Trece escritores y artistas responden: ¿Qué es un libro?

Día Internacional del Libro

Extensión del cuerpo y la memoria, un boleto para viajar a cualquier parte y a cualquier época, una compañía, una manera de comprender del mundo, todo esto y más es ese invento extraordinario que hoy se celebra en el mundo.

Brenda Ríos: "Uno debe encontrar el modo de compartir el por qué leemos para que los demás se contagien". (Foto: Devon Divine | Unsplash)
Héctor González y
Ciudad de México /

¿Qué es un libro? ¿Qué tipo de compañera de viaje es la lectura? A propósito del Día Internacional del Libro y la lectura, un grupo de protagonistas de la cultura mexicana dan respuesta a ambas preguntas y, al hacerlo, nos descubren las posibilidades que brinda una herramienta que en su momento Umberto Eco definió como la más perfecta creada por el hombre.

Almacén de conocimiento, ideas o pensamiento

Alberto Chimal (escritor)

El libro es, junto con muy pocos objetos, una de las tecnologías más simples y a la vez más exitosas e importantes que hemos creado. Es una especie de contenedor hecho de papel o algún otro material, donde ponemos palabras o símbolos que son extensiones de nuestra memoria. Es la aplicación más difundida, potente y que menos energía eléctrica necesita. Un almacén de conocimiento, ideas o pensamiento de lo más eficaz y versátil. Además, nos ha sido imprescindible a lo largo de los siglos.

Para mí, la lectura siempre ha sido importantísima. Fui de esos niños que aprendieron a leer para acompañarse. Crecí en una familia grande, donde cada quién hacía sus cosas. Por otra parte, la lectura siempre ha sido la puerta de entrada para una gran cantidad de descubrimientos, de historias que me entretienen o de realidades que no conocía. En esta época en la que estamos tan obsesionados con las ventanas que nos abre la red, se nos puede olvidar que ya teníamos ese precursor en el libro, si lo tenemos presente será más fácil la transición o alternar la tecnología impresa y la digital. No son excluyentes. En lo personal fue fácil recibir lo digital porque tenía esa conciencia. No menosprecio ni sobrestimo a ninguna de estas tecnologías.


Una extensión del cuerpo y los afectos

Alberto Ruy Sánchez (escritor)

Desde siempre el libro ha sido una extensión del cuerpo y de la gente que me rodea. Me enseñaron a leer mi padre y mi madre, entonces fue también una extensión de su afecto y de una manera de estar en el mundo; es, además, una extensión del entorno que conozco y del que desconozco; del universo de lo que es y de lo imposible. Comencé a leer en un lugar donde no había escuelas, en Baja California. Mis padres trabajaban en Villa Constitución, una estación agrícola en el desierto. Para mí la lectura está vinculada al desciframiento de todo lo que era extraño, a salir con mi padre a caminar y ver a los animales que pasaban por ahí a través de sus huellas. El desierto no es algo vacío, sino un espacio lleno de cosas indescifrables que poco a poco se aprenden a leer. La lectura me ha permitido entrar a mundos que parecen indescifrables y que me ayudan a comprender. Al igual que el erotismo, ha sido un método de conocimiento radical y con todo el cuerpo.


Un libro sin lectores está incompleto

Alejandro Magallanes (ilustrador)

Un libro es en principio un objeto de papel, al menos los que yo prefiero. Transmite información importante y su círculo se completa cuando tiene un lector. Un libro sin lectores está incompleto. Trabajar con ellos es un privilegio. En el mejor de los casos hacer una portada se puede volver parte de la memoria de un lector, como si fuera un prólogo visual a lo que tendrá dentro. Muchas veces se piensa que escoger la fuente tipográfica es secundario, pero a mí me parece primordial, la letra es su voz impresa. Desde la antigüedad hasta nuestros días hemos transmitido lo que nos inquieta a través de los libros. Parte del tiempo que dedico a mi vida se va en esto y si pensamos que la vida es el recurso natural no renovable, entonces es muy importante que estos objetos salgan lo mejor posible.

