Santiago Arau: "Sólo soy un testigo que toma fotografías"

Entrevista

Territorios, libro publicado por Sexto Piso, es un compendio de imágenes aéreas donde conviven la riqueza y el caos del México contemporáneo.

El fotógrafo mexicano Santiago Arau. (Foto: Sandra Medina)
Laura Cortés
Ciudad de México /

En las imágenes del fotógrafo Santiago Arau (Ciudad de México, 1980) la belleza y el horror se abrazan. Su lente captura la coexistencia de la tragedia y la esperanza. Basta mirar sus instantáneas sobre el terremoto de 2017 o las más recientes en las cuales nos enfrenta a los diferentes rostros del covid-19.

Considerado uno de los fotógrafos mexicanos más talentosos de la actualidad, Arau es pionero en el uso de drones en el campo fotográfico y su reconocimiento lo debe, en gran medida, a sus extraordinarias postales aéreas y a la difusión que ha tenido su trabajo en las redes sociales, donde sus cientos de miles de seguidores vuelven virales sus imágenes.

Resultado de un recorrido de siete años por todo lo largo y ancho de México, Santiago Arau presenta el libro Territorios (Sexto Piso/ BBVA Bancomer), una obra con alrededor de 300 fotografías aéreas que proyectan la diversidad geográfica, el caos fronterizo y la devastación ecológica del México contemporáneo. Ochenta imágenes de este compendio conforman su primera exposición individual del mismo nombre, albergada en el Colegio de San Ildefonso e interrumpida por la contingencia sanitaria. La muestra puede apreciarse a través de recorridos virtuales en el sitio web del recinto capitalino.

––¿Cómo incursionaste en la fotografía aérea?

Desde niño me gustaban los libros con fotos aéreas. A los 15 años tomé un taller de fotografía en la preparatoria. Después empecé a retratar eventos sociales y más tarde me dediqué a la publicidad. Mis primeras fotografías aéreas fueron desde algunas azoteas. Era joven y no tenía los recursos para rentar un helicóptero o comprar un dron. Después, gracias a mi trabajo publicitario, tuve la oportunidad de subir a helicópteros y cuando los drones se volvieron más baratos ya no necesité ni avionetas ni helicópteros.

––¿Qué significa la muestra Territorios en tu trayectoria como fotógrafo digital?

Es la culminación de una etapa como fotógrafo independiente. No fue un encargo o un trabajo comisionado. Territorios nace como un proyecto personal en donde tomo fotografías de lugares que me parecen interesantes; combiné tendencias digitales con elementos tecnológicos. Durante mi recorrido por el país tomé fotografías que compartía en tiempo casi real en Facebook, Twitter e Instagram. Sin embargo, al presentarlas en otro formato, en un libro y una exposición, tienen una narrativa distinta. Al acomodar las imágenes por temas vi que tenían un hilo conductor potente, un eje narrativo que me permitía contar una historia.



––¿Cuál es la historia descrita en Territorios?

La historia de la problemática que aqueja a este país y al mundo. Desde el aire, los problemas del día a día se ven de otra manera: sobrepoblación, inseguridad, calentamiento global, deforestación, contingencia ambiental…

––¿Cómo se ven los problemas políticos o sociales desde las alturas?

Fotografiar desde arriba, desde muy alto, me permitió ver las dinámicas y los comportamientos terrestres desde otra perspectiva. Al recorrer las fronteras norte y sur del país vi la dimensión del fenómeno migratorio, la gente desplazándose de un lugar a otro. Los enormes ranchos ganaderos de 150 mil cabezas muestran a las sociedades de consumo, como la industria automotriz, que produce diariamente miles de automóviles. Desde arriba también se ven reservas vírgenes, regiones que el hombre no ha podido tocar.



––A partir de Territorios, se te ha comparado con viajeros ilustres como Alexander von Humboldt o Désiré Charnay. ¿Qué piensas de esas comparaciones?

Lo agradezco. No me puedo comparar con estos grandes nombres. Son otros tiempos y mi labor es compartir lo que estoy viendo. Los viajes de Humboldt eran verdaderos viajes. Yo hice un viaje por mi país llegando a hoteles, con un teléfono celular y con dinero en una tarjeta. Las herramientas que tenemos los cronistas de hoy son muy diferentes.

––¿Cuál ha sido la función de las redes sociales en tu trayectoria?

El terremoto de 2017 fue un pico en mi carrera. Cuando ocurrió, salí a tomar fotografías aéreas y empecé a publicarlas en las redes sociales. A partir de eso, mis imágenes tuvieron un crecimiento exponencial. No crecí con las redes sociales y en el camino he cometido errores. Trato de usarlas de manera menos personal y más profesional. Soy consciente de que mis imágenes son vistas por más de 100 mil personas y sé que no a todas les van a gustar. Trato de no responder a las críticas, ni a las negativas ni a las positivas. Hay que ser cuidadosos incluso ante los halagos, para no encandilarse. No soy ni el mejor ni el peor fotógrafo.

––¿Qué imagen nos describe como sociedad actual?

Estamos en un punto de quiebre. El tema de hoy es la pandemia que vivimos a partir de un virus. Quizá después vendrá una contingencia ambiental. Es el apocalipsis que imaginaron escritores del pasado: ciudades poco empáticas y alejadas de la naturaleza. Cada vez hay más seres humanos en el mundo y la curva de población sigue aumentando. Esa es la fotografía actual. Si no se ajusta la brújula vendrá la escasez de agua y de alimento. Las imágenes que vemos día a día son un aviso para intentar revertir la situación. Si no entendemos el mensaje, el reloj va a colapsar.

––¿La fotografía contribuye a crear conciencia?

Es algo contradictorio: hay gente especializada en temas sociales o ambientalistas que podrían explicar con precisión las cosas, pero muchas veces una fotografía ayuda más que un texto. Es más fácil digerirla y la gente le da mayor credibilidad. Vivimos un boom de la imagen y por ello hay que ser cuidadosos con su exposición. Conforme voy avanzando como fotógrafo y como persona, voy puliendo mi técnica y trato de que mis fotografías cuenten una historia. Con ellas comparto una visión personal de la realidad, pero sé que hay voces mucho más preparadas que la mía. Yo solo soy un testigo que toma fotografías.


SVS​​

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