Tedi López Mills: “La poesía siempre va a estar peleada con la poesía”

Entrevista

En su nuevo libro, ‘No contiene armonías’, la autora entrelaza elementos autobiográficos y filosóficos que alimentan las diversas partes que lo componen.

Tedi López Mills, poeta. (Foto: Jesús Quintanar)
Silvia Herrera
Ciudad de México /

Autora de más de diez libros de poesía y ensayo, Tedi López Mills acaba de publicar No contiene armonías (Almadía, 2024) en el que deja entrever que acaso ya no escriba poesía, aunque... Ha obtenido múltiples premios como el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 1994 por Segunda persona; el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares 2006 por Contracorriente; el Premio Xavier Villaurrutia 2009 por Muerte en la Rúa Augusta; y el Premio de Narrativa Antonin Artaud 2013 por Libro de las explicaciones.

Recuerdas en No contiene armonías una de frase de Rubén Darío de 1907 que dice: “Siempre habrá poesía y siempre habrá poetas”. A poco más de un siglo la frase se comprueba, pero hay que ver qué poesía se hace. Por el título de tu libro, me parece que has optado por el camino que inauguró Eliot en La tierra baldía de romper con la idea lírica de poesía, aunque esta discusión parece que se mantiene.

Yo creo que va a seguir siempre. Es parte de la naturaleza de la poesía estar peleada con la poesía. Creo que siempre es una batalla; siempre se está enfrentando cada poesía y cada poeta a una idea de la poesía; a cumplir con ella o a pelearse con ella. Creo que esa es la historia de la poesía. La historia de la poesía no solamente son los poemas y los poetas, sino también las batallas con una idea de la poesía.

Y ya que mencionas el caso de La tierra baldía, ese poema es un giro total a la poesía que se estaba haciendo en ese momento en inglés; como el modernismo y Rubén Darío lo fueron en el caso de la poesía en español.

Qué tanto el libro rompe con una idea de la poesía que tú tenías. Hay versos que tienen que ver con el quehacer poético. Por ejemplo, escribes “La crítica del lenguaje se llama poesía”; para mí ése sería un principio que guía tu obra.

Sí. También es un libro que está dialogando con Octavio Paz, con Adrienne Rich, con Raúl Zurita, con T. S. Eliot; obviamente Rubén Darío está presente a lo largo del libro. Además, tiene un epígrafe de John Berryman que dice “¿Acaso alguna vez usas una forma?”. El libro es sobre las formas en la poesía y cómo ninguno de los poemas del libro logra colocarse en una forma, en un estilo, en un tono, en una perspectiva objetiva o subjetiva. Ese es el recorrido de todo el libro.

Son cinco partes y cada parte está buscando una forma. En el caso de la primera parte está el último poema que he escrito que es sobre la objetividad o la subjetividad; también están los poemas basados en un cuestionario de C. D. Wright; luego están esos poemas que son contenciosos; también el poema donde cito a Rubén Darío; luego qué ocurre cuando veo poetas por última vez; luego están los linchamientos, el diálogo con Elías Canetti; luego están las cartas y los corresponsales: el amigo, la amiga, el juez, el licenciado, el maestro de poesía; y luego, finalmente, la parte más extensa del libro, es la llegada al nuevo recinto que es donde nos quedamos la persona, o sea, yo, y la persona que me acompaña. Y entramos a este nuevo recinto, un lugar de hostigamiento, de exámenes, de una luz que siempre está prendida, de una mujer hermosa que me está siempre observando y finalmente es un sitio de alto riesgo político. Es el lugar donde se queda el personaje que escribe este libro o donde me quedo yo. En ese sentido, tiene esas cinco formas o búsquedas de forma.

Entonces, lo que escribes en un libro es tu visión de ese momento.

Pues sí, porque además no te queda de otra como autor más que escribir el libro que puedes escribir en ese momento. El libro que corresponde a esas circunstancias, a esas lecturas, a lo que estoy buscando y también a la casualidad, también al azar. Si existe el golpe de dados, si existe ese libro que nace de un azar, de un accidente; yo tenía cierto plan y se fue por otro lado. No es el caso de este libro, pero puede suceder también. De todas maneras, dentro del libro muchos versos obedecen a lo que ocurrió en el verso anterior; en ese sentido es un tiro de dados. Aunque obviamente sigue un plan, pero tampoco es un plan preconcebidísimo.

Retomando a Eliot, como sabes él maneja el fragmento y esta técnica se halla presente en tu libro.

Claro que sí. Cada que leo La tierra baldía pienso en lo que debe ser la poesía. Creo que ahí se sigue poniendo en duda toda la poesía y está esta idea del fragmento y esta idea de la simultaneidad. Está también esta forma de citar, de que el poema no está solo, de que el poema está con toda la poesía. Es un poema referencial, no solamente autorreferencial, y está contando varias historias al mismo tiempo. Además, las historias son historias inconclusas que llevan a otro fragmento, a otra sección o a ninguna parte.

En el caso el de No contiene armonías termina en una serie de consignas. Ya en el nuevo recinto está el manual de coyunturas que nos entregan los asistentes y todo termina en una serie de consignas y hay que levantar la mano. Yo creo que también es un reflejo de la época que me tocó vivir. Entonces, para mí, es un libro en crisis.

