Salvador Gallardo: “La obra de Jünger está fuertemente comprometida con su tiempo”

Entrevista

La obra del autor de ‘Tempestades de acero’ está fuertemente comprometida con su tiempo. “Fue un hombre que se jugó la vida en el momento en que había que jugársela con una posición incontestable de crítica al nazismo”, afirma el escritor mexicano.

Salvador Gallardo, autor de 'Ernst Jünger. La resistencia al presente'. (Cortesía)
Silvia Herrera
Ciudad de México /

Persona longeva, el escritor alemán Ernst Jünger (1895-1998) fue participante y testigo de los acontecimientos más importantes del siglo XX: las dos guerras mundiales, la división del mundo en dos bandos que dio origen a la Guerra Fría. Su heterodoxia y originalidad se deben a que es un escritor-pensador; su obra, que incluye novela, ensayo y diarios están enfocadas a expresar su visión de la realidad. El libro de Salvador Gallardo, Ernst Jünger. La resistencia al presente (Matadero-Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2023), sigue su periplo mental, la “armazón literaria y filosófica”, según sus palabras, que le dan sentido a su obra. El volumen es una invitación para revalorar la obra del escritor alemán. En la siguiente conversación, Gallardo se detiene y amplía algunos puntos de su ensayo.

Una relación que estableces, que no deja de ser sorprendente, es la de Jünger con William Burroughs ¿puedes ahondar en ella?

Son varias las coincidencias. En principio Jünger primero, y luego Burroughs, señalan cómo los poderes contemporáneos se apropian de la vida. Jünger crea el concepto biotecnoinstrumental para hablar de las instituciones estatales contemporáneas, lo que Burroughs va a llamar biocontrol. Los dos están trabajando en la misma línea, es decir, el Estado ha llegado ya a tocar la vida misma y la incorpora por medio de estadísticas, por medio de biopolítica, y la ha incorporado y ha formado una gubernamentalidad que tiene que ver con ello. El segundo punto, que no solamente es una cuestión de, digamos, devaneo estético, sino que esta conectado con experiencias vitales, es la experimentación con las drogas; Jünger era muy amigo de Albert Hoffmann, quien sintetizó el LSD. Burroughs también trabajó en la experimentación con drogas, que ambos vieron como un modo para afinar la sensibilidad y también como un modo para escapar al biocontrol. Y la tercera es la experimentación de fases ensayísticas en sus novelas. Tanto Jünger como Burroughs utilizan muchísimos recursos; el trabajo en sus novelas ya no se trata de ver cómo piensa una bella alma o de crear un personaje con una personalidad definida. Ellos lo que hicieron fue abrir la novela a nuevos ámbitos de experimentación con el lenguaje; hay un trabajo muy fuerte con el lenguaje en los dos. Yo vería esos puntos de toque, aunque ellos nunca se conocieron.

Otros dos escritores con quienes pones en contacto a Jünger son Thoreau y Camus, quienes también, como en el caso de Burroughs, no parecen tener relación con él.

Jünger escribió en 1951 un libro que se llama La emboscadura, y la figura que sale de ese libro es El Emboscado, alguien que ya no está dispuesto a seguir la conexión de este Estado de nuevo cuño biotecnoinstrumental, sino que busca desconectarse del control por medio de una resistencia palpable y entonces se embosca. Para Jünger emboscarse significa salir del reino de la estadística, y por tanto hay una línea muy clara con Thoreau, quien en Walden muestra, a finales del siglo XIX, justamente cuando está creciendo el capitalismo mercantilista, cómo se puede crear una economía de orden vital contrapuesta a la del capitalismo mercantilista. Y para ello, se embosca. Va al bosque y, como sabes, construye una cabaña con sus propias manos, con sus propios medios, y logra generar una economía vital, es decir, él siembra sus propios alimentos, va a pescar, etcétera, genera una economía distinta que la contrapone a esta economía que en esos momentos en Estados Unidos se estaba enquistando por todos lados. Esa es la línea que tiene que ver con El Emboscado y Thoreau.

Y luego, en el mismo año 1951, Camus publica El hombre rebelde, libro que se toca muy fuertemente con La emboscadura. El hombre rebelde es todavía un individuo con derechos propios de la democracia representativa liberal; en cambio, El emboscado sabe que para sobrepasar el control de los Estados, el control que nos amenaza por todos lados, no solo en el ámbito del saber, sino también en el modo de existir, debe dejar su condición de individuo, y ése es un punto muy importante. Para Jünger el individuo está ligado a una fase del capitalismo que ya se acabó, y esa fase del capitalismo que ya se acabó es la del capitalismo liberal-democrático. El individuo, la bella alma, los soliloquios del yo, de los que hablamos hace un momento, todo ello para Jünger se ha desvanecido y hay que inventar nuevas relaciones, hay que crear nuevos valores y hay que crear nuevos modos de resistencia. Por tanto, El Emboscado no registra los poderes de la misma manera que lo hacía El hombre rebelde de Camus, o los personajes sartreanos que siempre se colocan en situaciones extremas. El Emboscado es alguien que puede trabajar en una oficina en la mañana y después, en otro lado o desde ahí mismo, desarrollar una actividad de resistencia distinta.

