Sombras y eternidad de Rosaura Revueltas

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La Casa de la Cultura Reyes Heroles exhibe una muestra dedicada a la protagonista de 'La sal de la tierra', que le ganó la admiración en Europa y el repudio en su país natal.

Rosaura Revueltas, 1910-1996. (Archivo)
Angélica Abelleyra
Ciudad de México /

Era una mujer que lo tenía todo: bienestar económico, belleza, el amor de su pareja y el de su familia. Hizo entonces una película que le atrajo reconocimiento fuera del país y rechazo y ninguneo dentro, una película que le trazó una marca con sello de agua y fuego para su trayectoria como actriz de cine y teatro, bailarina, partícipe en el célebre grupo de Bertolt Brecht, pero también tiple segunda de teatro de revista, miliciana en Cuba y cronista de los andares, los logros y tropiezos de su clan marcado por el talento, la celebridad y la desgracia.

La exposición en torno a Rosaura Revueltas (1910-1996) se abre este sábado en la Casa de la Cultura Reyes Heroles (Coyoacán, Ciudad de México) para mostrar la veta cinematográfica de la nieta de un minero que soñó con ser trapecista, que fue amante del color blanco en sus vestidos y enemiga del agua fría y la asistencia al colegio.

Eva Bodenstedt, extensión de su querida Oma, es artífice aliada con tres mujeres que la han sostenido en la revisión del archivo documental que recibió como herencia de su abuela. Las cómplices son la promotora cultural Miriam Kaiser, la investigadora Ivett Sandoval y la cineasta Saudhi Batalla, quienes desvalijaron cajas y álbumes para escudriñar en fotos, cartas, carteles y en cientos de documentos hemerográficos que a Eva le siguen marcando un dolor en el pecho. “Algo dentro se me estruja cuando hablo de mi abuela. Me sigue doliendo porque para mí era mi madre y tener su archivo es echarme un clavado en el que sola no puedo. Miriam, Ivett y Saudhi me han ayudado a no desbaratarme cuando abría cada caja. Sin su apoyo quizás hubiera optado por una universidad para decirle: ‘aquí tienen la vida de Rosaura Revueltas’ ”.

Pero no sucedió. Eva unió los ánimos y los archiveros junto a seis manos más y cientos de ideas para enfocarse en el sendero de Rosaura como actriz de cine y, muy en especial, en la valía de una cinta: La sal de la tierra (1953), que la condujo a un remolino entre la eternidad y la sepultura. Provocó su deportación de Estados Unidos y el ninguneo en México; la celebridad y los aplausos en Europa, siempre con la convicción de la trascendencia de una película que muestra el valor de la unión entre mujeres luchonas y mineros que, aun llenos de machismo, intentan ser diestros con los hijos y en la cocina, y todos juntos caminan en pos de la igualdad y la libertad.

Con 70 años a cuestas, Salt of Earth nació en los tiempos estadunidenses del macartismo. Como cualquier pensamiento, obra o proyecto que oliera a comunismo en aquellos años, la película fue víctima de una cacería. Rodada en Nuevo México en un pueblo que primero se habría llamado San Marcos y luego Zinc Town, con la mina de la Delaware Zinc Inc., no resultó inmune a las autoridades que la consideraron “de rojillos”, como en la cinta se nombra a los mineros en huelga. Contó con escasos profesionales de la escena y en su lugar las locaciones mineras fueron ocupadas por una mayoría de no-actores tanto mexicanos como estadunidenses o “americanos libres” (tal como se les llama en la obra de Michael Wilson, dirigida por Herbert J. Biberman). Mujeres y hombres que interpretaban una ficción de lo que hacían en la vida: ser mineros o esposas de los mineros en la defensa de su dignidad.

Rosaura Revueltas escaló la fama como Esperanza Quintero, cónyuge sumisa y tímida primero, desafiante y llena de valentía después ante su compañero Ramón, el minero que encabeza una huelga. Mucho se ha escrito sobre esta cinta que surcó festivales, obtuvo premios y generó conferencias en Alemania, Polonia, Moscú, China y Cuba, entre otros sitios en donde convocó entusiasmo y adhesiones. De todo ello se hace referencia en la exposición documental en el recinto de Coyoacán, con una duración de tres meses, más un homenaje a la septuagenaria La sal de la tierra, con apoyo de la Cineteca Nacional para diversas proyecciones y el despliegue de conferencias.

