‘The Brutalist’: la joya de un año entero

Misterio: un arquitecto llega a una ciudad que no es suya en un país ajeno. Trae una historia que pesa como el concreto que está a punto de levantar. La imagen parece sencilla, pero en ella hay un gesto histórico: el desplazamiento forzado, la reconstrucción obligada de una identidad, la idea de que el refugio puede ser cárcel o monumento.

The Brutalist inicia con esta imagen para examinar lo que significa ser arquitecto (un constructor) cuando todo lo que lo sostiene está en ruinas.

Como se sabe, el brutalismo, como movimiento arquitectónico, rechaza la metáfora, no oculta la estructura ni suaviza los materiales: el hormigón está expuesto, la idea es mostrar así, con mayúsculas, “La Verdad”. El movimiento nació en la posguerra. Europa y Estados Unidos necesitaban reconstruir algo más que ciudades: una civilización tan violenta que parecía destinada a destruirse a sí misma en ciclos casi predecibles. La austeridad del brutalismo es, por tanto, no solo una cuestión estética sino ética: no es posible decorar cuando el mundo está herido. Y esta idea es el germen narrativo de The Brutalist, la convicción de que, más que hablar de una película sobre arquitectura, el director Brady Corbet está utilizando este arte como una suerte de sistema nervioso central.

La vida del protagonista, húngaro, judío, sobreviviente de la Shoá, es una suerte de edificio con las estructuras al aire, un edificio que es necesario estabilizar. Y en cada plano la actuación resulta tan contundente (tan brutal) que uno se pregunta si su mundo interior puede soportar toda esa carga. No extraña, pues, que Adrien Brody haya ganado el Oscar a Mejor Actor por esta película que ya se puede ver en streaming.

Por su parte, el director Brady Corbet es un artista que ha demostrado que su obsesión con las formas que adquiere el poder (pensemos en Vox Lux, The Childhood of a Leader) le permite reflexionar en formas cada vez más depuradas y más contenidas. Como la arquitectura, pues el arte no tiene que ser un legado. Puede ser, incluso, la materialización de una derrota. Es aquí donde las decisiones del protagonista adquieren el tamaño de un auténtico drama. ¿Cómo debe comprender el protagonista todo lo que significa este edificio? Esta suerte de monstruo que todo resiste, ¿es como el héroe?

Cada quien debe tomar su propia decisión, claro, pero The Brutalist es algo más imponente que solo un filme. Es la joya de un año entero de mirar y es una de las mejores películas de este 2025 que se extingue y en el que hemos revisado 52 obras. Las hemos visto, las hemos escuchado, las hemos sentido. Este último edificio, The Brutalist, vale la pena de recordarse en esta ocasión pues es una mole de concreto hecha celuloide que no pide perdón ni ofrece abrigo. En cierto sentido, podría ser síntesis de todas las preguntas que nos hemos hecho con cada película. ¿Qué dicen los autores? ¿Qué ocultan? ¿Cómo podríamos soportar de verdad el peso de una vida si no estuviera el arte para ofrecernos sentido? Y poco importa que este, el sentido, sea en verdad ilusorio.

Los artistas escriben, dirigen, actúan para sobrevivir y para ser juzgados. Como el brutalista y esta obra suya que se levanta no solo para ofrecer en su grandiosidad una brutal honestidad y limpiarnos a nosotros también de toda la guerra que sigue arrasando ciudades en las que se tendrán que construir edificios así, historias así, que no nieguen que están cimentadas sobre la violencia de un asesinato brutal.

¿Dónde ver The Brutalist?

La película dirigida por Brady Corbet está en streaming en HBO y disponible para venta y renta en Apple TV y Clarovideo.