Se ha estrenado Titane, de Julia Ducournau, ganadora de la Palma de Oro en Cannes. Y si no fuese por este hecho, no valdría la pena ver una película construida con base en perversiones deshiladas. La necrofilia, el incesto, el sadismo, todo encuentra sitio en este guión de Ducournau quien, como se sabe, se hizo famosa con su película Voraz, una obra en que ya se adivinaba su vocación por espantar al público burgués. Y sea por el éxito que tuvo Voraz en 2016, sea porque, en efecto, la pasión estética de Ducournau gira en torno a la expresión de las pasiones más brutales, el hecho es que Titane sigue el mismo molde de Voraz. En ambas hay una mujer que rompe todos los moldes y escupe a la sociedad sin porqué. En efecto, lo primero que salta a la vista en las narraciones de Ducournau es que todo sucede sin porqué.
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En los primeros minutos de Titane asistimos a un accidente. Una niña deja la mitad del cráneo estampado en el vidrio de un auto. Alexia, la protagonista, vuelve en sí con un tapón de titanio en la cabeza y al salir del hospital se enamora del coche en el que se accidentó. ¿Ha perdido la cabeza? Lo que debe perder el espectador es la esperanza de saber la causa de todos los prodigios que cuenta Ducournau. No se conocerá nunca la razón por la que Alexia crece y se transforma en una famosa bailarina cuya especialidad consiste en abrir las piernas en ferias de extravagantes automóviles bien encerados. No se sabrá por qué de pronto ella decide comenzar a matar ni se explicará quién es el niño muerto a quien decide encarnar. Tampoco tendremos idea de cómo es que la protagonista consigue engañar al padre de este niño con un truco singular: moliéndose la nariz contra el borde de un lavabo público.
Tal vez la directora piense que para volverse chico trans basta con tener los tamaños para reventarse la nariz a golpes y sin chistar. En fin, el sin porqué más extravagante de Titane es éste: luego de una noche de sueños truculentos, Alexia despierta para encontrarse con un auto de esos cuadrados y grandes. De los que gastan mucha gasolina y lanzan rugidos y humo por el escape abierto. Nuestra heroína trepa al auto. En corte directo vemos a Alexia amarrada con sendos lazos escarlata. Y el coche da respingos cada vez más encabritado. Y la protagonista queda embarazada. De un coche, sí. Esta película ganó la Palma de Oro en Cannes.
La crítica francesa ha encontrado sesudas conexiones entre Titane y Crash, de David Cronenberg. Nada que ver. En esta última (estrenada en 1996) la perversión sexual (sinforofilia) era el porqué en torno al cual giraba un guión bastante sólido. La película de Ducournau tiene el encanto de uno de esos programas de horror que asustaban a los adolescentes a finales de los años de 1980: Tales from the Crypt. De hecho, uno de estos famosos programas tiene la misma estructura de Titane: el asesino sin escrúpulos se hace pasar por otra persona y, sin querer, cae en un auténtico infierno en el que habrá de pagar ojo por ojo y diente por diente. Así sucede aquí, con una variante: la directora ha querido contarnos, según dice, una historia de amor. Que dicha historia incluya a un hombre que amaba tanto a su hijo que lo vestía de mujer es lo de menos, lo de más es asistir a una película que supuestamente es feminista, pero en la cual la actriz tuvo que someterse a toda clase de vejaciones.
Titane se vende como “premiada en Cannes”, pero en realidad es como un episodio perdido de American Horror Story. Hilarante, eso sí.
Titane
Julia Ducournau | Francia | 2021
AQ