Anuncio del estreno de 'La sal de la tierra'. (Cortesía)

Documental y libro en la mira

“Un árbol con muchas ramas al que de repente le empieza a crecer el follaje”. Así describe Eva Bodenstedt el archivo que recibió de su abuela y que Miriam Kaiser y sus otras aliadas le han ayudado a revisar.

Desde la proximidad que alienta lo íntimo, Eva sumó otras miradas para ampliar la historia de sus antepasados. Primero fue la de Ivett Sandoval, duranguense como Rosaura y autora de Mexico's Esperanza, su tesis-investigación sobre el camino teatral de Rosaura Revueltas. A la lectura de ese estudio de 2003 que le abrió cerrojos, Eva sumó un viaje a Santa Fe, Nuevo México, en donde todas las calles de Silver City (cerca de la mina en donde se rodó La sal de la tierra) tenían afiches con el rostro de su abuela ya que se realizaba un ciclo de conferencias sobre el cine en la política, además de la proyección de la cinta. En pines, calcomanías, imanes, bolígrafos, camisetas y hasta en pinzas para colgar la ropa deambulaba Esperanza-Rosaura, por lo que aquella multiplicación “me hizo darme cuenta de quién era mi abuela afuera de la casa”.

Se planteó hacer un documental (que está en curso y no le preocupa cuándo lo concluirá porque por ahora no cuenta con apoyos), un libro, más esta exhibición que le otorgó un regalo adicional: estar cerca de Miriam Kaiser y que le ofreciera el contexto para cada foto, carta o recorte de revista con la consecuente riqueza para una historia como la de Rosaura, y que escribió Los Revueltas. Biografía de una familia (FCE, 2021).

Rosaura Revueltas fue acosada por sus posturas políticas. (Cortesía)

Un retrato con muchas voces

Miriam Kaiser tuvo el privilegio de conocer a otra integrante de la tribu Revueltas: Consuelo (1907-1990), la tercera de los doce hermanos y pintora naif que en 1986 expuso en el Museo del Palacio de Bellas Artes cuando Kaiser lo dirigía. Treinta y cuatro años después de aquella presencia, para la nueva edición del libro a cargo del FCE, Eva invitó a Miriam a escribir sobre la pintora con escaso reconocimiento y ambas sellaron una cercanía, reforzada ahora con la muestra en torno a Rosaura, de quien la curadora bosqueja: “Es un diamante con todas las caras pulidas, así que esta exhibición puede ser un buen inicio para que el público vaya introduciéndose en la espiral que es ella. La sal de la tierra fue la puerta más grande de Rosaura hacia la eternidad y al mismo tiempo hacia su sepultura en vida en México… pero no en Europa. Fue la primera mexicana —creo que la única— en estar en el teatro de Bertolt Brecht, la mejor escuela europea de entonces. Y nuestra misión y objetivo es que con la muestra se le ponga en el sitio que merece; es una más de las mujeres en México sin el lugar preponderante que debiera tener. Apenas esto es el primer árbol”.

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En entrevista virtual con Kaiser y esta reportera, Eva habla, gesticula y emprende proyectos desde sus pasiones: la naturaleza y sus cuidados, el mar y sus seres, las comunidades originarias y su dignidad, la escritura, su familia. Es documentalista y escritora. Entre otras obras, al lado de la cineasta Saudhi Batalla creó Mazunte y como escritora coordinó y prologó la edición más reciente de Los Revueltas (FCE), en donde se adicionan textos de familiares y de especialistas para ahondar en Fermín y Consuelo, enriqueciendo así la narración original de Rosaura como autora del retrato familiar impreso.

Y en su propio rostro, ve algo de los impulsos de su tío Silvestre —a la par de célebre compositor de música, un escritor poco conocido—: “la pluma es cómplice que no te responde nada y te responde todo sin cuestionarte”, refrenda Eva.

¿Por qué te sigue doliendo Rosaura Revueltas?

