Folloncicos

Toscanadas

"Cualquier cosa que haya escrito Miguel de Cervantes es superior a lo que éste su servidor pueda escribir".

Quijano interpretaba al legendario y sublime caballero Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza ponía en pie a su rústico escudero
David Toscana
Madrid /

Soy un lector lento. Comoquiera me propuse hacer una relectura de Don Quijote en cinco días. No pude, pues me detengo en las palabras, repaso frases que me gustan, intento memorizar versos o sentencias: “Siglos ha ya que me vees,/ Fortuna, puesto a tus pies;/ vuélveme a ser venturoso;/ que será mi ser dichoso/ si mi fue tornase a es”. Repaso frases que me gustan. Investigo ciertas dudas, como de dónde viene la expresión “estarse en sus trece”. Curioseo con las notas al pie. Hago nuevos subrayados. Y en vez de pasar los ojos rápidamente por el texto engolo mi lectura como si engolara la voz en ciertos pasajes donde el bravo caballero amenaza a sus enemigos:

“Todo el mundo se tenga si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso”, o cuando amonesta a Sancho.

Entre estos últimos, mi discurso favorito es cuando amanece el día de las bodas de Camacho, y Sancho duerme aún. Habrán de perdonar que haga una cita tan larga en un texto tan corto, pero la estrechez no es culpa mía sino del diseñador de este suplemento que no gusta de mis textos. Así despotrica don Quijote:

“¡Oh tú, bienaventurado sobre cuantos viven sobre la haz de la tierra, pues, sin tener invidia ni ser invidiado, duermes con sosegado espíritu, ni te persiguen encantadores ni sobresaltan encantamentos! Duermes, digo otra vez y lo diré otras ciento, sin que te tengan en continua vigilia celos de tu dama, ni te desvelen pensamientos de pagar deudas que debas, ni de lo que has de hacer para comer otro día tú y tu pequeña y angustiada familia, ni la ambición te inquieta, ni la pompa vana del mundo te fatiga, pues los límites de tus deseos no se estienden a más que a pensar tu jumento; que el de tu persona sobre mis hombros le tienes puesto, contrapeso y carga que puso la naturaleza y la costumbre a los señores. Duerme el criado y está velando el señor, pensando cómo le ha de sustentar, mejorar y hacer mercedes; la congoja de ver que el cielo se hace de bronce sin acudir a la tierra con el conveniente rocío no aflige al criado, sino al señor, que ha de sustentar en la esterilidad y hambre al que le sirvió en la fertilidad y abundancia”.

En fin, leyendo esta columna se dará cuenta el lector de que cualquier cosa que haya escrito Cervantes es superior a lo que este su servidor pueda escribir. Así las cosas, el diseñador de nuestro suplemento tendría más razón si reduce el espacio toscaniano al punto de dejar apenas una frase que dijera: “Tate, tate, folloncicos, si algo de caletre os queda, dejad de leer esta columna, que mejor regalo y contento hallaréis leyendo a don Quijote de la Mancha”.

LVC​

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