‘Tres rostros’: el otro Irán

Cine

El director Jafar Panahi, heredero de una rica tradición fílmica, critica severamente al régimen al mismo tiempo que nos comparte un país muy distinto al descrito por la propaganda imperialista estadunidense.

Detalle del póster de 'Tres rostros', protagonizada por Nader Saeivar y Jafar Panahi. (Memento Films)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

En el cine iraní la contención de recursos no debe pensarse como carencia. Todo lo contrario. Los recursos se contienen pues, aunque faltan grúas y máquinas para hacer llover, lo que sobra es imaginación.

Tres rostros de Jafar Panahi (disponible en Amazon Prime) no es la mejor película iraní, pero vale la pena de ver porque es profunda, imaginativa y, sobre todo, reflexiva en torno al sentido de hacer arte cuando en ello, en ser artista, se está uno jugando la vida.

Como se sabe, Irán es uno de los países con mejor cine en el mundo. He aquí una buena razón para que todo cinéfilo ponga en duda la propaganda occidental que se nos espeta regularmente en torno a este orgulloso país. Es cierto: el gobierno ha prohibido a uno de sus creadores más importantes (Panahi, de quien hablamos aquí) filmar. Y es cierto, censurar a un disidente resulta indefendible, tanto en Teherán como en Occidente, donde recientemente se boicoteó una película sobre Assange.

Hablar de cine iraní es hablar de toda una tradición. Del tamaño de la que tuvo en su momento el cine francés o el cine soviético. Se trata de movimientos promovidos desde el gobierno que buscan mostrar al mundo que hay formas distintas de hacer arte. La película fundacional sobre la que está basada la tradición del cine posrevolucionario iraní es ¿Dónde está la casa de mi amigo?, dirigida en 1987 por Abbas Kiarostami. Como se recordará, por aquellos años Estados Unidos y sus aliados occidentales organizaron una guerra fratricida entre Irán e Irak.

¿Dónde está la casa de mi amigo? en modo inteligente y sin meterse en demasiadas honduras tocaba de modo tangencial este conflicto que dejó millones de heridos y muertos con la finalidad de vender armas a uno y otro bandos. ¿Dónde está la casa de mi amigo? inaugura la contención de recursos que es desde entonces la signatura del cine de Irán, un país islámico y socialista.

En este contexto surge Jafar Panahi. Seguidor de Kiarostami por el amor a la humanidad y por una esperanza que parece más bien necedad, Panahi ha seguido el derrotero de muchas de las grandes revoluciones fílmicas en la historia del mundo. En efecto, si el realismo soviético llegó un punto en que utilizó sus técnicas y temáticas para criticar al régimen y si el propio Hollywood ha usado sus recursos para criticar al imperialismo (valga recordar quiénes son los malos en ese pastiche impresentable que llaman los fanáticos Star Wars) el cine emergido de la revolución iraní ha puesto en duda al movimiento que lo puso en marcha. En el camino ha producido obras excepcionales desde todos los puntos de vista. En ellas hemos visto cómo viven y trabajan las mujeres de este país, cómo sobreviven los actores interpretando teatro clásico y el resquemor que, a la mayoría de la población, le produce el imperialismo estadounidense.

Panahi es, sin embargo, uno de los autores más irritados. Habiendo participado en una manifestación contra el régimen, se le prohibió hacer cine. Y él ha seguido haciéndolo, pero cada vez con menos recursos.

Tres rostros cuenta una historia de viaje. Un director recorre Irán junto a cierta actriz vieja para para investigar un suicidio. Y, en efecto, la película es claustrofóbica, pero vale la pena el esfuerzo de ver que Irán está lejos de ser todo aquello que los medios occidentales nos quieren vender. Es un país que quiere vivir en paz, un país en que el arte impulsa la vida de hombres y mujeres y en la que autores como Panahi siguen luchando por hacer que se escuche su voz.

Tres rostros

Jafar Panahi | Irán | 2018

AQ

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