Pierre Verger: mirar y documentar

Exposiciones

La exposición que alberga el Museo Nacional de Antropología es una invitación a escudriñar el contexto en el que se sumerge el fotógrafo de origen francés.

La expo 'Pierre Verger en México. Con los pies en la tierra' se exhibe en el Museo Nacional de Antropología. (Cortesía: INAH)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

Las 188 imágenes que integran Pierre Verger en México. Con los pies en la tierra, que se exhibe en el Museo Nacional de Antropología (MNA), son un balade por el universo rural-indígena mexicano que sucede paralelamente a la modernización del país. Este paseo fotográfico evoca una mirada que sabía perderse para luego reencontrar la huella de esos otros —hombres, mujeres, deidades, fantasmas…— que le sugerían narrativas distintas a las occidentales, relatos autónomos ajenos a conceptos de una modernización esperada, pero que exhiben la fuerza de una distinta manera de estar.

Verger se autollamaba etnofotógrafo. Sin duda le interesaba observar las prácticas culturales (no por nada se dedicó gran parte de su vida a contemplar-estudiar-retratar la diáspora africana) y sus imágenes indagan en ellas. No se limitan a retratarlas, no las ilustran: las penetran. En este sentido, sus retratos están más cercanos al arte que al documento. Porque lo que capta no es simplemente el registro de lo que ve. Antes que observación científica se trata de una aproximación artística que evoca más a la tradición pictórica del retrato que al apunte etnográfico. Quizá ahí está su gran atractivo, porque de pronto el espectador no está observando la otredad observada por el etnólogo, sino el rostro, la forma, las historias que cuentan los gestos y al mismo tiempo la historia que la composición cuenta.

Son imágenes bellas en sí; sin embargo, esta belleza crece cuando observamos la profundidad de campo. Cuando decidimos pasear dentro de la imagen para recorrer los detalles y también cuando paseamos por la curaduría del doctor Antonio Saborit, director del MNA, quien nos guía por la obra de Verger como destino y nos invita a escudriñar el contexto en el que se sumerge el fotógrafo de origen francés y analiza su acercamiento desde una historia más personal. Además, la propuesta museográfica exalta lo que se contempla y a quien lo contempla.

La muestra es una travesía por distintos viajes que Verger realizó (1937, 1939 y 1957) alrededor de distintas rutas expresivas recorridas por los habitantes originales para trazar en sus paisajes costumbres, fiestas y arquitecturas únicas. Nos confronta con la transformación de un país y sus negaciones. Nos obliga a ver cómo la revolución permea sus logros y desdichas en una cotidianidad que tiene los pies sobre una cosmovisión que se rehúsa a alinearse al modo de ver y entender europeo. Su obra es testimonio de un territorio al que se quiso domesticar. Verger logró captar esa resistencia.

​ÁSS

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