Populacho

Toscanadas

David Toscana reflexiona sobre lo impopular que se ha vuelto la poesía, "es verdad que debemos recuperar algo de la oralidad de la literatura, pues al día de hoy se le considera un aguafiestas a quien pronuncia un poema"

¿La poesía ha dejado de ser popular porque lo popular ha dejado de ser poesía?
David Toscana
Madrid, España /

En YouTube puede verse un video de un programa de los años setenta llamado Encuentro. Hay un episodio en el que participan Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Salvador Elizondo, Germán Bleiberg y Juan García Ponce. A este último le dan la palabra apenas durante un minuto, pero no le hizo falta más. A la pregunta de por qué ha dejado de ser popular la poesía, él responde: “La poesía ha dejado de ser popular porque lo popular ha dejado de ser poesía. La idea de pueblo… ha sido bajada de nivel hasta el grado de que el pueblo ya no es el pueblo del que el poeta es parte, y al que canta y funda, sino que el pueblo en los términos de esa degradación solo puede considerarse populacho…, una masa anónima que no tiene acceso a la poesía. Cuando la poesía vuelva a ser popular es que el pueblo habrá ganado el derecho de merecer el nombre de pueblo, y tendrá poetas”.

Borges le da la razón: “Ha sido degradado el pueblo. Acostumbrado al dialecto de los periódicos, han envilecido su habla. La gente de las grandes ciudades habla con frases hechas. Usa un vocabulario absurdo. De todo esto tienen la culpa el periodismo y los políticos”.

García Ponce dijo con optimismo “cuando la poesía vuelva a ser popular”, pero lo cierto es que se ha vuelto menos estimada en las casi cinco décadas transcurridas desde que enunció tales palabras. Las culpas que señala Borges se han agravado con peores políticos, peor periodismo y la implacable presencia de televisores en varias habitaciones de las casas.

Mi vecino vive solo y tiene dos magnas pantallas, una en el salón, otra en la recámara. Las enciende desde el primer minuto en que llega a casa hasta que se queda dormido; por la pared escucho el tedioso despliegue de babosadas que se emiten en cadena nacional. Corolario: mi vecino es un aburrido cabal, un chabacano, tiene opiniones que no son suyas, es populacho sin poesía. Mi vecino se quedará solo. Llegará el momento en que tenga que comprar un gato.

Borges decía que la imprenta había sido un mal invento, que la literatura debería ser oral. Eso suena un tanto exagerado, huele a provocación, pero lo cierto es que uno de los enemigos de la lectura inteligente y sensible han sido los grandes grupos editoriales. Lo ha sido también la idea contemporánea de que “estar enterado” es algo valioso. Pero asimismo es verdad que debemos recuperar algo de la oralidad de la literatura, pues al día de hoy se le considera un aguafiestas a quien, en vez de contar un chiste banal, pronuncia un poema.

Yo quiero más poemas y menos estribillos, y antes que conocer la última del huachicol, prefiero saber qué voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir.


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