Soñar en nada | Por Avelina Lésper

Casta diva | Nuestras columnistas

"Me gusta recordar mis sueños y ver qué hay de mí y de mi realidad en ellos. Esta vida paralela me ha dado certezas y anuncios".

“¿Cuánto sabemos sobre los sueños?”. (Arte: Agustina Morel)
Ciudad de México /

La pregunta es: “¿Cuánto sabemos sobre los sueños?”. Es un test de The New York Times. Trae una serie de preguntas y una dice que el sueño más frecuente entre adultos es caer. También que soñamos unas dos horas y a todo color. Entre el 10 y el 15 por ciento son pesadillas, de esas que nos hacen levantarnos del miedo, o en el cliché de las películas que gritan y sudan. Menos del 10 por ciento son eróticos, o tal vez nadie confiesa que los tiene y por eso baja el porcentaje.

El test dice poco de mis propios sueños o de los sueños de los griegos que traducía la pitonisa o de los sueños falsos de las películas con arcángeles que baja del cielo y encomiendan una misión. Freud se concentró en las patologías de este estado de inconciencia y vulnerabilidad. Me gusta recordar mis sueños y ver qué hay de mí y de mi realidad en ellos. Esta vida paralela me ha dado certezas y anuncios, el absurdo gobierna en un lenguaje le de situaciones que nos describen lo indescriptible de nosotros.

Los sueños de otros también son palabras cifradas. Un amigo me dice: “Soñé contigo, que tenías un taller en el bosque y trabajabas con metales”. La forja, así ha sido mi vida, forjando cada momento. Los científicos no creen en la versión premonitoria y oracular de los sueños. Son traumas y obsesiones, los psiquiatras y psicólogos han sustituido a la pitonisa. La tragedia griega es como un gran sueño, el sacrificio de una mujer virgen en el altar, los augurios de Casandra, el incesto de Edipo, todo es onírico. Los dramaturgos dieron forma a algo en lo que creían y no veían como una superstición o delirio. Su sinceridad fue tal que Jung y la psiquiatría los utiliza como arquetipos de la personalidad.

En las obras de Shakespeare hay sueños o escenas que parecen sueños, Hamlet y el fantasma de su padre. Los guardias lo ven y hablan con él, tratando de saber quién es. Hamlet va al lugar de la aparición en la noche y ahí está, el fantasma y le pide vengarlo. Es un sueño, los guardias, todo es un sueño de Hamlet y eso desata la tragedia. Orquesta todo para que su tío y amante de su madre pague la injuria a su nombre, el asesinato y el atrevimiento de pervertir su estirpe. Hamlet significa “pueblo” no es un nombre, es una idea, Shakespeare lo bautiza y le entrega la conciencia popular, la Historia.

Dicen que los condenados a muerte no pueden dormir y que cuando lo hacen no recuerdan sus sueños. Creo que la muerte espanta esas imágenes, las ahuyenta para que el condenado no tenga más fuga que su designio. Los sueños de las películas y las series son malas versiones de los sueños que nacen de nuestra mente. La ficción no puede crear esa ficción que produce la inconsciencia, son versiones que avergüenzan a nuestra psique. Buñuel en Los olvidados filma un sueño perfecto, cuando el niño está con su madre, Estela Inda, y ésta saca un trozo de carne cruda de abajo de la cama y se lo ofrece. Es porque todo el cine de Buñuel es un sueño que se repite para tratar de escapar de esa prisión que es nuestra memoria.

AQ

  • Avelina Lésper

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