Citas citables

Toscanadas

¿Cómo citar las frases de los libros y autores clásicos? ¿Cómo saber a quién atribuir lo dicho, al autor que lo escribió o al personaje que se manifiesta?

Cuando Turgueniev pone a hablar a sus personajes misóginos, al citarlos, hay que diferenciarlos del autor
David Toscana
Madrid /

Sabiduría, humor, información, sorpresa, belleza, admiración, rechazo, novedad… algo de eso encuentro en algunas frases de algunas novelas que me llaman a subrayarlas. Tengo aquí mi bella edición de Aguilar de las Obras Escogidas de Turgueniev. Releo Padres e hijos, y veo que subrayé: 

“La muerte es una broma vieja que para todos resulta nueva”.

De seguro resalté la frase para citarla en algún velorio. “Como dice Turgueniev…”. Pues en este caso más vale citar al autor que al personaje: “Como dice Yevguenii Vasilievich Basarov…”. Cuando el personaje alcanza la fama suficiente, sí se le puede citar. De tal suerte, es preferible adjudicar la frase “No me inclino ante ti, sino ante todo el dolor de la humanidad” a Raskólnikov que a Dostoievski; y así ocurre en el cuento “Una naturaleza enigmática” de Chéjov, cuando el galán dice a la chica: “No es a usted a quien beso, sino a todo el sufrimiento humano”, y remata: “¿Se acuerda usted de Raskólnikov?”.

Más difícil es citar un subrayado en Los hermanos Karamazov: “Si no hay inmortalidad del alma, no hay virtud, lo que quiere decir que todo está permitido”, pues es Dostoievski escribiendo que Rakitin cita a Iván Karamazov, y así, será mejor citar directamente a Iván, con un subrayado del capítulo anterior: “No hay virtud si no hay inmortalidad”. De estas y otras citas, se suele asegurar que Dostoievski dijo: “Si Dios no existe, todo está permitido”, mas hay que tener cuidado con ese tipo de aseveraciones, pues no es lo mismo autor que personaje.

En Almas muertas, Gógol escribe: “Hay que azotar al mujik cuando se relaja, hay que observar el orden. Cuando es por algo, ¿por qué no darle una paliza?” Mas sería absurdo adjudicarle la frase a Gogol y no al personaje que la pronuncia.

Y volviendo a mis subrayados de Turgueniev, en Rudin se habla de un barón de inteligencia y cierta cultura, que “no pasará de ser toda su vida un hombre semiculto, semimundano, es decir, un diletante, o sea, hablando sin rodeos, nada”. Aquí no comento, pero habrá que tomar nota.

Cuando Turgueniev pone a hablar a sus personajes misóginos, también hay que diferenciarlos del autor. Uno de ellos pregunta sobre la diferencia entre los errores de los hombres y de las mujeres: “El hombre puede decir, por ejemplo, que dos por dos no son cuatro, sino cinco, o tres y medio; pero la mujer dirá que dos por dos son una vela de estearina”. Además, tomemos en cuenta que entre las mujeres más sensibles y cultas de la literatura están las de Turgueniev. Subrayo cuando una de ellas dice: 

“A mí no me gusta Heine ni cuando ríe ni cuando llora; me gusta cuando se pone pensativo y triste”.

Y aunque mis subrayados son muchos más, aquí debo cortar el texto.

LVC​

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