Como si fuésemos padres primerizos, Pieces of a Woman (traducida al español como Fragmentos de una mujer) nos pone nerviosos. Poco importa lo que sabemos y lo que no de este proceso: el de nacer. Los húngaros Kata Wéber y Kornél Mundruczó manipulan las emociones del espectador como buenos titiriteros. Del nervio nos conducen a la ternura, la aprensión, el horror. La mancuerna húngara cobró notoriedad hace ya tiempo con White God (2014), otra película en que la protagonista también era mujer. White God se filmó cuando Wéber y Mundruczó vivían en Hungría. Y tenían pocos recursos pero los administraban bien.
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Ahora, con Pieces of a Woman tienen ya un repertorio técnico mucho más elaborado. Han podido así tejer el artificio de esta mujer y relacionarlo con la construcción de un puente ficticio en los suburbios de Montreal. Pieces of a Woman es una magnífica película, primero, porque los creadores recrean con eficiencia el drama más cotidiano de nuestra existencia: dar a luz. Durante 38 minutos no aparece el título. Los creadores quieren así asentar antes que nada los elementos que sostienen su drama: el invierno, la claustrofobia y un matrimonio a punto de desplomarse. Como el puente que, si cae, desgajará cimientos, cables y estructuras.
Para empezar, las decisiones de Sean y Martha ya han cimbrado todo un sistema de creencias tradicionales. Son una pareja de judíos ambientalistas que ha resuelto que su hija nazca en casa, de modo “natural”. La idea, claro, ha puesto de punta los pelos de la abuela, sobreviviente del Holocausto. Pero Martha y Sean luchan por ser ellos mismos y poder unir sus creencias con las del mundo que les ha dado vida. Entre uno y otro puntos cuelga este puente metafórico.
En segundo lugar, es notable el trabajo de los actores en el desarrollo de su carácter. Al parto que nos sitúa al principio de Pieces of a Woman sigue el cultivo de vicios que se creían superados: él sufre una adicción y ella de aversión contra su madre. Ahora bien, para haber podido manejar tan eficientemente la sinfonía de emociones que propone Pieces of a Woman, la mancuerna de húngaros ha tenido que ser muy precisa, también, con la cámara. Ella se encuentra siempre en el sitio más adecuado para ofrecer al espectador el sentimiento preciso. Ojo, el sentimiento, que no el sentimentalismo. Y este es, quizá, el gran logro de una película que por eso es tan recomendable. Si hubiese estado mal dirigida, Pieces of a Woman podría haber sido el azucarado capítulo de una mala serie de televisión. Aquí los sentimientos originan decisiones y no al revés, como en el sentimentalismo, que se caracteriza por las decisiones que son tomadas al azar y por emociones del todo injustificadas.
Por último, hay que comentar que Vanessa Kirby ha recibido varias nominaciones por esta película. Compitió por el Globo de Oro a mejor actriz y podría ganar muy pronto un Oscar. Y lo merecería. Porque hace suya esta película poniendo en escena este carácter (esta cicatriz) desde su personalidad. Otra mujer hubiese hecho otra película. Como Azul con Juliette Binoche, otra actriz que consiguió, en la obra de Kieślowski, llevar al espectador de un lado al otro de un puente: el de la tragedia que transita entre el horror y el consuelo de saber que la vida se puede seguir viviendo, a pesar de que las cosas no siempre son como deberían ser.
Pieces of a Woman está disponible en Netflix.
AQ