Entonces, sí, la obra de Jünger está fuertemente comprometida con su tiempo. De ninguna manera es una obra abstracta que trate sobre problemas abstractos, sino siempre comprometida con su tiempo. Posteriormente, en la década de 1980, publica Eumeswil, novela donde aparece otra figura de resistencia que él llama El Anarca. El Anarca es esta figura ahora tan socorrida en Europa, Estados Unidos, aquí mismo en México, que es distinta al anarquista pero que parte justamente de los análisis junguerianos sobre la resistencia en nuestro tiempo. El Anarca es alguien que resiste absolutamente porque su vida está planteada a nivel de lo elemental, y lo elemental es aquello que resiste absolutamente. Entonces, también de acuerdo a las condiciones, digamos, atmosféricas del presente es que Jünger crea estas figuras de resistencia.

Portada de 'Ernst Jünger. La resistencia al presente'. (Cortesía: Matadero)

Algo que resaltas es que un gran filósofo destaca por su trabajo conceptual y la heterodoxia de Jünger hizo que no se ligara ni a lo capitalista ni a lo comunista y creara un pensamiento más personal.

Sí, tienes razón. Escapa también de los lugares comunes de la resistencia y escapa de los lugares comunes que dicen que la democracia liberal es universal, como, por ejemplo, lo que en ese momento decía Habermas de que la democracia es universalizable. Y Jünger dice no, nunca es universalizable, la democracia también se da en una situación histórica determinada. Pero también, como dices, escapa a los esquemas de resistencia existentes. Para él, el socialismo no es más que un polo ciego de las democracias capitalistas industriales; en el socialismo también se está buscando el proceso frenético, también se está buscando descoyuntar la vida de los hombres por medio de un control que va de los saberes a los modos de existencia; en el socialismo también hay este mismo afán de progreso unidireccional.

Entonces, para él no hay salida creativa, sino que hay que inventar nuevas salidas que escapen a estos esquemas que funcionan meramente como lugares comunes. Por eso él inventa estos personajes conceptuales —El Emboscado, El Anarca— como posibilidades para resistir en la libertad, para encontrar nuevos modos de resistencia y nuevos modos de libertad.

Creo que aun ahora hay lectores de Jünger que mantienen el prejuicio de su supuesto nazismo.

Mira, todo el libro es un intento por zafarme de esa lectura. En Latinoamérica esa mala imagen se genera a partir de Borges y Silvina Ocampo; ambos admiraban Tempestades de acero, su primer libro de memorias. Borges, ya siendo muy viejo, admiraba tanto a Jünger que va a visitarlo con María Kodama a su casa en Wiflingen. Borges era mucho más famoso, sin embargo, él es el que va a rendirle honores. Pero bueno, Borges es el que inaugura esa lectura ligada a lo que se ha llamado el realismo heroico de Jünger, es decir, a la fase militar: Tempestades de acero, Juego en movimiento, etcétera. Me parece que esa lectura, aunque es muy interesante y que hay que hacerla, es muy parcial. En mi libro está muy presente el Jünger entomólogo; él mismo dice que la entomología era más importante que todo lo demás; aparece el Jünger que trabaja esta imagen del mundo como un cristal de múltiples facetas.

Además de eso, con el tiempo las cuestiones que lo ligaban al nazismo se han derrumbado completamente; ahora sabemos claramente que en 1942 los nazis prohíben sus obras; sabemos claramente, por darte algunos ejemplos más, que el Reichstag de Sajonia le pide a Hitler su cabeza cuando aparece su novela Sobre los acantilados de mármol, en donde El Gran Guardabosques es una personificación de Hitler. Luego, eso no sabe o se sabía muy poco o nadie quería reconocerlo, Jünger trabaja muy de cerca con Ernst Niekisch, que es el representante del nacionalbolchevismo en Alemania, es decir, de la izquierda bolchevique en esa época de 1935 a 1939. En 1939 Niekisch escribe un libro muy importante que se llama Hitler, la calamidad de Alemania, y por ese libro lo encierran y durante toda la Segunda Guerra Mundial se la pasa en la cárcel. Y nadie había reparado en que, contra toda racionalidad, Jünger recibe a la familia de Ernst Niekisch en su propia casa, entonces todos los ojos de los nazis voltean a verlo como una persona altamente sospechosa. Además de dos cosas que ya se sabían: Goebbles le ofrece ser senador por el Reich y Hitler le pide una cita para hablar directamente con él, y a las dos invitaciones, que son como puentes de plata que le tienden los máximos jerarcas del nazismo, Jünger dice que no. Esto me parece muy indicativo, pues como sabes tanto Heidegger como Carl Schmitt se adhieren al nazismo. Schmitt, de manera muy clara, se convierte abogado del nazismo y Heidegger solamente al comienzo y tiene ese pasaje terrible de la quema de libros, pero Jünger jamás cruzó los puentes que le tendieron los nazis. Cuando ya es capitán en la Segunda Guerra Mundial y está con el ejército de ocupación alemán en París, escribe un tratado que se llama Sobre la paz y se vuelve a poner en problemas con el régimen y los nazis lo mandan al frente ruso para ver si lo matan.

Entonces, me parece que las filiaciones que pretendían ver algunos de los críticos de Jünger, ya no se sostiene con nada. Está muy claro que, a partir de los años de 1980, toda la gente que quiso se pudo dar cuenta de que Jünger se jugó la vida en el momento en que había que jugársela con una posición incontestable de crítica al nazismo.

AQ

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