Bresson: el cine en estado puro

Personajes

Consolidado como uno de los grandes cineastas del siglo XX, el realizador francés no creía en las puestas en escena ni en el trabajo de actores profesionales.

Robert Bresson, 1901-1999. (Archivo)
Andrea Serdio
Ciudad de México /

Bresson por Bresson, publicado por la editorial argentina El cuenco de plata, es un compendio de entrevistas realizadas entre 1943 y 1983 con el director de Los asuntos públicos, su cortometraje de 1934 con el que dio comienzo su singular carrera, que continuó nueve años después con Los ángeles del pecado, en plena guerra mundial.

Bresson, quien nació en 1901 y murió en 1999, fue un hombre perseverante en su concepto del cinematógrafo, que oponía al de cine, que para él no era sino teatro filmado. No creía en las puestas en escena ni en el trabajo de actores profesionales, aunque, por exigencia de sus productores, los utilizó en películas como Las damas del bosque de Bolonia.

Para Bresson la búsqueda interior era lo más importante; en sus filmes no emplea palabras en balde y las más de las veces sus actores son aficionados o ni siquiera actores sino solo modelos, dispuestos a dejarse transformar en la sucesión permanente de hechos, imágenes y sonidos con que se forma una película. De ahí la economía de recursos y a la vez la maestría con que crea filmes como Un condenado a muerte se escapa.

Pickpocket es una de las películas más brillantes de Bresson, quien en ella no oculta su fascinación por la extraordinaria habilidad de los carteristas en París. En la cinta, las verdaderas protagonistas son las manos, que parecen cobrar vida y moverse de manera independiente. Es un filme con muy pocos diálogos en el que un joven lucha contra la tentación por el robo mientras sus manos —siempre ellas— lo incitan y llevan a cometerlo.

Bresson filmó muy pocas películas, no por falta de ganas sino de productores interesados en financiar proyectos radicalmente opuestos a las leyes del mercado y el star system. En sus películas buscaba el ascetismo, el despojamiento de todo lo superfluo; el diálogo con el espectador atento a detalles y tensiones interiores como sucede en el hermoso y conmovedor filme El proceso de Juana de Arco, su homenaje a la heroína y santa francesa.

Al azar, Balthazar es una de sus películas más elogiadas. Es la historia de un burro que pasa por diferentes dueños que lo hacen padecer los vicios capitales del ser humano. La mirada del animal estruja, es triste y desconcertada; el burro muere de sufrimiento. Es un filme terrible, señaló Jean-Luc Godard y Marguerite Duras lo catalogó como cine en estado puro.

Diario de un cura rural, Mouchette, Una mujer dulce, Cuatro noches de un soñador, Lancelot du Lac, El diablo probablemente y El dinero completan la obra de Bresson, un hombre que buscaba iluminar y ser iluminado por sus actores no profesionales, por sus modelos si se prefiere, que creía en la predestinación pero también en el azar y que, tal vez sin pretenderlo, se convirtió en uno de los grandes cineastas del siglo XX.

Bresson por Bresson es el testimonio de un artista de pocas palabras, que amaba la libertad y marchaba hacia lo desconocido dejándose llevar por la cámara.

AQ

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