Me parece que también hay elementos filosóficos en tu poesía.

Sí, siempre los hay, pero también el poner en duda la identidad. De decir qué tipo de poesía voy a hacer ahora y dónde me voy a colocar para hacer ese poema; cómo pensar sin pensar en mí; cómo escribir sin ponerme yo en el centro. Esa es como la apuesta del primer poema y de algún modo ese primer poema, que es el último que escribí, define el libro. Es como un cantante a la hora de colocar la voz; el libro está buscando dónde colocar el poema y finalmente no se acaba colocando, o se coloca a cada rato, pero se vuelve a descolocar a lo largo del libro.

Muchos lectores podrían decir “bueno, pero esto no es poesía”, y por qué no podría responderles: “sí, esto no es poesía, pero no sé qué es”; pero lo que sí sé es que está dentro de la poesía. Pero el libro está tal cual, dice todo lo que quiere decir.

Tedi López Mills: "Lo que siempre va a estar es también la vocación de la lectura que es como mi punto de partida". (Foto: Jesús Quintanar)

En ese primer poema hablas de la preeminencia del objeto, que no sé si es frase de Wallace Stevens, y eso significaría que te quedas en la realidad.

Sí, la realidad y la moral pública y la moral privada y las conversaciones de qué estamos hablando. Sí, es Wallace Stevens, pero también William Carlos Williams y “La carretilla roja”; el principio de no las ideas, sino las cosas. Cuántas veces no ha tratado de eso la poesía a lo largo de su historia. No olvidemos el mundo, no olvidemos la realidad.

Lo mío no es un grito de guerra, no es una llamada de estado de alerta, pero sí es una desviación de lo que yo estaba haciendo, de lo que yo quise hacer. Lo que yo hago en este libro es lo que yo quise hacer. El problema son los desenlaces de la vida, esos son otra cosa.

En uno de los cuestionarios, “De qué hablan los poetas”, se introducen temas actuales. ¿Qué tanto sería posible hablar de una poesía civil, para no decir política?

El libro también es una crónica de los días en esa época; es una crónica de las guerras, de los pleitos, de las trincheras, de los bandos, de los señalamientos, pero también desemboca en los linchamientos. El libro lo comencé a escribir en 2018, 2019 que fue una época de tremendos señalamientos públicos en el mundo de la literatura, muy específicamente, en el mundo de la poesía. Entonces también es una crónica de esos hechos.

La pregunta es ¿dónde están los buenos en esas batallas? Sí están las verdaderas víctimas, de eso estoy totalmente convencida, pero también las tribunas son un lugar peligroso. Yo no llego a conclusiones, pero sí pongo escenarios.

Aparecen el cuestionamiento del yo, el hablar en tercera persona y la búsqueda del otro.

Sí, está la tercera persona tan utilizada en todas las guerras anónimas: es él, es ella, fueron ellos. No importa, tú y yo desaparecemos inmediatamente porque hay una especie de pantalla que me permite hablar de los otros como si no existieran. También lo digo en la parte del linchamiento: no tienes cara, la tercera persona no tiene cara. Estamos en una isla, en la tribuna estamos protegidos. Es también sobre eso el libro.

El elemento narrativo también se encuentra presente como en otros de tus libros.

Claro, creo que finalmente sí se está contando una historia, aunque la historia no puedas resumirla. No puedes decir: es sobre tres personas. Las historias pueden ser subterráneas, pueden estar por debajo de las palabras, pero en la parte de las cartas hay una historia; claramente en la parte del nuevo recinto hay una historia.

También mencionas desde el principio a un arquitecto, que después se va retomando.

Sí, el arquitecto es mi papá. Yo vivo con los archivos del arquitecto porque están en mi estudio. También está su obsesión por unos terrenos en Acapulco, y con abogados y con jueces. Hay una parte que está construida, pero también hay una parte autobiográfica como siempre sucede en estas cosas. No puedes evitar meter lo que está a tu alcance, porque es lo único que no es mentira. El arquitecto se ha convertido en una figura mítica en esta serie de relatos. Es un personaje sobre el que un día tengo que escribir.

Felizmente has cometido un lapsus que pone en duda lo que escribes en la nota introductoria sobre que acaso ya no escribas poesía. Debo decir que yo creo que la verdadera vocación se mantiene a flote.

La historia del arquitecto es un pendiente que tengo. La vocación está ahí, la imaginación. El que se me ocurran cosas está ahí todo el tiempo; las palabras que tengo a la mano están ahí todo el tiempo.

Lo que no está ahí es el sentimiento concentrado. Eso no lo tengo y no sé si lo vuelva a tener. Acepto el sentimiento disperso; lo acepto como punto de partida. Acepto esa nueva dispersión, que es donde estoy colocada ahora. Lo que siempre va a estar es también la vocación de la lectura que es como mi punto de partida y el lugar a donde yo regreso cuando me voy. Eso sigue ahí. Yo podría decir que me encuentro en suspenso. Eso me parece aceptable como riesgo y como una nueva historia también.

AQ

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