A mí me gusta mucho leer. A veces me entretiene y en otras ocasiones me cuestiona. Me lleva a lugares impensables, te puede angustiar, consolar o hacer reís. Me parece que la lectura es un buen detonador de humanidad.


Leer es conversar

Ángeles Mastretta (escritora)

Para mí los libros representan lo que tienen dentro. No estoy enamorada del objeto, aunque tengo recuerdos excepcionales de momentos en los que he tenido una relación casi sagrada con un libro. Me acuerdo cuando no pude comprar Rayuela, de Cortázar. Costaba cuarenta pesos y estaba en un anaquel alto de la Librería del Prado, sitio que se cayó con el temblor de 1985. Íbamos de compras con Gustavo Sáinz. Cuando junté los cuarenta pesos vi a esa novela como algo sagrado. Antes, Luis Reyes de la Maza me regaló unas supuestas obras completas de Sor Juana, que no son tan completas, pero son las que había leído toda mi vida hasta hace poco que las encontré en tres volúmenes. Leo mucho en la computadora y en el iPad. Los libros están por toda mi casa, pero es un desorden tremendo. Vivo con Héctor (Aguilar Camín), quien tiene un estudio más ordenado, pero por mi rumbo siempre hay un lío con los libros. Supongo que esa naturalidad también da intimidad.

Para mí leer es conversar, es un privilegio porque accedes a personas que no viven en tu siglo ni en tu país. Al mismo tiempo lees a las personas que quieres. ¿Por qué puedo tener tanto afecto a la gente a quien no conozco, como Jane Austen? He mantenido conversaciones intensas con ella, es algo rarísimo porque me sigue diciendo muchas cosas sobre mi adolescencia. Los libros sirven para acompañarte. Si te dedicas a esto, otra cosa es la relación que tienes con los libros que tú escribes. Esta relación tienes muchas etapas, cuando los inventas, cuando los lidias y cuando los publicas, entonces es como si fueran de otros. La gente sabe más de mis libros de lo que puedo saber yo.


Un buen libro siempre te moverá las entrañas

Boris Viskin (artista plástico)

Aunque ya existen las plataformas virtuales, el objeto palpable con páginas se mantiene como un acompañante fiel. No fui un lector temprano. De chavo leía a Agatha Christie y ante los clásicos de la preparatoria opté por las infames versiones reducidas para pasar el examen. Fue hasta los veinte años, cuando los libros de Albert Camus, El hombre rebelde y El mito de Sísifo, me abrieron camino para la lectura. La literatura y la filosofía siempre han sido importantes en mi vida y en el quehacer pictórico. Muchas de mis obras parten de imágenes o presencias de libros. No se me ocurre recomendar una utilidad práctica del libro porque también causa ampollas y cuestiona pilares que damos por entendido, como religión o sentido de pertenencia. Un buen libro siempre te moverá las entrañas. Tengo cuadros que parten de un libro en sí y en otras ocasiones mientras trabajo una pintura algo me evoca el recuerdo de algún autor o novela. Hice algunas piezas sobre El marinero que perdió la gracia del mar, de Yukio Mishima o a partir de obras de Faulkner, Henry James o Rulfo. La lectura es como sumergirte a otro mundo, que, según el caso, es el espíritu del escritor. Entiendo que en estos tiempos donde las imágenes nos desbordan, otros prefieran actividades más masticadas, pero a mí la travesía por el mundo del libro me sigue abriendo otras maneras de ver mi propia vida.


El libro, una enorme compañía

Horacio Franco (músico)

Un libro es el aterrizaje absolutamente material de un pensamiento, una investigación o una emoción, de la sabiduría y de lo que se quiere dejar a la posteridad. Es un objeto que prolonga la mente y el intelecto de quien lo escribe. No hay otra cosa más maravillosa que dejar un legado científico, político, cultural o emocional, como sucede con la poesía, el teatro y la novela. Sin el libro muchas de las grandes ideas de la humanidad en los últimos seiscientos años se habrían perdido. Aunque antes existían papiros, con el libro se popularizaron y masificaron, por eso es tan importante. Para mí, la lectura ha sido documentación, investigación tanto en lo musical como en lo científico, ha sido también entretenimiento. El libro ha sido una enorme compañía desde que aprendí a leer.


