Perla Ediciones, un sello con afán contestatario a la soberbia intelectual

Libros

Surgida en plena pandemia, esta editorial independiente mexicana apuesta por la literatura fantástica y el rescate de clásicos contemporáneos con poca atención.

Postales de algunas portadas de Perla Ediciones (Cortesía)
Guadalupe Alonso Coratella
Ciudad de México /

Uno de los sectores más afectados por la covid-19 ha sido la industria editorial, quizá con mayor impacto en las casas independientes. A unas semanas del confinamiento y cierre de librerías, algunas de ellas reaccionaron en conjunto impulsando ventas en línea, paquetes en oferta y la búsqueda de donativos por parte del público lector. Entre éstas, Almadía, Era y Sexto piso hicieron causa común, mientras que Artes de México lanzó su propia campaña para generar recursos que la mantuvieran a flote.

A finales de septiembre, la Feria del Libro Independiente se llevó a cabo en formato híbrido, es decir de manera presencial y en línea. Bajo el lema“Comunidad en acción”, se reunieron 60 sellos mexicanos. En una entrevista realizada por Jesús Alejo para MILENIO, Tomás Granados Salinas, editor del sello Grano de Sal, destacó:

“El énfasis que quisiera ver en todos los participantes es ‘nos salvamos juntos’, tener a la comunidad en acción, más allá de acciones individuales”.

Que en México existan más de 60 sellos independientes es una gran noticia, más aún cuando el negocio editorial ha sido acaparado por grandes corporativos. Mejor noticia aún es que surja, en las condiciones actuales de pandemia, una nueva propuesta. Hace unas semanas se dieron a conocer los primeros títulos de Perla Ediciones, una iniciativa de Wendolín Perla que apuesta por la literatura fantástica y el rescate de clásicos contemporáneos que no han sido atendidos. Formada en el periodismo, Perla se volcó a la literatura en la adolescencia, a través de los cuentos de Edgar Allan Poe. Su aventura en el mundo editorial comenzó en Alfaguara, en 2007 y, más adelante, como editora literaria en Penguin Random House. En ese trayecto tuvo a dos grandes maestros: Ramón Córdoba y Cristóbal Pera.

La pulsión por editar a ciertos autores la llevó a formar su propio sello. Todo comenzó cuando tradujo La hija del rey del País de los Elfos, de Lord Dunsany y Rey Mono, un clásico de la literatura universal, títulos que quizá nunca hubieran encontrado sitio en las grandes editoriales. Con el apoyo de amigos, algunos aportando capital y otros colaborando en distintas tareas, nació Perla Ediciones.

“Para salir adelante con una editorial independiente en este país, tienes que hacer libros que te gustan porque de lo contrario es imposible, todo es bastante adverso y sistemáticamente es un obstáculo”.


Perla Ediciones se lanza al ruedo con cinco títulos, cada uno con tiraje de 2 mil ejemplares. A los dos mencionados se suman: El hombre que perdió su sombra, de Adelbert Von Chamisso; La casa de las almas, de Arthur Machen, y Nuevas noches árabes, de Robert Louis Stevenson.

“No estaba tan consciente, pero ahora me doy cuenta de que los libros dialogan entre sí y forman un corpus que tiene un sentido. Hablando de cuál es el ADN y cuál es el canon, a mí me formaron como lectora tres personajes: Jorge Luis Borges, en su onda de legitimar lo fantástico; H. P. Lovecraft que representa la ruptura entre el gótico y lo sobrenatural y, finalmente, el prólogo que escribió Guillermo del Toro para la colección Horror Classics de Penguin”.

Thomas Mann, Cesare Pavese, Neil Gaiman, entre otros autores, acompañan los prólogos y epílogos de esta apuesta por resucitar clásicos y validarlos 50 u 80 años después de su publicación. 

“No veo a nadie volcándose en una tarea de rescatarlos. Hoy día —cuando estamos bombardeados por contenido y opciones tan emocionantes y divertidas— apostar por clásicos, libros de los que nadie está hablando, que quizás no resuenan con un público joven que va a leer a Stephen King o a Stefan Kiesbye, es arriesgado. El costo, tanto financiero como emocional, es alto, el compromiso es grande, pero no aspiro a estar en boca de todo mundo sino a llegar al lector correcto. También hay una voluntad de ofrecer un libro que como objeto es distinto, que cuando la gente lo reciba diga: ‘¡Wow está increíble!’”

¿Por qué es importante que existan y sobrevivan las editoriales independientes? “Hay ciertos libros que sólo son para las independientes y tienen mejor pronóstico que en las grandes editoriales”, dice Wendolín Perla. “La labor de las independientes es crucial. No creo que los grandes conglomerados sigan siendo los abanderados de la cultura porque la cultura a este nivel necesariamente ataca ciertos nichos. Pretender que se están generando libros para el consumo masivo es algo que se está resquebrajando y lo vemos a muchos niveles, político, social, antropológico. Creo que en tiempos tan adversos los más preocupados son los grandes conglomerados porque dependen de ventas muy grandes para seguir haciendo su labor. Los independientes, en cambio, no necesitamos tanto artilugio corporativo ni financiero para poder desempeñarnos. Me gusta esa idea de que las independientes, como dijo Jorge Herralde, fungen como una incubadora y llega un punto en que los autores se te salen de las manos, porque tú lograste consolidarlos pero alguien más acaba validándolos en un sentido que para ti era imposible”.

Para Wendolín Perla no hay nada en el mundo que se compare con el poder y la salvación que es la lectura, sobre todo en estos tiempos tan aciagos. El sello que ahora dirige se concibe como una editorial sin pretensiones, alejada de un discurso institucional casi excluyente que pretende dirigirse a unos cuantos lectores elegidos. “Perla Ediciones es una invitación absoluta a perderle el miedo a la literatura, a cruzar el umbral, transmitir un mensaje desde la absoluta falta de erudición. Creo que la soberbia intelectual nos ha hecho mucho daño. Hay que presentar los libros de una forma amistosa, horizontal, con agradecimiento. Es un afán contestatario a la soberbia intelectual.”

Cuatro libros están camino: El valle perdido y otros relatos alucinantes, de Algernon Blackwood; La casa de nuestra madre, de Julian Gloag; Mitología. Todos los relatos griegos, latinos y nórdicos, de Edith Hamilton, y Los mejores relatos de crimen y suspenso, de Alfred Hitchcock

“No los he impreso, pero es una pulsión que no puedo ni controlar. Mi cerebro está escindido en partes iguales: salir a conseguir trabajo en el Pollo feliz y publicar a Silvina Ocampo”.

ÁSS

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