Eduardo Cruz Vázquez ha realizado un minucioso trabajo para orquestar esta compilación de escritos tan diversos como interesantes, que culminan en el libro Diplomacia cultural, la vida (UANL, 2020). Aquí reúne una serie de experiencias narradas en las voces de sus actores, a través de historias, anécdotas y sucesos que marcaron la diferencia para la promoción y defensa de la cultura mexicana alrededor del mundo.
El ojo crítico y al mismo tiempo constructivo de todos y cada uno de los convocados, nos llevan a través de una diversidad de relatos, con distintos estilos nos ilustran sobre proyectos, iniciativas y escenarios donde la cultura mexicana es la protagonista en distintos foros del mundo. El trabajo en el exterior —como lo expresa la mayoría— no es fácil, y esa idea del glamour que rodea al servicio exterior no siempre es tan cierta. Con detalle y de manera precisa cada quien habla de la “feria” como le fue en ella, las anécdotas y los detalles de cada relato son muy valiosos desde la perspectiva de quienes lo vivieron in situ, los retos enfrentados y las posibilidades para responder a ellos ya son una hazaña en sí. Contra viento y marea, superando obstáculos, vicisitudes y trabas incluso por sus pares, hay en todos ellos un afán por mostrar al mundo la riqueza cultural de la que somos dueños, a través de sus múltiples expresiones: exposiciones, conciertos, ciclos de cine, conferencias, talleres, presentaciones magistrales, construyendo puentes de ida y vuelta, promoviendo el intercambio cultural.
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Esta edición, a pesar de tener una veintena de autores, pareciera una pequeña novela de las hazañas en el exterior escrita por un mismo autor, en diferentes épocas, por la cadencia de su narrativa. En estas historias destaca una diplomacia cultural con experiencia, tradición y arraigo, pero que a pesar de ello requiere de mayores apoyos, márgenes de acción, refuerzo administrativo, impulso a sus tareas fincadas en un programa general y que no dependa únicamente del voluntarismo de agregados culturales y funcionarios del servicio exterior, y por supuesto recursos económicos que son indispensables para la promoción de la cultura, acompañada de una política de Estado, facilidades para proyectar una imagen más compleja de nuestra cultura nacional, alejada de fórmulas y simplificaciones del viejo relato de la cultura mexicana.
Con buen registro, ánimo crítico, imaginación y sentido del humor estos gestores recuerdan anécdotas significativas del modo de actuar de los representantes culturales en el exterior de México. Se puede sentir de manera notable la importancia que cada sexenio ha dado a la diplomacia en el exterior, y la imagen que deseaban proyectar, pues si bien hubo interés en presentar grandes exposiciones, conciertos de diversos géneros de música, incluso becas para centenares de artistas mexicanos para estudiar en el extranjero, intercambios de cooperación internacional, no todo es miel sobre hojuelas. Hay también que enfrentar los estereotipos muy marcados que se tiene sobre el mexicano en otros países del mundo —así como en nuestro país se tienen ideas preconcebidas de otros países— y estoy cierta de que no debe ser nada sencillo dar una respuesta diplomática a esas afrentas, en la mitad de un evento en curso.
Captar públicos para eventos por demás interesantes, no deja de ser un reto en tierras foráneas. Los lazos que se crean, las amistades que nacen y se consolidan al paso del tiempo y el trabajo compartido, es un aspecto adicional.
No es fácil en esta era planetaria posicionar a un país de manera asertiva, ¿dónde queda colocado nuestro país en este ordenamiento mundial, donde las TIC se han encargado de entregar las noticias segundos después de que han ocurrido? ¿Cómo desempeñar dignamente un rol diplomático en un gobierno “austero” donde la dotación de recursos es mínima y los retos a los que se enfrenta la diplomacia no siempre podrán ser resueltos con imaginación y buenas intenciones? Promover nuestra cultura y tradiciones en el extranjero cuesta, pero si en territorio nacional no somos capaces de defender la cultura como corresponde, ¿qué podemos esperar del apoyo a diplomáticos en el exterior?
Los autores son: Camila Aviña, Luz Elena Baños, Alejandra de la Paz, Mercedes de Vega, Alejandro Estivill, Gerardo Estrada, Alberto Fierro, Jorge Alberto Lozoya, Jaime Moreno Villarreal, Beatriz Nava, Jaime Nualart, Andrés Ordóñez, Carlos Ortega, Luis Ortiz Monasterio, Soileh Padilla, Susana Pliego, María Dolores Repetto, Carlos Tejada, Sara Valdés, Jorge Valdés Díaz-Vélez, Andrés Webster y Nuria Zúñiga.
En las voces reunidas en Diplomacia cultural, la vida, encontramos información fundamental para hacer un balance del antes y después —y no solamente de esta pandemia que parece haberlo trastocado todo—. La lectura del libro deja un panorama aleccionador, una visión de los avatares de la gestión cultural fuera del país. Usos y costumbres del Servicio Exterior Mexicano, inercias, oportunidades y el deseo siempre presente de ofrecer al mundo lo mejor de nuestro país, una parte de nuestra vasta cultura allende nuestras fronteras.
Ava Ordorica Canales es profesora, editora y gestora cultural
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