Un sistema de justicia penal que revictimiza: ¿por qué no se denuncian los delitos sexuales?

Entrevista

¿Por qué debemos hablar de sobrevivientes y no de víctimas y hacia dónde hay que encaminar los esfuerzos de prevención ante la violencia sexual? Saskia Niño de Rivera habla sobre la reciente publicación de No es no.

Saskia Niño de Rivera, cofundadora y presidente de Reinserta A.C.
Ángel Soto
Ciudad de México /

“La gente está tan acostumbrada a la violencia, que a menudo no logra advertir que está sufriendo un delito”, dice Saskia Niño de Rivera con la voz compasiva de quien dedica sus días a buscar justicia y a acompañar a sobrevivientes de la violencia. Cofundadora y presidenta de Reinserta A.C., Saskia es una de las ocho plumas que colaboran en la escritura de No es no. Guía de actuación ante la violencia sexual en México (Aguilar, 2021).

En diciembre de 2020, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) reveló que, entre julio y diciembre de ese año, el 98.6 por ciento de los casos de violencia sexual que sufrieron las mujeres mayores de 18 años no fueron denunciados. Esta cifra, además de alarmante, es sintomática. “En la mayoría de los casos —se lee en la introducción—, los procesos no son efectivos, ya que los códigos penales de nuestro país se traducen en interminables letanías que se alejan de la ciudadanía y las leyes no cumplen su cometido cuando se ven operadas por instituciones rebasadas en corrupción, impunidad, casos sin resolver y con poca autoridad (profesionalismo) en su actuación”.

Ante tal panorama, No es no se presenta como un llamado a la acción: “conoce, actúa, denuncia y acompaña” son las palabras incluidas en el subtítulo de la portada. En entrevista, Saskia Niño de Rivera habla al respecto.

—¿A qué obedece la decisión de elaborar un libro con enfoque pedagógico?

Los documentos que existen sobre la violencia sexual a veces son demasiado técnicos y ahí se pierde el contacto con la gente. Necesitábamos ir a la base del problema para que la gente entendiera cuáles son sus derechos, que tenga el conocimiento necesario para salir y enfrentar lo que le está pasando desde un lugar psicosocial y jurídico. Descubrimos que mucha gente denuncia porque no sabe que lo que le pasa constituye un delito, como la violación dentro del matrimonio, el hostigamiento laboral o sexual. Además, enfrentamos un sistema de justicia penal que revictimiza constantemente.

—El libro sugiere el uso de la palabra ‘sobreviviente’ sobre ‘víctima’. ¿Por qué es importante esta distinción?

Víctima es una característica que se le pone a una persona que vive una situación que no decide vivir. Todas las víctimas de este país y del mundo son puestas en situaciones en contra de su voluntad. Me parece que eso te define como una persona en situación de vulnerabilidad. El acto te hace una víctima, pero sobrevivirlo te hace una sobreviviente. Usar la terminología correcta ante una persona que está sobreviviendo a una situación que no decidió vivir, ayuda emocionalmente a que la persona se posicione emocionalmente en un lugar de sanación y no se quede estancada en un lugar constante de victimización. Es un reconocimiento de lucha, porque la violencia sexual trae consecuencias psicoemocionales y físicas. Es una lucha muy dura la que viene después. Eso, en sí mismo, es un acto heroico que amerita reconocimiento.

—A menudo la supervivencia incluye no sólo a quienes sufrieron el delito en primera persona, también a quienes están alrededor. Ocurre, por ejemplo, con la violencia sexual infantil.

La gran mayoría de los casos de violencia sexual en este país se dan en la misma familia. Con la violencia sexual infantil estamos ante una realidad muy fuerte, que tiene que ver con cómo debemos proteger a la infancia y cómo quienes los rodean pasan por esta lucha, porque, como menores, necesitan ese apoyo de personas adultas. El libro muestra el caso de una mujer con un ex esposo que viola a su propia hija con autismo. Esta madre se enfrenta a la revictimización tratando de proteger a su hija. Es un sufrimiento para toda la familia. Eso nos lleva a un segundo tema: ¿por qué la gente no denuncia? Este capítulo ilustra muy bien la complejidad que conlleva la denuncia en México.