La posibilidad de vivir varias vidas

Laura García (escritora)

El libro es un objeto muy complejo, variado y lleno de cosas, es una herramienta para descubrirme a mí misma. Un contenedor de información y conocimiento; es una posibilidad para aprender. Es, además, entretenimiento, evasión, una compañía para pasar ratos en los que uno está solo, aburrido, triste o necesitando algo. En muchos casos es un transformador. Algunos textos han supuesto un replanteamiento de muchas cosas o posiciones, han sido una vía o un camino para llegar a lugares donde no tenía previsto. Un libro representa la posibilidad de vivir varias vidas y de no conformarse con la que uno tiene. Me permite tener conversaciones con personas que han vivido en otras épocas y latitudes. Me permite soñar, crear e imaginar, y sobre todo es una gran compañía. Algo que me gusta mucho de la literatura es la posibilidad de sentir. Me gusta sorprenderme llorando o enojándome después de leer una página impresa. Un libro es eso y más, algo complejo, que además puedes abrir o cerrar cuando gustes.

La lectura ha sido una gran amiga, me ha hecho mucha compañía. Ahora los libros me permiten trabajar y ese es un privilegio que agradezco día a día. La lectura y el libro es un paisaje que me gusta tener en casa. Cada libro es también una historia. ¿Cómo llegó a mí? ¿Quién me lo regaló? ¿Qué estaba pasando en mi vida cuando lo compré? ¿Qué saqué de conclusión cuando lo terminé? Soy muy apegada a mis libros. Me cuesta prestarlos o regalarlos, prefiero comprar otro ejemplar y que sea ese el que salga de mi casa. La lectura es una necesidad casi diaria. Si me voy a la cama sin haber leído siento que me falta algo. Ahora que casi no leo en la cama estoy ingresando al mundo electrónico y me está gustando mucho. Me había resistido a entrarle al libro electrónico y ahora le veo muchas ventajas, aunque no renuncio al impreso porque me gusta anotar y tenerlo, pero hay lecturas, sobre todo de trabajo que si no es por el formato electrónico no habría podido hacer. La lectura es una necesidad.


Un boleto para viajar grandes o pequeñas distancias

Malva Flores (escritora)

Un libro es como un boleto para viajar grandes o pequeñas distancias. Lo importante creo, es su capacidad para producir imaginación, eso en el caso de la poesía o la narrativa. El ensayo, la historia u otro tipo de estudio, nos abre la posibilidad de conocer otras cosas. Un libro te ofrece un viaje que quizá no podrías hacer y que puedes realizar acostado o en el camión, y aun así aprendes o imaginas cosas. Ofrece la posibilidad de visitar y construir mundos por ti mismo, esa es la diferencia con otras manifestaciones artísticas como el cine, donde también viajas, pero con imágenes que te están proponiendo. Para mí es esencial la posibilidad de construir mundos a partir del que alguien más creó. La lectura es la posibilidad de encontrar otros mundos y de encontrarse con otras personas. La literatura es una conversación, como también lo son la historia o el ensayo político. La lectura es reflexión y la posibilidad de conversar con alguien o con muchos.


El rescate de toda la experiencia humana

Rosa Beltrán (escritora)

El libro compendia no solamente una vida o una historia, sino la memoria de generaciones que nos anteceden y también la proyección de todo aquello que podemos imaginar como futuro posible. El libro es el rescate de toda la experiencia humana, es uno de los más grandes inventos. No solamente es aquello que conocemos como formato en la era Gutenberg, es decir un compendio de páginas. En sus inicios fue piedra, después fue escritura cuneiforme en tablillas y papiros. Finalmente, hoy los libros se escriben con luz en las pantallas digitales. Es decir, no importa cuál sea su formato, supone el rescate de nuestra imaginación, memoria, capacidad de viajar y de tener las vidas que no podremos vivir. Es la posibilidad de compartir conversaciones y vivencias con otros. En lo personal, el libro es el refugio de mis momentos más difíciles, miedos e incertidumbres. Es el lugar al que siempre quiero acudir.

