Tomando como base a Saxo Gramático, Robert Eggers escribió y dirigió The Northman (disponible en Cinépolis Klic). Con ella se luce y demuestra que, además de extraordinario cineasta, tiene valor.
Saxo Gramático, en pocas palabras, es un historiador de la Dinamarca Medieval famoso porque en su obra monumental (dieciséis tomos) se basó William Shakespeare para escribir La tragedia de Hamlet. Por eso es necesario valor, porque más allá de la reinterpretación de la obra, empresa que han intentado, con mayor o menor éxito autores como Zeffirelli, Bergman o Branagh. Eggers acude a las fuentes mismas de Shakespeare, Saxo Gramático y su Historia danesa escrita en el siglo XII.
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The Northman es una extraordinaria película, ante todo, por las actuaciones del sueco Alexander Skarsgård en el papel de Amleth y Anya Taylor-Joy, famosa por su papel protagónico en la serie Gambito de Dama. Pero, más allá de los valores propios de toda buena película (una fotografía impecable y un diseño sonoro a la altura del arte), The Northman consigue trascender la pesada carga de interpretar a Shakespeare para revelar nuevos sentidos en un mito tan antiguo que parece inscrito en el alma de todo lo humano.
Si películas tan dispares como El rey león y Fanny y Alexander refieren a Hamlet, la historia original se remonta en el tiempo hasta Edipo y Osiris. Como se sabe, Hamlet gira en torno a un joven príncipe cuyo tío lo destrona cometiendo el que, para los antiguos daneses, era la peor de las transgresiones, el fratricidio. “Hijo mío, tú no eres Hamlet”, le dice el fantasma del padre al protagonista de Fanny y Alexander, de Bergman. El niño mira horrorizado el fantasma de su padre pues, como muestra Shakespeare en sus obras mayores, cuando aparecen los espíritus es señal de que hay algo podrido en el mundo, de que el orden de las cosas se ha roto y es necesario el sacrificio de un héroe para que todo vuelva a la normalidad.
Lo genial de The Northman es que Eggers no recurre directamente a un fantasma para producir horror. Le basta recrear, primero, la vieja cultura normanda con la minuciosidad con la que puso en escena la vida de los primeros colonos en lo que hoy es Estados Unidos cuando hizo La bruja (2015). En segundo lugar, crea un fantasma que, sin embargo, no es un espíritu sino algo tangible: un horror que autores como Freud encuentran en todos los seres humanos. En su inocencia, el príncipe Amleth vive su rito de transición y se transforma en adulto muy joven. Se vuelve un lobo junto a su padre y —aullando— recibe el anillo ensangrentado del heredero. La existencia del príncipe parece feliz. Es un humano en estado puro. El pillaje, el saqueo y el asesinato se nos muestran como parte de una naturaleza que, sin embargo, termina por horrorizarlo cuando se enfrenta con aquello que funda toda cultura: el tabú. La reina, en complicidad con su cuñado, asesina a su esposo y quiere matar a su hijo. Todos los tabúes se rompen en un acto.
El incesto, el fratricidio y el filicidio son los fantasmas que acechan a este príncipe joven quien, sin embargo, debe escapar para sobrevivir. Pero no porque su vida resulte importante, al contrario. La aparición de todas estas transgresiones —que lo lanzan fuera del Edén de la infancia— le regala, más bien, un inesperado sentido a la vida, el de la venganza.
He aquí el fantasma que recrea Eggers, el de encontrar que el amor no basta cuando el ser humano en estado puro necesita pagar la sangre con sangre.
The Northman
Robert Eggers | Estados Unidos, China | 2022
AQ