La terrible vida y la enigmática muerte de Maksim Gorki

Literatura

El 29 de noviembre comienza a circular 'Artistas de la supervivencia. Viñetas literarias del siglo XX', libro inédito de Hans Magnus Enzensberger. Con autorización de Altamarea Ediciones, publicamos este retrato sobre el autor y activista soviético.

Maksim Gorki en 1900. (Wikimedia Commons)
Hans Magnus Enzensberger
Ciudad de México /

Como mejor se puede describir la trayectoria vital de Alekséi Maksímovich Peshkov —ese era su verdadero nombre— es con una línea en zigzag que hacia el final se desdibuja y apaga.

La infancia de Maksim Gorki fue dura. Su padre, un carpintero, le pegaba. El padre murió pronto y la madre le siguió poco después. Huérfano a los diez años, este chico tozudo y corpulento tuvo que ponerse a trabajar de trapero, vendedor de pájaros y vigilante nocturno para poder comer. No pudo ir ni a la escuela ni a la universidad y sus conocimientos los adquirió de forma autodidacta. Tras un intento de suicido deambuló y llegó caminando hasta Tiflis. La policía abrió un expediente sobre sus primeros contactos con los jóvenes revolucionarios que demuestra que estaba bajo vigilancia. En esa época leía y escribía febrilmente.

En 1892 consiguió su primera publicación en un periódico de provincias. Se trata de un relato firmado con el seudónimo Gorki, que en ruso significa “el amargo”, lo que le define. Se trasladó a Samara y se hizo editor. Se casó, pero el matrimonio fracasó seis años después. Su primer éxito llegó en 1894 con Chelkash, una historia de desarrapados, cuyo héroe es un ladrón y un bebedor.

Portada de 'Artistas de la supervivencia. Viñetas literarias del siglo XX', de Hans Magnus Enzensberger.

Desde entonces, vivió de la escritura. Se hizo amigo de Chéjov y Bunin y comenzó a escribir inmortales obras de teatro, que todavía aparecen en cartelera y que tratan de pequeños burgueses, veraneantes y bárbaros. Tampoco faltaron las versiones cinematográficas. La madre y Los bajos fondos se consideran en Rusia obras clásicas y ejemplos del realismo socialista. Fue detenido después del “domingo sangriento” de 1905, pero puesto en libertad poco después tras las fuertes protestas. Conoció a Lenin y se exilió en Francia y en Estados Unidos. Su siguiente meta fue Capri, donde fundó una escuela de propaganda socialista y adonde peregrinaron muchos rusos. Después de una amnistía regresó como una celebridad. Discutió con Lenin, cuyo ateísmo rechazaba. Pero surgió un nuevo conflicto tras la Revolución. Gorki temía la dictadura del proletariado y polemizó contra el Pravda, el órgano del Partido Bolchevique. Lenin intuyó una conjura y quiso liberarse de él enviándolo a un sanatorio alemán. Gorki se trasladó primero a Berlín y luego a Usedom, donde escribió Mis universidades y más tarde a Marienbad y Sorrento, en la Italia de Mussolini. Parece que estuvo financiado por la legación comercial soviética en Berlín, donde también se había instalado la Checa. Después de la muerte de Lenin, Gorki permaneció en Italia y escribió las memorias de esa “querida persona”.

En 1927 fue recibido en la Unión Soviética como el hijo pródigo: la Orden de Lenin, el carnet del Comité Central y la celebración de su sexagésimo cumpleaños. No solo lleva su nombre un teatro y un instituto, sino también se le puso a la Tverskaya, una calle en el centro de Moscú, y a su ciudad natal, Nizhni Nóvgorod (en 1990 se restituyó el nombre original de ambas). Se arrepintió de su escepticismo de 1917 y alabó la reeducación de los presos. Consideraba un logro los trabajos forzados. Por razones de seguridad estuvo vigilado por la policía secreta. Klaus Mann, quien pudo visitarle en 1934, quedó atónito: “El poeta que había conocido y descrito la extrema pobreza y la más lúgubre miseria vivía con lujo principesco; las mujeres de su familia nos recibieron envueltas en perfumes parisinos; la comida en su mesa era de una exuberancia asiática… Había mucho vodka y caviar”.

Un año antes de su muerte se estrelló el mayor avión de pasajeros de la Unión Soviética. Se puede ver en ello un mal presagio, pues el aparato llevaba su nombre. Es difícil saber cómo murió Gorki, aunque su salud estaba ya afectada. Dos años después de su muerte, Yagoda, el antiguo jefe y verdugo del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la URSS (NKVD), fue acusado en un juicio amañado de haber ocasionado la muerte de Gorki por una negligencia médica. También su secretario y dos médicos fueron juzgados por ello y fusilados. Probablemente, estas acusaciones fueron simple y llanamente un montaje, como era frecuente hacer en Moscú. Lo único cierto es que la urna de Gorki descansa entre los muros del Kremlin.

Hans Magnus Enzensberger, poeta y ensayista alemán.

'Artistas de la supervivencia', de acuerdo con los editores de altamarea, está formado por más de sesenta viñetas de autores y autoras del siglo XX. Gabriele D’Annunzio, Maksim Gorki, Gertrude Stein, Fernando Pessoa, Jean-Paul Sartre, García Márquez, Octavio Paz son algunos de los personajes que aparecen en este libro de Enzensberger, que se publica a un año de su muerte, ocurrida el 24 de noviembre de 2022 en Múnich. “En estos afilados retratos —escriben los editores—, Enzensberger destierra del Olimpo literario a muchos dioses de la pluma, y desvela sin miramientos facetas desconocidas de algunos de ellos, dejando en el aire una pregunta a la que el lector es llamado a contestar: ¿implica ser escritor un compromiso moral o un plus de coherencia intelectual? Parte de la respuesta se encuentra en estas páginas que conforman un original y entretenido compendio de historia de la literatura contemporánea”. Entre otras cosas —de acuerdo con los editores—, el poeta y ensayista alemán “dice de Pablo Neruda que era ‘un liante, un vividor y un infantil’; de Fernando Pessoa, que ‘lo que más llamaba la atención de él era que no llamaba la atención’; habla de la vida de Colette afirmando que ‘casi parece una caricatura de lo que muchos alemanes, británicos y alemanes se imaginan que es la de una parisina’; también dice de Gertrude Stein que ‘políticamente era una irresponsable’; mientras que, sobre Bertolt Brecht, no tiene reparo en afirmar que ‘era alguien a quien admirar y evitar’, y que ‘apestaba’”.

AQ

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