Rose Mary Salum: “En los cuentos me gusta experimentar, explorar caminos nuevos”

Entrevista

En su libro más reciente, ‘Donde el río se toca’, la escritora y académica mexicana radicada en Estados Unidos reúne cuentos cuya unidad la da el hecho de que los protagonistas son animales, lo que le permite indagar en la naturaleza humana.

La cuentista, profesora y editora mexicana Rose Mary Salum. (Cortesía de la autora)
Silvia Herrera
Ciudad de México /

Escritora, editora y académica, Rose Mary Salum es autora de casi una decena de libros que incluyen ensayo, antología y cuento; algunos de ellos han obtenido prestigiosos premios. El agua que mece el silencio (2015) obtuvo el Premio Panamericano Carlos Montemayor y el International Latino Book Award; Tres semillas de granada. Ensayos desde el inframundo (2020) ganó la Bronze Medal at the Florida Book Awards. En su obra destacan las antologías Almalafa y Caligrafía: Literatura de origen árabe en América Latina (2010) y Delta de las arenas. Cuentos árabes, judíos (2013), que nos llevan a otra zona de sus raíces. Su libro más reciente es Donde el río se toca (Sudaquia 2022), que reúne cuentos cuya unidad la da el hecho de que los protagonistas son animales, pero como es característico de los buenos creadores, eso le permite a Salum ahondar en la naturaleza humana. El libro es el centro de la siguiente conversación.

En el libro Tres semillas de granada hablas de que tu familia se vio obligada a salir del país por la creciente violencia, este hecho ¿qué tanto determinó tu destino como escritora?, ¿crees que si hubieran permanecido aquí, te hubieras dedicado a otra cosa?

Mi salida determinó mi destino en tanto que me convirtió en una escritora migrante. El destierro tiene la virtud de ofrecer un punto de vista distinto al que se observa desde el propio nido y por ello, me dio una perspectiva lo suficientemente amplia como para preservar un poco de objetividad. Mi visión de la realidad recoge una triada de perspectivas que han enriquecido mi escritura, la de México, Estados Unidos y Líbano, el país en el que nacieron mis abuelos. Si me hubiera quedado en México seguiría escribiendo, ya lo hacía entonces y lo sigo haciendo, solo que ahora con la capacidad de entender mejor los movimientos intrínsecos a la migración. Lo que sí se trastocó en esta salida fue, sin embargo, mi postura y mi trabajo como editora. Ahora me interesa promover nuestra cultura en el extranjero, mostrar la excelencia de nuestras producciones y mi trabajo como editora me facilita esa posición.

Ya centrándonos en Donde el río se toca, el cuento “La gallina cocinada” es un homenaje a Horacio Quiroga, quien, como sabemos tiene un “Decálogo del perfecto cuentista”. ¿Cuál es tu idea del cuento?, ¿qué te permite expresar?

Sí, hay muchas lecturas a lo largo del libro que le hacen un guiño al lector sobre textos pasados. Incluso es otro de los hilos conductores que hacen de estos cuentos un libro. En los cuentos me gusta experimentar, explorar caminos nuevos, lograr que las historias tengan muchas capas, que con cada vuelta a la lectura aparezcan nuevos temas. A pesar de que Quiroga ha sido un maestro para mí, a diferencia de algunos puntos de su decálogo, a veces sí empiezo a escribir sin saber hacia dónde voy. E incluso muchas veces sí me dejo llevar por el “imperio de la emoción”. Y es que me parece importante respetar el proceso creativo y que el motor del texto también sea visceral y no solo racional. Pienso incluso que aún hay muchas historias por descubrir dentro de ese gran contenedor que es el cuento.

Como queda claro desde el principio, los protagonistas de los cuentos son animales pero no haces fábulas —es decir, no hay intención de moralizar—, sino que son compañeros de vida. En “La gata en cuarentena”, uno de los mejores del volumen, ella es una especie de voyeur de una escena violenta que sucede en el encierro. Me parece que exacerba aún más lo que padecimos en la pandemia.

