Quisiera saludar al mundo,
pero no soy Walt Whitman;
lo celebro según mi empeño,
pero me duele.
Amo la sonrisa mandarina de los domingos,
el olor tardío de la albahaca,
los cascabeles que cimbra el viento entre las hojas.
Amo, huelo, palpo, pruebo, escucho y miro el mundo que se detiene
en la resolana que templa lo que escribo
que me nace un sentimiento insoportable de saludar al mundo;
pero no soy Walt Whitman,
lo celebro según mi empeño,
pero me duele.
ÁSS