—¿Cuál debe ser nuestro siguiente paso como sociedad y como Estado?

Necesitamos la protección de las y los sobrevivientes. El Estado ha fallado en garantizar un sistema de apoyo a las y los sobrevivientes de cualquier delito. Tenemos un sistema de justicia penal muy reactivo que no previene nada. Y la gente no denuncia porque hay una constante revictimización. El fortalecimiento de nuestro sistema de justicia penal es el primer paso, garantizar el estado de derecho, la protección de las víctimas. Y el segundo, entender el crimen como una problemática que requiere una solución integral. Muchas veces hay un proceso jurídico basado en lo que dice el Código Penal, pero hay revictimización en todo, en las audiencias, los careos, las declaraciones. No hay un acompañamiento psicológico con la sobreviviente, no existe el entendimiento del delito como algo que tiene consecuencias de mediano y de largo plazo. Para como está la violencia en este país, así como hay Teletones, necesitamos centros de atención a niñas, niños y adolescentes en contacto con la violencia para garantizar un desarrollo óptimo.

—¿Se está desatendiendo también el seguimiento de los agresores sexuales? ¿Las condiciones actuales del sistema facilitan la reincidencia?

No podemos hablar de “el agresor sexual” bajo un mismo perfil. No es igual un agresor sexual con conductas de pedofilia a uno que en una fisesta se ligó a una chava y terminó teniendo relaciones sexuales con ella en contra de su voluntad. Si hablamos de pedófilos y de agresores sexuales seriales, que tenemos varios en este país, hay que atenderlos desde un lugar de salud mental. Yo no creo que lo estipulado en el artículo 18 constitucional (deporte, cultura, educación, etc.) sea suficiente para abarcar a todos los perfiles que están en la cárcel. Creo que, sin duda, nuestro sistema de justicia penal es punitivo, es un sistema que busca vengar, como si eso fuera sinónimo de justicia. Eso es atole con los dedos a las víctimas y a los ciudadanos en todo el país. Se tienen que efectuar talleres mucho más específicos para modificar las conductas, especialmente de quienes ejercen violencia sexual. El trabajo conductual sistemático con pedófilos o la castración química voluntaria son cosas que se han explorado, pero en México estamos lejos de siquiera poder poner esos temas sobre la mesa.

—Ahí hay una urgencia legislativa, como también la hay en la homologación de la tipificación de los delitos a nivel nacional

Eso es algo que tratamos de hacer con el libro. Hay mucho que hacer a nivel legislativo: redefinir la terminología, el código penal y tipificar otros delitos que se han suscitado. Hay muchos estados atrasados en cuanto a lo que hoy se entiende como agresión sexual, que tiene consecuencias directas, que es un delito grave, y ni siquiera lo tienen tipificado en la norma. Lo hemos visto en las nuevas tecnologías y las redes sociales.

—Las redes sociales también representan un tema pendiente. Y está el debate sobre su regulación y las consecuencias que esto puede traer.

Es un tema complejísimo y peligroso por la cantidad de información falsa que hay, pero me parece que la problemática no tiene que ver con un tema digital, sino con un tema de educación. Yo sí soy de la idea de “prohibido prohibir”, pero sí hay que regular con urgencia las consecuencias que tienen las redes sociales, porque sí destruyen vidas y sí afectan directamente a las personas. Han abierto espacio a que la agresión sea más directa. Pero tiene que ver con el fortalecimiento educativo de la gente. Muchas veces reaccionan, actúan y se informan desde la ausencia de conocimiento. Hay que trabajar la redistribución de la plantilla educativa hacia algo más actual. Sería increíble que en secundaria nos dieran una clase de periodismo sobre lo que es o no una fuente confiable. Así se tiene que ir actualizando el sistema de manera integral.

ÁSS

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