Desde muy chica la lectura se me presentó de manera oral a través de la voz de mi mamá, quien me contaba historias. Sin tener conciencia de que eso era literatura supe que era mucho mejor el mundo narrado que el vivido. Después el mundo real se presentó como algo simplificado, una versión chafa de las historias compartidas. A una edad joven la literatura se convirtió en la mejor manera de comprender el mundo. Sin ella no podríamos comprender lo que vivimos. En los libros está la experiencia que puede dictarnos qué hacer. A veces he fantaseado con que las respuestas a lo que necesito está en los libros que he leído. Me he comportado como algunos de mis personajes favoritos de novelas y gracias a eso me he podido explicar la realidad. A veces me he sentido como en La metamorfosis, de Kafka, también he sido Madame Bovary y Julien Sorel, o un personaje que se transforma y cambia de género. Alguien que se inventa su identidad y he podido ser hombre, mujer y un ser no binario. Realmente la identidad que nos ponemos desde afuera es insuficiente. Para mí la experiencia de la lectura ha sido todo.


Un dique contra la barbarie

Mauricio Montiel Figueras (escritor)

Un libro es un dique contra la barbarie, que nos permite al menos poner un freno a la violencia y al sinsentido que caracteriza a la humanidad,

La lectura, para mí, es un acto tan importante como respirar. Es otra forma de la respiración, yo no podría vivir sin ella. Y me parece que sí nos posibilita hacer eso: tener otro modo de respirar, de inspirar y de expirar.


Una especie trampa del tiempo y el espacio

Brenda Ríos (escritora)

Decía Borges que el libro es la extensión de la imaginación, así como la herramienta es la extensión de la mano. Para mí, es una manera de estar en contacto con personas que ya no están en el mundo. Es una especie de trampa del tiempo y el espacio, para entender cómo vivían hace 200 años las personas, qué pensaban, qué creían. Un libro es una especie de nave espacial, para estar en otro lugar.

La persona que lee nunca deja de leer, a diferencia de quien hace yoga o nada y un día, tres meses después, va a dejar de hacer yoga o de nadar. La persona que lee, hasta donde yo sé, nunca va a dejar de leer. Tiene que ver con una cuestión de encuentro con el libro y con uno mismo, leer un libro es estar con uno mismo. Entonces, para mí la lectura significa principalmente poder ser capaces de sorprendernos, quizás en eso radica el éxito de leer, en el formato que sea, en el impreso o en el electrónico, incluso las personas que creen que no leen y leen mensajes, memes, en el celular, eso es también un ejercicio de lectura, validada o no por un sistema que da prestigio a cierto tipo de literatura. Por eso es fundamental que uno lea. A mí no me gusta que la lectura sea obligatoria, uno debe encontrar el modo de compartir el por qué leemos para que los demás se contagien. También es un hallazgo saber que uno no lee exclusivamente para ser alguien o para escribir o para ser mejor. Es una gran falacia creer que la lectura nos hace mejores o que leemos para aprender, más bien tiene que ver con otra cosa: con descanso, con placer, y a la vez con descubrimiento. Por eso la lectura me parece fundamental.


El libro permite fundar un presente

Alan Valdez (poeta)

Un libro es ante todo una forma de conversación, y como todo diálogo, hay siempre dos participantes interpelándose de manera continua. El libro permite entonces fundar un presente, el presente más tangible de todos porque logra emancipar a dos sujetos que nunca se podrían conocer, de sus limitaciones espacio temporales. Es ahí entre el silencio de una palabra y otra donde conviven dos soledades que nunca debieron encontrarse pero que a pesar del mundo lo están. Y ahí es cuando creo que el libro logra su primera victoria, la de reducir geografías y épocas al gesto de una página, mientras que a su vez diluye los límites de un mundo que en la cotidianidad pareciera ser algo predecible y pequeño.

