El futuro está en el pasado, y estar a la moda no es lo de hoy, es lo de ayer. La campaña Primavera-Verano 2021 de Dior, realizada por la fotógrafa Elina Kechicheva, está inspirada en la pintura de Caravaggio, en sus claros oscuros, los pliegues de las telas, el aspecto sensual y carnal de las naturalezas muertas. La atmósfera de las fotografías y del cortometraje posee esa poética de la luz antes de la invención de la luz artificial, de esa puesta en escena dramática y erótica que brindaba la luz inasible, fugaz, tibia del Barroco.
- Te recomendamos Cine, mota e injusticia: ping-pong verbal con Joshua Gil, director de ‘Sanctorum’ Laberinto
La fotografía alcanza a ser arte cuando asimila las lecciones de la pintura en composición, iluminación, creación de atmósferas y dramatismo, el artificio del arte se convierte en un arma para la invención de un estado estético.
El prejuicio que existe hacia la fotografía comercial es parte de la pandemia de la mediocridad que ha infectado al arte, con la “fotografía conceptual”: fotografiar mal cosas irrelevantes o detestables, para exhibirlas en galerías como arte. En México la fotografía de moda es demasiado conservadora, copia y mal, no seduce, se percibe obsoleta porque no toma riesgos.
La campaña de Gucci es de estética Prerrafaelita, realizada por Alec Soth, incluso el casting está dentro de la idealización física de ese estilo. En W Magazine, la propuesta es crear historias, con argumentos y personajes, son escenarios para ropa y accesorios. El número de esta primavera contiene a Black Americana: A Photo Essay on Love and Pain, dirigido por Regina King, fotografiado por Andre D. Wagner y actuado por Viola Davis, ganadora de un Oscar en 2016. Ambientado en los años 60, posee imágenes que podrían ser pinturas, y son una lección para muchos pintores hiperrealistas que carecen de ideas y composición, ocupados en la pirotecnia técnica.
El número de Creativity de Vogue US tiene un portafolio dedicado al movimiento, realizado en distintas ciudades del mundo. Las imágenes de Jackie Nickerson evocan la pintura de Sorolla, deslumbrante vestuario blanco flotando en el sol enceguecedor de la playa; y para vergüenza nacional, las fotografías que representan a México son grises, estáticas, con dos modelos de cara artificial, y sin noción de la composición. Sobre el Vogue México y su número sobre creatividad, ni hablar, además de abu-rri-dí-simo, exhibe crisis creativa: fotos entre insulsas, repetitivas y cursis, sin faltar su obligado Frida look-alike.
La fotografía de moda se balancea en los extremos de ser artística y cuidada o ser penosamente mediocre. En las campañas de alta costura las imágenes buscan un nivel artístico que supere el producto que anuncian, el magnetismo que significan en la sociedad es consecuencia de esas fotografías. Hoy tomar fotografías es un vicio social, la fotografía que persigue al arte confirma que la herramienta no hace al arte, lo hacen los artistas. La misma cámara en manos de un artista o de un mediocre hace la diferencia entre arte y estulticia.
AQ