Paralelismo: Kingsley Amis (1922–1995). Con su primera novela, Lucky Jim, gana el Premio Somerset Maugham, otorgado por la Sociedad de Autores británica, que establece que el estipendio, algo así como 12 mil libras esterlinas, debe gastarse en viajes fuera del país. Su hijo Martin (1949–2023) obtiene el mismo galardón con El libro de Rachel, su debut en la novela. Aunque los Amis tenían distintas edades y estilos de vida al conseguir el Maugham, Kingsley abominaba salir del Reino Unido mientras que Martin siempre prefirió el otro continente. Sin embargo, coincidieron al morir. Habían cumplido 73.
Paralelismo: el mejor amigo e interlocutor de Martin, Christopher Hitchens (autor de Dios no es bueno y El juicio a Henry Kissinger, entre otros títulos) muere de cáncer de esófago en 2011. Martin se extinguió del mismo mal.
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El segundo Amis no pasó de largo las analogías. Las menciona en Experiencia como nota biográfica o bufonada del azar. Pero como escritor hijo de escritor, es sintomático que en esa fascinante autobiografía, la comprensión más profunda de su padre no provenga de la intimidad vivida sino de la lectura. Las Memoirs y Letters de Kingsley son parte medular del híbrido de reminiscencia, ensayo, testimonio y ajuste de cuentas que Martin hizo consigo mismo, un examen de conciencia que vuelve a palpitar en Koba el Temible, y se repite del todo en Desde dentro.
Los tormentos de Martin tenían muchas raíces. La ruda relación con Kingsley, cuya fama y amistades no fueron un peldaño en su carrera sino un obstáculo que el propio Martin se autoimpuso. Tuvo apoyos, sí, digamos del poeta Phillip Larkin, colega entrañable de Kingsley, cuyo aprecio por el dinero rondaba la avaricia. Larkin le inspiró las aventuras de John Self, el personaje de su novela Money, aunque aquello fue un homenaje y no una sátira, pues entre ellos germinó un afecto colosal. Otros de sus pesares fueron la desaparición de su prima Lucy Partington en diciembre de 1973, que dos décadas después sería identificada entre las víctimas de Frederick West, el asesino serial de Gloucester (Martin exorcizó esa pena en Niños muertos), y el sino trágico de su hermana Sally, consumida a los 46 por el alcohol, la promiscuidad y la indigencia en el 2000, aflicción que conjuró en La viuda embarazada.
Paralelismo: en una de sus conversaciones, Kingsley aseveró que “la vida sin una mujer no es más que media vida” (la ruptura con su segunda esposa, Elizabeth Jane Howard, lo acababa de aterrizar en la vejez), y Martin apunta en Experiencia: “Stanley and the Women (1984). Cuando comprobé la fecha, me sorprendió un tanto ver que la novela estaba dedicada a mi madre (A Hilly). Mi novela Dinero, dedicada a mi mujer, salió aquel mismo año”.
En La flecha del tiempo (1991), el protagonista Tod T. Friendly, que es uno y otro a la vez, comenta: “Me he tranquilizado bastante. Ahora solo estoy alegremente satisfecho de mí mismo. Esto es amor. Esto es vida. La costumbre, el hábito; al final resulta que es de lo más sencillo. La vida y el amor van de la mano. Es algo natural”. Tod ha tenido sexo con Irene. Se me ocurre que la frase de Kingsley urdió en Martin esa digresión.
El 18 de mayo, la súper banda londinense Blur lanzó el sencillo “The Narcissist” y anunció The Ballad of Darren, el nuevo álbum tras ocho años de silencio. Un día después, tocaron en Colchester, condado de Essex. Martin acababa de morir.
Damon Albarn, líder de Blur y de Gorillaz, es tan inglés como los Amis, incluida la mala dentadura. En las redes se viralizó el instante en que Albarn pierde su diente de oro en pleno escenario. No resistí trazar el paralelismo: el dentista convenció a Martin de removerle todas las piezas con un augurio atroz. “Los de arriba no tienen remedio. En mitad de cualquier comida puede quedarse con los dientes en la mano”.
AQ