Este fue un libro, como otros tantos, que cobraron vida en la pandemia. Sin embargo, no es un libro sobre la pandemia. Y a pesar de que todos estábamos recibiendo las mismas malas noticias en todo momento y al mismo tiempo, horas más, horas menos de diferencia, todos estábamos siendo testigos de lo mismo: el encierro, el miedo, la angustia, la violencia, las dinámicas de poder. La gata quiere acceder a todo eso que ve por la ventana, dejar su huella, pero hay una ventana de por medio, existe un filtro que no le permite actuar, tomar decisiones o responder como es debido. Y eso nos pasó a todos. Veíamos al mundo desde un interior que, hasta ese momento, habíamos ignorado ya sea por trabajo, ya sea por distracción, ya sea porque estábamos demasiado invertidos en el mundo exterior. El encierro puso en evidencia dinámicas internas que nos horrorizó a muchos; nos obligó a tomar conciencia de esa realidad.

Si bien, en la mayoría los temas son graves —violencia y muerte—, en “El zángano” el humor se hace presente. Uno de tus lectores, ve este cuento como una escena loca digna de una película de los hermanos Marx. ¿Qué papel juega el humor en tu obra?

Este libro fue un ejercicio que se desarrolló en distintos niveles, desde el temático y el tono hasta el humor que habita algunos de los cuentos del libro. Me interesaba explorar otros caminos del lenguaje y despojarlo de todo ornamento, así como explorar el humor que puede surgir de situaciones extraordinarias. Dos características que no necesariamente han estado presentes en mis obras anteriores. Así que, al ver el resultado, la primera sorprendida fui yo.

La relación de pareja es uno de los temas que encontramos, lo que expones de ella es una situación de crisis y violencia. ¿Consideras que estos aspectos son los que predominan en las relaciones de nuestros días?

Sí, al tratar de explorar los códigos presentes en las relaciones humanas, esas formas de relacionarnos no solo con las parejas sino con otras personas de nuestro mismo género, con nuestros compañeros, en el trabajo o entre nuestras amistades, en las relaciones de padres e hijos, la dinámica de poder y, a veces incluso de violencia y abuso, surgen de manera constante, pero a veces también inconsciente. Si bien pienso que con el exceso de información ahora todo es más evidente, es decir, la información sobra, aunque no por ello el conocimiento, esos aspectos le son más inherentes a la condición humana que a nuestros días. Esta forma de relacionarnos ha existido desde que el hombre es hombre. Hace algún tiempo tuve la fortuna de visitar las pinturas rupestres y todos estos aspectos estaban allí desde entonces. Es solo que ahora estamos más enterados.

Para cerrar, otra pregunta que no tiene que ver con el libro. En tanto escritora y académica si bien la presencia latinoamericana ha sido constante en Estados Unidos ¿crees que haya más reconocimiento a su labor en la actualidad?

En algunos casos, el reconocimiento a la labor de algunos creadores ha llegado pero no ha sido así para todos. No al menos como se debiera. En el mundo académico, he sido testigo de cómo departamentos enteros de universidades en las que he enseñado han desaparecido o se están tomando todas las medidas para reducirlos a lo indispensable. En este momento en el que se encuentra el país, un momento que se busca dar voz por igual a las minorías, la presencia latinoamericana sigue relegada a un segundo plano. No veo a las universidades contratando a más profesores en español, por el contrario, ya lo decía, las oportunidades se están reduciendo.

En cuanto al mundo editorial, son las leyes del mercado las que determinan la presencia de los autores. Pero si tan solo un tres por ciento de lo que se publica en el mundo editorial estadunidense, son traducciones de todas partes del mundo (cifra que no se ha movido desde que llegué este país hace ya más de 20 años) la posibilidad de un éxito editorial escrito por un latinoamericano se reduce considerablemente. Y esto se traduce en un círculo vicioso: la gente no compra libros traducidos porque los editores no los fomentan y los editores no publican obras en traducción porque los lectores no los consumen.

En corto, hay más latinoamericanos trabajando por una presencia en todas las disciplinas, incluso la cultural. Pero no hay un mayor reconocimiento, así como tampoco hay un espacio más generoso ni tampoco los apoyos necesarios para que estas manifestaciones culturales sean reconocidas.

AQ

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