Un día, mientras caminaba por la playa, un humilde pescador llamado Urashima Taro vio cómo un grupo de niños golpeaba a una tortuga. De inmediato acudió en auxilio del animal regañando a los niños que huyeron ante los gritos del pescador. Al día siguiente Urashima salió a pescar como de costumbre y en un mar inusualmente tranquilo se encontró de nuevo con la tortuga que se dirigió a él diciendo que era hija del emperador de los océanos que habita en el palacio submarino. Agradecida lo invitó a conocer la morada de su padre Ryugu, dragón de las profundidades que controla las mareas, y para llevarlo hasta su casa le dio al pescador la capacidad de respirar bajo las aguas. Lo invitó a montar a su espalda mientras nadaba hasta alcanzar el fondo donde se encuentra la imponente construcción hecha de coral rojo y blanco. Cuando llegaron, la tortuga se convirtió en una hermosa princesa.
El pescador se quedó a vivir en el palacio tres años, pero un día decidió volver a su casa para estar cerca de sus padres. Entonces la princesa le dio como recuerdo una hermosa caja nacarada que no debería abrir nunca. Urashima viajó de vuelta a espaldas de la tortuga, pero al llegar a su casa se percató de que nada era igual. Habían pasado 300 años desde que partió y su familia no existía más.
Ryugu es el dragón que le da nombre al palacio en la leyenda japonesa y es también el nombre que recibe un asteroide descubierto hace 24 años en las cercanías de la Tierra. Fue visitado recientemente por la sonda espacial Hayabusa 2, nave robótica construida por la Agencia Espacial Japonesa de Exploración Aeroespacial, que fue lanzada en 2014 desde el centro espacial de Tanegashima. En junio de 2018 la sonda llegó hasta su objetivo y unos meses después consiguió anclarse a la superficie del asteroide tomando muestras. En una caja sellada herméticamente trajo consigo el material de Ryugu de la misma manera como el pescador Urashima llegó hasta su casa con la singular caja que prometió no abrir nunca.
Según la historia japonesa, Urashima descansaba bajo un árbol muy triste y desolado cuando pensó que quizá la caja contenía la solución a su desafortunada situación. Fue entonces que decidió abrirla.
La caja transportada por la misión Hayabusa también fue abierta en 2020 y lo que en ella se encontró fue, curiosamente, lo mismo que el pescador Urashima vio salir de lo que era un recuerdo del palacio Ryugu. En cuanto la caja se abrió, el pescador escuchó una voz que decía: “te dije que no debías abrir la caja nunca, en ella estaba tu edad”.
Fue en ese momento que Urashima se convirtió en anciano. De la misma manera nosotros nos percatamos al abrir la caja de Hayabusa que un asteroide tan antiguo como el sistema solar contiene las primeras estructuras orgánicas que propiciaron la vida en nuestro planeta. Somos más viejos de lo que habíamos pensado.
Antes de que la bóveda sellada que nos trajo Hayabusa desde el espacio fuera analizada, pensábamos que la vida en la Tierra se originó hace 3.8 mil millones de años. Así lo demuestra el estudio de estromatolitos que debieron ser producidos por las primeras cianobacterias. Sin embargo, el hallazgo en las muestras de asteroide dice que mucho antes ya se habían formado las moléculas orgánicas precursoras de la abiogénesis. Nuestra edad no es, pues, la que habíamos pensado.
Después de un delicado análisis del material de Ryugu, los especialistas japoneses encontraron uracil, una de las bases del Ácido Ribonucleico que, como sabemos, tiene cifrada la información que permite la multiplicación de estructuras orgánicas. También se encontró niacina, así como imidazoles, que son moléculas presentes en procesos biológicos. Se pudo detectar la presencia de otras moléculas orgánicas como aminoácidos racémicos que seguramente llegaron a nuestro planeta en los albores de la formación del sistema solar. Todos estos arreglos químicos pudieron haberse formado por reacciones fotoquímicas en el medio interestelar incluso antes de que existiese nuestro sistema solar. Las moléculas se incorporarían después en asteroides que transportaron los precursores de la vida a todas partes.
Esto parece indicar que algo de nosotros llegó del cielo. Que tenemos origen extraterrestre y que el número de años con que contamos nuestra edad sobre la Tierra es mayor de lo que habíamos imaginado.
Como Urashima en la leyenda japonesa de Ryugu, hemos recibido una caja sellada que contenía nuestra edad y como el pescador hemos abierto la caja para descubrir en ella la antigüedad de la vida, los años de presencia en el sistema solar y el origen extraterrestre de lo que nos hizo posibles.
AQ