La premisa no ofrece mayor dificultad: una niña de 16 años no sabe qué hacer en este verano. Su padre le propone ir a Chicago donde vive una tía más o menos famosa como novelista. En el encuentro de ambas sucede lo de siempre: se enriquecen tanto que terminan por conocerse mejor a sí mismas.
- Te recomendamos El mapa de la imaginación | Por Irene Vallejo Laberinto
Princess Cyd, disponible en Mubi, fue escrita y dirigida por Stephen Cone, uno de los muchos que, en el país de la frivolidad del cine de acción, aún sigue luchando por hacer cine de arte. Pero la pregunta sigue en el aire: si la premisa es tan elemental, ¿por qué Princess Cyd resulta tan profunda? La clave está, primero, en el tratamiento, y, segundo, en un personaje que ha saltado directamente desde el escenario vanguardista de Chicago hasta el guion de Stephen Cone.
En lo que se refiere al tratamiento, hay que decir que el encuentro entre la tía cincuentona y la sobrina adolescente sirve al director para reflexionar en torno a la transformación cultural que han vivido los países desarrollados en los últimos años. La libertad sexual es una realidad, cierto, pero hemos perdido algunas cosas por el camino. Por ejemplo: Cyd, nuestra heroína, no lee libros. Lo espeta con desparpajo. Y la tía ¿qué va a decir? “Bueno”, contesta, “por ahí hay algunos muy buenos, por si cambias de parecer”. Este pequeño diálogo ofrece el núcleo de una historia que, comenzamos a ver, toca otros temas que vale la pena explorar desde el cine. La obsesión de cierta gente por escribir, por ejemplo, la necesidad de trascender e incluso la paz que ofrece ir a misa o rezar, algo que hoy por hoy no está de moda. Se trata, en efecto, del enfrentamiento entre dos burbujas, la que se construyó una intelectual del siglo pasado y la que se está construyendo una muchachita de menos de veinte.
El siguiente elemento que hace única esta película es Kate. Interpretada por Malic White, Kate es un chico trans que no sabe bien a bien qué hacer con su vida. No es que esté dispuesto a desperdiciar un romance veraniego con la heroína pero, más allá de lo que suceda estos meses, él no tiene plan. El papel parece escrito para White quien es, en efecto, un activista trans muy presente en la vida cultural de Chicago. Y el tema resulta importante pues muestra que el director y guionista de Princess Cyd está hablando de un universo que conoce bien y que, por tanto, se está exponiendo a sí mismo. Es auténticamente un artista. Está escribiendo de sus conocidos y, más importante, de sí mismo. Justamente por ello le creemos. Le creemos que le interesa explorar algo tan profundo como los cambios culturales que están teniendo lugar, le creemos que para él no es moda hablar de los derechos de las minorías ni de la libertad de todos para buscar, en su burbuja, la trascendencia. Stephen Cone se expone en esta película y el resultado es espectacular. Porque gracias a dicha exposición consigue que también a nosotros nos importen sus dudas existenciales, sus reflexiones en torno al futuro y el arte de escribir.
Princess Cyd es una magnífica pieza construida con tan pocos elementos que bien le queda el adjetivo “minimalista”. Pero no nos equivoquemos, que la anécdota sea mínima no implica que la película valga poco. La obra de Cone termina por absorber el valor de todos estos hombres y mujeres llenos de amor y dudas porque resulta evidente que son reales. Están en las calles de Chicago y en el universo de la ficción desde donde nos cuentan la aventura de la lucha cotidiana por la felicidad.
Princess Cyd
Dirección: Stephen Cone | Estados Unidos | 2013
AQ