McCartney y sus dobles

Música

Sin perder su esencia, el ex Beatle, que volvió a México como parte de su exitosa gira Got Back, ha emprendido numerosas transformaciones. ¿Cuáles son los motivos que lo han convertido en un sobreviviente?

Paul McCartney en el 'Got Back Tour'. (Foto: Joel C. Ryan | AP)
José Homero
Ciudad de México /

La secuencia inicial de A Hard Day’s Night, la película dirigida por Richard Lester, presenta a The Beatles huyendo de una turba fanática mientras se dirigen a abordar un tren. En tanto que John, George y Ringo escapan trompicándose, escondiéndose entre resmas de periódicos, escalando y saltando barreras, Paul aguarda sentado en la estación, encubierto detrás de un periódico y un disfraz: bigotes y barbas, que no se quitará hasta que se encuentre a salvo, poco antes de subir al vagón.

No era la primera vez que McCartney se ocultaba. Los disfraces y sobre todo los seudónimos le han permitido escapar. No únicamente en un sentido literal, sino principalmente en uno simbólico. A través de la ficción, ha liberado a su música de su nombre e inversamente, la seudonimia ha dado libertad a su música.

El caso más antiguo se remonta a mayo de 1960. Durante una breve gira por Escocia acompañando a Johnny Gentle, cada uno de los entonces Silver Beatles usó un nombre escénico. McCartney eligió “Paul Ramon” porque le parecía que tenía un aire francés. A reserva de este origen farandulesco, a lo largo del tiempo se ha convertido en una suerte de heterónimo mediante el que Paul enfatiza su esencia roquera. Muchos mayos después, reaparecería. El 9 de mayo, tras una discusión con los otros Beatles en los estudios Olympic de Barnes, McCartney se quedó solo con Glyn Johns. A esa hora, únicamente un solitario Steve Miller se afanaba en una pista. McCartney se autopresentó y se ofreció a tocar la batería. En “My Dark Hour” acomete los tambores en un estilo pesado, como el de los grupos entonces emergentes —Led Zeppelin, Move, Deep Purple—, con una furia y violencia que expresa perfectamente su estado de ánimo. La original edición norteamericana del sencillo de Steve Miller Band incluía la leyenda “With Special Thanks to Paul Ramon”, quien también había tocado el bajo y participado como corista. Paul Ramon sería invocado décadas después en la edición sudcoreana del álbum Back in the USSR. En el CD, no figuran ni el título ni el del artista sino una acreditación insólita: Roots/ Paul Ramon, debajo de los cuales se inscribe una fecha aún más intrigante: 1968. No he logrado averiguar el motivo de esta decisión ni si se trata de una clave del propio Macca tan dado a estas manifestaciones chocarreras.

Quizá la máscara más célebre no sea “Ramon” sino “Billy Shears”. Como revela Get Back, como ningún otro Beatle, Paul anhelaba volver a las raíces en un aspecto dual: a las viejas piezas de rock’n roll y blues, y a tocar en vivo como en la época de The Cavern. El mismo título de la composición en la que Macca trabaja durante varias sesiones, “Get Back”, ratifica esa nostalgia. A lo largo de la cinta lo veremos sugerir diversas propuestas para el regreso del cuarteto a los escenarios, como si requiriera de la festividad colectiva para acrecentar su creatividad.

