Ricardo Garibay fue uno de los escritores mexicanos más poderosos y prolíficos del siglo XX, un provocador admirable, enamorado de la literatura y de la vida cuya obra no ha perdido vigencia.
La editorial Cal y Arena publicó en 2013 Ricardo Garibay. Antología, seleccionada y prologada por Josefina Estrada, lectora acuciosa del escritor que hizo de su vida una fuente inagotable de temas literarios.
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Garibay escribió novela, teatro, cuento, crónica, crítica y semblanzas como aquella de Gustavo Díaz Ordaz, incluida en el libro preparado por Estrada, que le valió el reclamo de Carlos Monsiváis. La semblanza es un elogio, pero también una mirada despiadada al aspecto físico y a la manera de ser del gobernante mexicano.
Ricardo Garibay nació en Tulancingo, Hidalgo, el 18 de enero de 1923. En 1955 comenzó a trabajar para un cine que siempre vio con desprecio. Lo hizo por necesidad, a veces sin el crédito correspondiente ni la paga convenida. Sin embargo, pese a todo, logró guiones memorables como el de Ánimas Trujano. El hombre importante.
Ánimas Trujano, con el japonés Toshiro Mifune, fue uno de los momentos más altos de su colaboración con el director Ismael Rodríguez, quien aparece como coautor del guión. Es la desesperante historia de un indígena oaxaqueño que sueña con convertirse en mayordomo de las fiestas de su pueblo.
Otro de los éxitos de la asociación de Garibay con Rodríguez fue Los Hermanos del Hierro, que años después daría lugar a la novela Par de Reyes, una de las más celebradas del hidalguense. Protagonizado por Julio Alemán y Antonio Aguilar, es un western que explora los tenebrosos territorios de la venganza.
Autor de novelas como Beber un cáliz y Triste domingo, Garibay fue escalando poco a poco las cumbres de la literatura. Dejó de ser un guionista mal pagado para vender muy bien sus propias historias a una industria que nunca lo dejó satisfecho. Eso sucedió con su crónica Las glorias del gran Púas, llevada al cine en 1984.
Las glorias del gran Púas cuenta sus andanzas con Rubén Olivares, uno de los grandes ídolos del boxeo mexicano. Garibay vendió los derechos y jamás tuvo la curiosidad de asomarse al bodrio perpetrado por Roberto G. Rivera y donde él es interpretado por Víctor Manuel El Güero Castro.
Garibay murió el 4 de mayo de 1999. Entre sus últimos trabajos para el cine están los guiones de Toña Machetes, por el que fue retribuido generosamente, y La casa que arde de noche, basado en su novela homónima. Ambas películas fueron estelarizadas por Sonia Infante y están en la estela del cine tan fallido como pretencioso que él desdeñaba.
Controvertido y temperamental, Ricardo Garibay escribió algunas de las páginas más intensas de la literatura mexicana a las que siempre vale la pena volver.
ÁSS