Porque para mí era mi madre y, aunque creo que trascendí su muerte, me sigue llegando. Su archivo es arribar a un lugar en donde echarme un clavado, sola no puedo. Haber crecido con mi abuela fue estar en un mundo de información sobre toda la familia en un abanico amplísimo. Abrir el archivo es ponerle rostros a todo ello, lo cual es muy rico. Alguna vez mi abuela me dijo: “Nunca digas que eres Revueltas porque se te van a cerrar las puertas”. No he tenido mayor problema porque mi apellido es Bodenstedt Engel Cowrie, así que lo que tengo de Revueltas lo llevo en la sangre, luchando con un idealismo muy claro. Y agradezco al infinito el pertenecer a una familia que, desde que se unieron doña Romana y don José, se entregaron a quienes trajeron al mundo. No uso en absoluto el apellido, pero lo voy a poner en alto con mi documental.

En este camino de revisión del archivo ¿qué sorpresas te has llevado?

Lo primero que me viene a la mente es cuando estaba con Miriam Kaiser y leímos cartas de mi abuela, tanto manuscritas como a máquina, en donde escribió sobre su pensamiento comunista. Después de que va a Moscú, donde se presenta La sal de la tierra, le muestran un país y un deseo de que todos tengan educación, cultura y la oportunidad de vivir con dignidad. Me doy cuenta que, más allá de dogmas o de pertenecer a un sistema o a una política, […] dentro de mi abuela va creciendo este idealismo, estas ganas y esta lucha de que la gente sea letrada, que tenga la oportunidad de crecer y no sea homúnculo de un sistema. Ella toma el ejemplo de su tiempo en Moscú, en Varsovia y en una naciente farsa porque todos los de arriba utilizan a la población vendiéndoles rojo o blanco para sus propios intereses, que es lo que estamos viviendo hoy.

Justo es la pregunta. ¿Qué importancia tiene mostrar a una mujer como Rosaura Revueltas en los momentos en que hoy transita México?

La muestra sobre Rosaura Revueltas nos servirá mucho para advertir que sólo uniéndonos todes, todas, todos sin excluir a nadie sino incluyéndonos sin importar clases sociales ni géneros o ideologías, a darnos cuenta de que a través de la información que ya tenemos y mediante el aprendizaje y con la unión, podemos defendernos ante los gobiernos y ante los Estados bajo los cuales estamos sufriendo una transformación cada vez más deleznable.

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Eva es expansiva con sus brazos que lo quieren abarcar todo. El límite es la pantalla de la computadora a través de la cual nos miramos. También se expande con palabras: “La exposición quizá nos ayude a mostrar cómo asumir la vida y, con el ejemplo de Rosaura, detonar en las personas su poder de ser quienes son para unirse y formar en sus barrios y colonias una relación con las artes para manifestarse, encontrarse y vivir su pedazo de vida de una forma satisfactoria. Invito a la gente a que vaya a la exposición para ser capturada por la vida de Rosaura”.

Para la documentalista, no hay ejemplo más claro que los Revueltas de “una familia que hizo todo lo posible para que sus hijos tuvieran las oportunidades de crecer y desarrollarse”. El matrimonio humilde de comerciantes apoyó a sus doce hijos para que lograran trascender. “Eran idealistas y crecen en un momento en que se pelea el poder entre el capitalismo y el comunismo. José acaba en la cárcel, Rosaura es deportada, Consuelo tiene en la pintura una visión para mostrarnos nuestro México de adobe, teja y mercados. Silvestre, Fermín y José son reconocidos y tienen su lugar, Rosaura no”.

Y así como esparció pétalos de flores para trazar el camino que seguiría el féretro de su abuela Rosaura hacia la carroza, hoy Eva Bodenstedt y sus aliadas continúan dando cuerpo a la figura de una creadora que ofreció su labor para tantos y desde tantas aristas. “No se irá sin sendero”, se prometió Eva en 1996 al llorar la partida de su Oma ante decenas de arreglos florales enviados por las autoridades mexicanas que en algún momento la ningunearon por más de cuatro décadas.

“No se irá sin sendero”, refrenda ahora. Y ese sendero se amplía y clarifica.

AQ

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