No creo especialmente en los milagros, pero si hubiera que creer uno, pienso que el libro es una de sus manifestaciones, especialmente por esta cosa de hacernos sentir menos perecederos, al menos mientras se lee.

Creo que la segunda forma de reconocernos como personas y de diferenciarnos de los otros, después de vernos al espejo, es por medio de la lectura. Y aquí me permitiré decir lectura como se dice interpretación. A partir de asimilar el mundo en nosotros, generamos una proximidad y una distancia que funda quiénes somos. Ahora, hablando particularmente de la lectura en términos del libro, asumo que leer es una de las maneras del silencio, pero silencio no entendido como antónimo del lenguaje, sino de hecho como una condición necesaria del mismo. Es ahí en ese hueco que cada libro le hace al mundo, donde una voz a la que no le podemos subir el volumen encuentra razón de ser para repetirnos lo que otra persona también en soledad pensó de las cosas que pasan. Leer no nos hace mejores personas como consecuencia directa, en realidad, esa concepción moralina de la lectura aleja posibles lectores. Lo que en realidad hace la lectura con uno es más bien mostrarnos cómo es posible descomponer la condición humana en todas sus posibilidades, buenas y malas en superlativo. Se lee porque uno no está de acuerdo con uno mismo, y generalmente un libro acaba por confirmarnos eso.


Una herramienta para interpretar la realidad

Gabriel Bernal Granados (escritor)

El libro empezó siendo un objeto de fascinación —desde niño y antes de leer a conciencia, el libro era eso: objeto para el tacto, escultura manual y portátil que tenía una finalidad más allá de su contemplación—, y se fue convirtiendo poco a poco en herramienta para interpretar la realidad. En El nombre de la rosa de Umberto Eco, ese libro es la biblioteca y la biblioteca es una metáfora del universo. Pero el libro es también vehículo y máquina del tiempo. Sirve esencialmente para viajar, sin necesidad de moverse del lugar donde uno se encuentra. El desplazamiento no solo es en el espacio sino en el tiempo: si lees Julio César de Shakespeare puedes desplazarte y habitar, por tanto tiempo como tu imaginación te lo permita, en la Roma anterior al surgimiento del Imperio, 40 años antes del nacimiento de Cristo. Pero los libros también pueden ser drogas altamente eficientes: activan zonas del cerebro que se encuentran dormidas o en desuso, y vuelven más amplia, por tanto, nuestra noción de “realidad”. De la lectura de Julio César —para seguir con este mismo ejemplo— no solo se desprende una lección de historia, sino una serie de ideas —y consecuencias— respecto de la transición que afectó el imaginario de las personas cuando la ciudad se deslindó, casi por completo, de la Naturaleza y los habitantes de la urbe dejaron de creer en augurios o en la intervención de un orden superior en el nuestro. César no sólo muere porque tiene que morir sino, sobre todo, porque deja de creer. Eso son, en el fondo, el libro y la lectura: mecanismos eficientes que el hombre ha concebido para transmitir el saber e impedir que el conocimiento se vuelva sujeto de una cadena interrumpida.


La lectura, una forma de consciencia colectiva

José Luís Peixoto (escritor)

Los libros pueden ser bien más complejos que la definición convencional de libro. Sin embargo, un libro será siempre un objecto del pensamiento humano, una forma de comunicación entre personas. Cualquier que sea la naturaleza del libro, siempre estará cargado de materias de la experiencia y del conocimiento humano. De esa manera, los libros llevan nuestras memorias como especie, contribuyen para que se mantengan los aprendizajes que alcanzamos, que se compartan con los otros y, mismo, con las generaciones que vendrán.

La lectura, por otra parte, es una de las garantías del desarrollo individual y de la evolución colectiva. La lectura nos ayuda a pensar, a reflexionar sobre la vida y el mundo. Adquirimos la experiencia de los otros, plasmada en los libros, a través de la experiencia de la lectura. Al mismo tiempo, la lectura es una forma de consciencia colectiva. La identidad de los pueblos sale más sólida cuando hay un fuerte patrimonio escrito.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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