'Welcome to Acapulco': un mujerujo en apuros

Cine

En la película dirigida por Guillermo Iván, Ana Serradilla interpreta a una espía "buena para los golpes que tiene poco de femenino", apunta Fernando Zamora.

Ana Serradilla interpreta a Adriana Vazquez en 'Welcome to Acapulco'. (Foto: Open Frames)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Resulta lógico que la primera coproducción entre México, Estados Unidos y Bulgaria llame la atención. El paquete. Welcome to Acapulco es esta película que busca entre otras cosas mejorar la imagen de Acapulco, tan manchada por la violencia del narco. En El paquete... se enfrentan histriónicamente Ana Serradilla y Michael Kingsbaker y, sin embargo, son tantos los fallos de éste último que uno termina por desear que nunca hubiese dejado de ser doble de acción como lo fue en Batman. El Caballero de la Noche asciende en 2012.

Kingsbaker interpreta a Mathew Booth, creador de juegos de video que cree que viaja a Nuevo México pero cae en Acapulco. Aquí comienza a ser perseguido por una razón que desconoce. Serradilla cae muy bien; también que los corruptos sean estadunidenses y no, como siempre, mexicanos. Hasta la policía nacional sale bien parada y la sinopsis no es mala. ¿Qué fue lo que sucedió que el resultado es tan malo? Faltó afinar el guion y el director se equivocó tratando de poner a Michael Kingsbaker como contraparte actoral de Ana Serradilla.

Con respecto al guion, la idea era crear una heroína acorde con los tiempos que corren. El problema es que al tratar de hacer una espía buena para los golpes terminaron por darle vuelta a la corrección política y produjeron a un personaje que tiene poco de femenino. Serradilla es aquí una suerte de James Bond que tiene que salvar al nerd tontico del mismo modo que en las películas cincuenteras el espía machorrón tenía que salvar a la heroína en apuros para ganar un beso final. No es mala idea si uno lo piensa bien: hacer a un agente secreto mujer y hacer que pueda moler a patadas a un gañán y defender a un hombre, pero cuidado porque por ese camino se termina por caer en el mismo cliché del que supuestamente se estaba escapando. Y aun así, Serradilla sale adelante; consigue que su personaje sea simpático, pero lo dicho: Kingsbaker es insoportable por las mismas razones por las que caía mal que las mujeres fuesen en el cine las tontas frágiles. La idea de producir una película en la que es ella la que salva a él es magnífica. El problema es que él, más que necesitado de protección, es un imbécil que, además, narra la película en primera persona espetando al público toda clase de opiniones insensatas. La cosa llega al extremo de que es evidente en la pantalla que Serradilla no soporta al actor del que se supone que tiene que enamorarse.

En todo caso, el camino para reeducar a la humanidad como pretenden los medios actuales no creo que pase por producir personajes masculinos completamente inútiles y antipáticos. No basta con invertir los roles para tener un mundo mejor que es lo que, se supone, quiere la corrección feminista. Si antes se retrataba al macho como protector y a la mujer como frágil y tontica, la cosa no se soluciona intercambiando exactamente los papeles. Los guionistas y el director debieron seguir el instinto de Serradilla, quien busca por todas partes sacar a flote a este personaje entrón y, por desgracia, medio macho. Porque eso es esta espía: un macho de los de antes. Muy distinto hubiera sido que Guillermo Iván, el director, hubiese conseguido filmar la historia de una espía tan intrigante como Jason Bourne y tan encantadora como James Bond, evadiendo por completo los clichés de lo que ha significado hasta ahora ser hombre o mujer. Pero no, el tipo en apuros sólo termina por ser aquello que, con toda incorrección política, María Félix llamaba un mujerujo.

RP/ÁSS

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