lograra la respiración reposada que transfiere y texturiza a su escritura. Que además utilizara una lupa de fino diamante para escudriñar en su memoria y revivir lo que el deseo hincaba en ella con intensidad durante su memoria de lecturas, disparando memorables enlaces con aquello que dejo una marca indeleble en su Ser. Mariana enlaza emociones en su narrar que rápida y sensiblemente hacemos nuestras, encaminándonos a hundir nuestras pupilas en el vértigo de las páginas de este libro que expande el alma a quien le lea.

Ocurrido así, Mariana comparte en Angostura… pistas, anécdotas, estados de inflexión y narrativas de la escritura desde la pulsión de la pasión lectora, bajo la premisa afirmativa de “cómo aprender a leer tenía que ver con la vida”, entendida “la lectura como una experiencia vital, algo sin remedio”, como allí lo testimonia. Y justamente, al preguntarle sobre el origen de este libro, ella me refirió que “todo comenzó con una conferencia y luego con un primer apartado sobre la negatividad del lenguaje, que se volvió luego un tema de cómo la memoria asociativa configura tu historia personal”. Por ello, una vez más me place afirmar que solo quien ama los libros y reconoce a la lectura como un placer sin límites es capaz de escribir un libro como Angostura… Un libro, que por el compendio de frases memorables que contiene, producto de la profunda reflexión sobre las virtudes de leer, te eleva y suspende con una muy particular forma de ponerte a viajar, al que sentimos un auténtico Atlas poético.

La visión fina decanta. Hurgar en la memoria forjó la biografía de un viaje y registro de lecturas donde se borda y des-borda, casi con delirio, con apasionada lucidez en la reflexión. Viaje hacia el interior de las palabras, siendo río de sonoridades, temblor de los silencios, incisiones de la grafía en el lienzo que es la página blanca, con el imaginario desbordante, indetenible para lograr un libro inclasificable. Viaje iniciado en el primer roce de un objeto llamado libro, cuando aún no sabía anudar las trenzas de sus zapatos la autora, sin sospechar el valor definitivo que tomarían ellos y el acto de leer para su vida.

La belleza poética del lenguaje personalísimo en que fueron escritas las más de cien páginas de Angostura, en defensa del leer atrapa a modo de tensada red, con profusión de sentimientos, conjeturas y conclusiones que reveladoramente se van desplegando, a modo de inventario de momentos cardinales de una experiencia lectora de alta frecuencia que allí nos es revelada, nombrando algunos de sus libros capitales: Las mil y una noches, El Quijote, Moby Dick, La isla del tesoro, Cantar de los cantares, Altazor y Elegías del Duino; autores que de alguna forma la estimulan, dejando sus huellas: Alfonzo Quijano, Cervantes, Margarita Duras, Edmond Jabés, Tomás León, J. L. Borges, Huidobro, Melville, Bradbury, Dumas, César Vallejo, Ramón Xirau, san Juan, sor Juana, Novalis, Rilke y Clara Janés, entre otros; así como personajes inolvidables, historias conmovedoras, un complejo y rico mundo de influencias, ratificándose que un libro es la fortuna del encuentro.

Otro aspecto que deseo destacar es el haberlo concebido —editorialmente hablando— como un libro ilustrado. Así lo valoro, desde la admiración del trabajo de gran impacto visual, delicado y a la vez potente, realizado por las dos creadoras-autoras de sus ilustraciones: Irma Bastida Herrera y Rocío Solís Cuevas. Ilustraciones que resultan un aporte singular, por su combinación lúdica y dialogante con los textos, en las que se hilan otros enigmas y tensiones de fondo, irguiendo texturas y sentires a modo de claraboyas que disparan la imaginación, lo que en definitiva es otro acierto. Uno que hace aún más entrañable el recorrido por sus profusas páginas, apreciadas éstas como un doble espacio del poetizar, donde se amplían los espacios del decir, con la libertad interpretativa que con maestría allí se expresa para el goce del lector.

Queda manifiesta y bellamente dicho y demostrado en el corpus sensible de este volumen que “El Libro es maravilla de maravillas”, que “cuando se lee no es posible darle la bienvenida a la barbarie”, dejándonos estremecidos de tanta resonancia y venosamente creyentes de que Angostura, en defensa del leer es un libro que despliega nervaduras entre las cuales ciertamente sus lectores hallamos refugio.

Caracas, 30 de noviembre de 2021

AQ

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