El ego del cocinero

Toscanadas

A diferencia del gastronómico, que se despliega con facilidad, el ego literario no tiene permiso para expresarse.

José Fuentes Mares presumía de preparar el filete al 'foie gras' como si fuera una obra de arte. (Shutterstock)
David Toscana
Madrid /

Por ocho pesos me hice de un sabroso libro de José Fuentes Mares: Arte del bien comer y del mejor beber. El libro tiene pasajes sabios. Hablando del vino, dice que habría que “fijar en un litro la dosis cotidiana por adulto” o que “el vino es uno de los argumentos más poderosos al alcance del hombre para justificar su presencia en el planeta”. Asegura que “los seres realmente humanos se sientan a la mesa a gozar, no a prevenir dolencias ni la posibilidad de caries dentales”. Eso debe ser el desayuno, la comida y la cena: un festejo, un homenaje a la cultura y al ser humano.

Aunque yo nunca entraría a un restaurante vegetariano, y mucho menos vegano, he notado que en estos establecimientos los clientes exhiben un aire del mustio cumplimiento del deber, mientras que en los que respetan al ser humano como omnívoro, se escucha un alegre bullicio, un constante choque de copas, risas y un ambiente de despreocupación.

Con respecto a las “tiendas de comida sana”, dice Fuentes Mares que ahí venden basura, “engañan y pervierten paladares ideados por el Creador para el perfeccionamiento y el placer de seres humanos. Quien adquiere el hábito de comer lo que esos perversos establecimientos expenden no tiene salvación posible, y podrá también meterse en la cama con mujeres hechas de fibra de vidrio sin reparar en la diferencia”.

Sobre todo, me llamaron la atención dos comentarios en que el autor se refiere a sí mismo: “El filete al foie gras que yo preparo es tan bueno que según los enterados resiste comparaciones con cualquier obra de arte”. Y páginas más adelante: “El filete alcanza la perfección de sus posibilidades en una salsa de mi invención, en tanto que los camarones se vuelven joyas en otra salsa de mi creación”.

Con frecuencia noto la facilidad con que se despliega el ego de un cocinero. “Les voy a servir la mejor lengua en salsa que han probado en su vida”, o hasta con platos modestos: “Este pollo a la cerveza es el non plus ultra”, acabo de escuchar. Todos hemos experimentado tales cosas, ya sea de boca o de oído.

Entonces siento envidia por quienes preparan delicias en la cocina, y me gustaría poder decir: “Escribí una novela que resiste comparaciones con cualquier clásico” o “La prosa alcanza la perfección de sus posibilidades en una narración de mi autoría” o cualquier variación sobre el tema. Pero el ego literario no tiene permiso para expresarse ni aun cuando alguna novela fuese mejor que el filete al foie gras de Fuentes Mares. Y la verdad es que mientras escribo esto, con el estómago vacío, se me antoja más un buen filete que una buena novela.

Perfil

José Sánchez Mares

Nació y murió en la ciudad de Chihuahua. Se especializó en la historia mexicana del siglo XIX con especial dedicación a Benito Juárez y a la relación México-EU.

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