En rigor, ese deseo databa de unos años atrás. Tras la despedida escénica de The Beatles, el 29 de agosto de 1966, los músicos se tomaron unos auténticos años sabáticos para explorar sus intereses. No es sorprendente que tras ello emergieran, ya no como ese conjunto cuyas identidades parecía difícil distinguir sino como un grupo de personalidades. En ese lapso, Paul emprendió un viaje hacia sí mismo que comenzó como un viaje físico por Europa. Y para no ser reconocido utilizó una vez más a su recurso predilecto: el disfraz. Dicha estrategia le aportó una idea para proteger a The Beatles de la fama. No usar un disfraz sino cambiar de identidad mediante otro nombre. The Beatles había muerto como grupo y su lugar había sido tomado por una banda que remitía a las raíces de la música de entretenimiento en Inglaterra: los balnearios, los circos, las ferias, el teatro de variedades, ¿no acaso el abuelo de John había sido un minstrel y el propio padre de Paul miembro de una Big Band?. Entre las imprevistas consecuencias de esa transformación/ renacimiento que experimentó el cuarteto, su música y la cultura fue que acrecentó el rumor de que un auténtico sosías suplantaba a Paul. Pese a que “Billy Shears” es el ficticio cantante de la banda Sgt. Pepper’s Lonely Hearts, muchos fanáticos consideraron que era la pista que corroboraba que Macca había perecido en un accidente automovilístico. “Billy Shears” resultaría, en este juego de máscaras, el personaje que revela la verdad de las mentiras, pues el presunto impostor se llamaría William Shepherd Campbell.

Mientras trabajaba en la mezcla de Off the ground (1993), McCartney pensó que necesitaría una versión bailable para el sencillo de este noveno álbum de estudio, así que convocó al afamado productor Youth. De inmediato, al trabajo siguió esa forma de recuperar la niñez exclusiva de los músicos que son los palomazos, y tras ello los discos. El resultado fue Strawberries Oceans Ships Forest, de 1993, al que seguirían Rushes (1998) y Electric Arguments (2008), el mejor de todos. Algunas de las composiciones más extrañas del catálogo de McCartney y a la vez algunas de las más sorprendentes se encuentran en estos álbumes, desde la sutil y envolvente “Palo verde”, que posee el aura del mejor Orb, hasta la violenta y primordial "Nothing Too Much Out of Sight", un lamento de angustia y desesperación que rinde homenaje al blues del delta del Misisipi y evoca ese caos y creación de “Helter Skelter”. Claro que pocos sabían que detrás del nombre de The Fireman, al que se acreditaron dichos discos, se embozaba un ex-Beatle. Dicho encubrimiento le había otorgado esa emancipación necesaria para distanciarse de su habitual ecosistema lírico-musical. En una entrevista, recordó que era el mismo tipo de libertad que había disfrutado con Sgt. Pepper’s.

La afortunada estratagema que le había permitido a The Beatles dar un viraje a su música, le había servido igualmente a Paul para su obra: enmascararse. Con esa fórmula, decidió en 2005 incorporarse al proyecto que había encomendado a Roy Kerr, una serie de mashups de su cancionero. Tras escuchar las primicias, resolvió involucrarse y manifestó que en vez de escoger unas piezas las integrarían en un álbum. Salió a la venta el 13 de junio de 2005, atribuido a Twin Freaks, el título de la pintura de la carátula, pintada por el propio músico. Y aun cuando varias de las mezclas son de canciones canónicas —“Live and Let Die”, “Maybe I’m Amazed” — hay otras que poseen una belleza singular, como “Long Haired Lady”, o “Temporary Secretary”.

No son los únicos seudónimos con que este escapista de sí mismo ha sorteado la fama y la identidad —por lo que considero a algunos como heterónimos—, pero sí los más importantes, aunque me disculpo por no atender a míster Percy Trillington. A través de estas entidades ficticias, McCartney, quien es un fabulista más que un poeta lírico, ha conseguido ser otro y con ello ha modificado su obra, elaborada en gran parte como un diálogo con otras músicas. La vieja teoría conspirativa acaso tenga algo de razón: si McCartney se ha convertido en un sobreviviente tras todos estos años es porque ha sabido ser otro, aunque sus transformaciones siempre han sido una forma de regreso. El nombre mismo de esta nueva gira que lo trajo de nueva cuenta a México—¿la final? —, Got Back, asienta claramente que él siempre dirá: “regresé”.

AQ

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