La nota roja es la única sección del noticiario en la que uno puede terminar sin saber claramente por qué. Tal vez sea por esta razón inquietante que a menudo los guionistas utilizan la nota roja para inspirarse. Y así ha hecho Jia Zhangke. Con base en la nota roja ha tejido cuatro historias en A Touch of Sin, ganadora del premio a mejor guion en el 2013 durante el festival de Cannes.
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La obra tiene, en efecto, la calidad del gran cine, aunque, hay que decir también, no todas las historias que cuenta tienen el mismo rigor. Las dos primeras remiten al cine clásico del oeste en Estados Unidos. El segundo par tiene un carácter más específico de la nota roja que ha inspirado a Jia Zhangke y nos dejan con el desasosiego de haber asistido a muertes sin sentido. Algo similar a lo que uno siente con No matarás de Kieślowski. Y es que, al menos en la primera historia, uno quiere suponer que el protagonista está buscando hacer justicia, pues el acto de violencia que está por desatarse está relacionado con un jefe corrupto que se pasea de modo impune robando a los trabajadores en una fábrica que humea el campo gris. En esta historia hay referencias a Crimen y castigo; a saber: un caballo que es golpeado de modo cruel. Y uno imagina que el lirismo terminará por apoderarse de la película (o al menos del fragmento) pero no. La historia se mueve siempre en el plano de la nota roja. Durante esta primera narración, el director visibiliza, eso sí, el modo en que la corrupción en China ha dado a personajes sin escrúpulos una riqueza que resulta escandalosa frente a la miseria del pueblo. Pero más importante que esto, denuncia el desinterés de las mayorías, un desinterés que raya en la depresión.
Por eso justamente resulta interesante la construcción del personaje de la segunda historia, un hombre que una noche comenta con su mujer que está aburrido. Lo único que no me aburre, confiesa, es disparar. Lo hemos visto hacerlo en la primera secuencia de la película y volveremos a verlo cuando irrumpa en un mercado y vivamos con él, de modo próximo, su modus operandi.
La tercera y cuarta historias terminan por develar la intención del autor; la referencia a Dostoievski ha sido sólo una pincelada culta, lo que Jia Zhangke quiere en realidad es hilvanar secuencias violentas en un todo que cuestione el estado de la sociedad contemporánea. Porque no nos equivoquemos, no se trata, como ha pensado la crítica occidental, que el director esté lanzando el ojo inquisidor sobre la China contemporánea, lo está lanzando en realidad sobre todo el mundo.
Estas cuatro historias pudieran suceder en París o en Nueva York, en México o en Buenos Aires. Y la violencia del mundo, parece decir A Touch of Sin, nos seduce porque es irracional; porque se desencadena de modo repentino y soez. Esta intención queda clara, de modo muy evidente en la tercera y cuarta historias, esto es, la de una prostituta que tiene que defenderse de un cliente y la de un chico que se ha enamorado de su compañera de trabajo. No parece haber en ellos ninguna auténtica razón para dejarse arrastrar de modo tan seductor por la violencia que es el tema de esta película excepcional disponible en MUBI.
Como el amor, el crimen aquí sucede sin por qué. Y justamente en el paralelismo con el amor estriba el interés que causa esta película. Es el mismo interés que produce el diario cuando leemos la nota roja. Sin por qué. Del amor o la violencia todos podemos ser víctimas un día como hoy.
A Touch of Sin
Jia Zhangke | China-Japón | 2013
AQ