Pedro Friedeberg es uno de los artistas más innovadores de México, un personaje vanguardista, excéntrico, rebelde; un solitario con una rica e intensa vida social.
De vacaciones por la vida. Memorias no autorizadas del pintor Pedro Friedeberg, relatadas a José Cervantes y publicadas por Trilce, Conaculta y la Universidad Autónoma de Nuevo León, es un compendio de personajes, anécdotas y momentos de un artista que en los años cincuenta fue impulsado por Mathias Goeritz y encontró su lugar entre los surrealistas radicados en México, como las pintoras Leonora Carrington y Remedios Varo.
Huyendo de la guerra en Europa, Pedro llegó con su mamá a México en 1939. Tenía tres años pero aún recuerda fragmentos de su vida en Florencia, la ciudad donde nació el 11 de enero de 1936. Divorciada, su mamá se casó aquí con Erwin Friedeberg, quien le dio su apellido. De su infancia en el entonces Distrito Federal, Pedro traza una panorámica donde aparecen barrios, casas, colegios, cines, teatros de una época de intensa actividad artística y cultural.
Pedro habla de su primer viaje en autobús a Nueva York, cuando tenía trece años. De sus estudios de arquitectura, primero en Estados Unidos y luego en la Universidad Iberoamericana. Habla de su amistad con Remedios Varo, quien influyó para que expusiera por primera vez sus obras en la desaparecida Galería Diana. Cuenta sus desencuentros con Leonora Carrington y se refiere con ironía a Francisco Toledo y José Luis Cuevas.
En el libro de Pedro —escribe David Olguín en el prólogo— “como en una lección anatómica: gustos, fobias, fragilidades, humor e inteligencia quedan al desnudo”. Se burla de todo, del provincianismo y el espíritu mocho de Luis Barragán, de la ruptura entre Octavio Paz y Toledo. Pero de Mathias Goeritz habla con admiración, fue su maestro en la Iberoamericana y quien lo animó a abandonar la arquitectura para dedicarse al arte.
Edward James, creador de Las Pozas en Xixitla, San Luis Potosí; el galerista Antonio Souza; la actriz María Félix; la fotógrafa Kati Horna; el escenógrafo David Antón. Todo el mundo de Pedro Friedeberg aparece en estas páginas dictadas con espíritu festivo. Aquí están los detalles de su primera exposición en abril de 1959, de su primera incursión como escultor con las sillas mano que lo proyectaron internacionalmente…
Pedro fue uno de los participantes en el movimiento de Los Hartos en los años sesenta, encabezado por Mathias Goeritz, una protesta contra la vanguardia vacía, falsa. Fue un joven deseado por los pintores Roberto Montenegro y Chucho Reyes Ferreira. Ha sido un viajero tenaz que ha coincidido con los más grandes artistas de nuestro tiempo, como Dalí o Stravinski. Y es un hombre que habla de sus matrimonios y su familia con gusto y alegría.
De vacaciones por la vida es una galería de personajes, de aventuras, de viajes, de momentos incomparables de un país que ya no existe.
AQ