Desde que, en tiempos de Chaplin, el cine estadunidense comenzó a pagar sueldos de millones de dólares, los críticos franceses escribieron que Hollywood iba a desaparecer. Pero aceptémoslo, todo lo vivo muere, es verdad, pero a menudo renace también. Peter Bogdanovich es noticia sobre todo porque su cine muestra el fin de un Hollywood que, como él, ha muerto.
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En efecto, su última película de ficción, She’s Funny That Way (disponible en Mubi y en Cinépolis Klic) no podría haberse filmado después del año 2017 que, como se sabe, marca el inicio del movimiento Me Too y el fin de la era de los grandes estudios en los que hombres como Harvey Weinstein podían descaradamente presumir de haber prostituido a todas las estrellas de Hollywood. Y eso es exactamente lo que hace Arnold Albertson, interpretado por el hilarante Owen Wilson. Él contrata prostitutas, las seduce con simpatía y mucho dinero. Luego, mediante un enredo que hay que ver, produce estrellas de cine que quedan agradecidas de haber participado en este comercio sexual.
¿Es cínica la película? Puede que sí. Y parece mostrar que Peter Bogdanovich y los directores que vivieron como él la reinvención de Hollywood en los años de 1970 estaban convencidos de que el mundo era así y que, como indica el título en inglés, “así era más divertido”.
En 1973 Peter Bogdanovich filmó una de las películas más hermosas de este sistema de estrellas y productores. Luna de papel fue estelarizada por Ryan O'Neal y su hija Tatum O'Neal, una maravillosa actriz que ganó el Oscar a los diez años. Luna de papel es cine hecho de nostalgia por los años de la Gran Depresión que es, claro, el tiempo en que nació Bogdanovich. Entre Luna de papel y She’s Funny That Way se mueve este sistema que produjo a Weinstein y a Woody Allen, a La guerra de las galaxias o Vaquero de medianoche.
Entre lo frívolo y lo profundo, entre lo cínico y lo romántico. Este sistema, en un instante, se derrumbó. Y sí, se derrumbó de forma tan brutal que hoy vemos She’s Funny That Way como arte de un tiempo muy lejano. Uno en que reírse de algo tan serio no estaba mal.
“¿Te acostaste con Arnold Albertson?”, pregunta una entrevistadora mal encarada. Y la protagonista responde que sí. Y que lo disfrutó. Y que le parece que está bien prostituirse porque de todas formas con los chicos con los que podría salir a su edad quieren exactamente lo mismo que los clientes, pero estos, al menos, le ponen dinero sobre la mesa.
Es importante dejar claro que el tono de She’s Funny That Way es el de una de esas comedias screwball en las que todo el elenco se burla de la moral. Un poco en el tenor de Woody Allen antes de caer en la infamia. Cuando la gente iba al cine a reírse, como en Manhattan, de que un cuarentón estuviese discretamente enamorado de una menor de edad. Y ese es justamente el Hollywood que ha muerto. Y es verdad, murió para bien, pero gracias al tono alocado y extravagante con el que Bogdanovich sabe tocar estos temas uno puede recomendar esta obra en el entendido de que recuerda un par de historias de Molière.
She’s Funny That Way es como el testamento de un director de aquel Hollywood Babilonia escrito por Kenneth Anger. Uno que no se arrepiente de nada si bien reconoce que su tiempo quedó atrás. Así parece sugerir la escena en que irrumpe en un pequeño papel Quentin Tarantino. Como si Bogdanovich dijera: “el Hollywood en el que Harvey Weinstein y yo vivimos ha muerto, es verdad, pero hay quien lo hará renacer”.
She’s Funny That Way
Peter Bogdanovich | Estados Unidos | 2014
AQ