T. S. Eliot: el miedo y la oración

La guarida del viento

Su poesía hoy nos asombra, nos aterra y también nos consuela. Estamos juntos en el miedo y la incertidumbre.

T. S. Eliot, poeta modernista del siglo XX. (Imagen: Ángel Soto)
Alonso Cueto
Ciudad de México /

Silencioso, oculto, con su aspecto de seminarista envuelto en unas gafas de miope, T. S. Eliot sigue con nosotros, a un siglo de la publicación de La Tierra Baldía. El tono, el ritmo, la secreta fluidez de este poemario parecen encarnar la incertidumbre de los tiempos actuales. Sus frases famosas (“Te mostraré el miedo en un puñado de polvo”) nos acompañan en una época dominada por la inestabilidad, es decir por el temor. La guerra en Europa, las caídas de la democracia, los peligros de los alimentos y el agua: la idea de una tierra baldía que se aproxima no compromete sólo a Abril como “el más cruel”, sino a todos los tiempos que parecen venir.

Este norteamericano convertido en inglés, ciudadano de una lengua ambigua, originario de Saint Louis y ciudadano de Londres, lo sabía muy bien. Vivió siempre en los intersticios creados por los géneros, las geografías y las palabras. Hijo de un próspero hombre de negocios y de una mujer con afición a la literatura, Thomas Stearnes pasó su infancia recluido por una doble hernia inguinal que le impedía los deportes y dificultaba los movimientos. En sus memorias, su amigo Robert Sencourt recuerda que en esa época Eliot se acurrucaba en una ventana detrás de un enorme libro, “confrontando la droga de los sueños contra el dolor de la vida”. Los poetas simbolistas iban a acudir en su ayuda. Ellos le abrieron todas las puertas. Uno de sus hallazgos fundamentales fue Verlaine y, a través de su lectura, la poesía de Tristan Corbiére cuyos “Amores Amarillos” lo conmovieron. La idea del amor como la obsesión precaria y desconsolada de un alma solitaria iba a ser el gran tema de “La canción de amor de J. Alfred Prufrock”.

Y fue así que, estando en Inglaterra, se despertó en él un amor por la institutriz Vivianne Haigh-Wood con quien iba a casarse en 1915 a los veintiséis años. La enfermedad nerviosa y mental de Vivianne, las propias dolencias de Eliot y el fin turbulento y doloroso de su relación iba a crear las condiciones para la creación de La Tierra Baldía, que pronto cumple cien años. Publicado en octubre de 1922, en The Criterion, el poemario está dedicado a Ezra Pound, “il miglior fabbro”, quien había contribuido de un modo decisivo a su corrección. Compuesto por 434 versos, el poemario habla de algunos mitos clásicos como el Santo Grial y el Rey Pescador mezclándolos con alusiones a la vida moderna. La oscura desesperanza que destilan sus páginas fue definida por los críticos como la del pesimismo de una generación. T. S. Eliot estuvo en desacuerdo. “Será el pesimismo de los que la leen así”, dijo. Quizá por eso, termina el poema con un canto “Shantih shantih shantih”, en alusión a la oración por la paz en los libros sagrados hinduistas del Upanishad.

La poesía de Eliot hoy nos asombra, nos aterra y también nos consuela. Estamos juntos en el miedo y la incertidumbre, y quizá podemos rezar. Eso es lo que sigue diciendo este hombre elegante, discreto y solitario.

AQ

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