'Una guerra brillante': una reivindicación para Edison

Cine

Protagonizada por Benedict Cumberbatch, la cinta de Alfonso Gomez-Rejon reconcilia la imagen del inventor estadunidense con su representación en el cine.

El actor Benedict Cumberbatch en 'Una Guerra Brillante' (Foto: Cortesía)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Edison no ha sido buen amigo del cine. En Chaplin, de 1992, por ejemplo, Attenborough no lo menciona. Por su fama de héroe nacional, pero su comportamiento ruin, Edison es inefable. El primer acierto de Una guerra brillante, de Alfonso Gomez-Rejon, estriba en reconciliar al cine con uno de sus genios: Thomas Alva Edison. Sin exagerar en ninguno de sus polos, Una guerra brillante lo retrata entrañable y necio, juguetón y amargado, buen padre, pero empresario cruel. 

El espíritu de la obra está en parte en Benedict Cumberbatch, quien tiene experiencia actuando a locos. En 2014 interpretó a Alan Turing. Cumberbatch se enfrenta aquí con otros dos magníficos actores: Michael Shannon hace a George Westinghouse y Nicholas Hoult a Tesla. Pero la película es buena sobre todo por el director. A pesar de que fue enlatada por el escándalo de Weinstein (distribuidor original), vuelve a salir a la luz, pues el montaje y la foto son excepcionales.

Gomez-Rejon saltó a la fama con Yo, él y Raquel, ganadora en Sundance. Más que obra autobiográfica, Yo, él y Raquel fue la promesa artística que Una guerra brillante termina por cumplir. La imagen de esta nueva obra recuerda a Martin Scorsese, quien por cierto aquí es productor ejecutivo. Scorsese se ha dado a la tarea de proteger a Gomez-Rejon, quien ha aprendido a explotar la poética de su maestro.

El ritmo de Una guerra brillante es dinámico, ideal para una generación acostumbrada a aprender de todo en tutoriales de YouTube. Como se sabe, Una guerra brillante gira en torno a La Guerra de las Corrientes. Este episodio poco conocido en la historia de Estados Unidos enfrentó a Westinghouse, Edison y Tesla en una lucha por conseguir las licitaciones para iluminar (textualmente) el territorio de Estados Unidos. La estrategia narrativa de Alfonso Gomez-Rejon es ésta: comienza por informar al público los pormenores de esta guerra con una eficiencia que a cualquiera le quita el hartazgo de ver un biopic. Una vez que el cineasta ha conseguido intrigarnos con su ritmo, se permite pasearnos por la Exposición Mundial Colombina que tuvo lugar en Chicago en 1892. En este, que es el clímax de la película, todo explota con luz. No son sólo las bombillas de Westinghouse y Edison lo que brilla, no es sólo la actuación, es el arte del cine, el de sobreponer imágenes, el de hacer música con fotogramas, introducirnos en el alma atribulada de Edison, Tesla y el primer hombre que fue electrocutado en una silla eléctrica.

Gomez-Rejon ha conseguido poner en escena todo lo que significó en el mundo la aparición de la luz eléctrica. Si durante las primeras secuencias la fotografía es oscura y ambigua, poco a poco, conforme la guerra entre Edison y Westinghouse tiene lugar, la imagen comienza a iluminarse hasta que casi sin darnos cuenta llegamos al momento en que Edison se embarca en la aventura de hacer imágenes en movimiento: eso que hoy llamamos cine.

La Guerra de las Corrientes ofrece a Edison el lugar que merece en la historia del arte. Y lo hace con luz y movimiento, con fotografía y montaje, con magníficas actuaciones y, en fin, con todo aquello que pone, indudablemente, al cine en el parnaso de las bellas artes. Es una lástima que un asunto tan feo como el comportamiento sexual de Weinstein haya sacado esta película de su corrida comercial. A pesar de su mala fortuna, tenemos la oportunidad de disfrutar de este entretenido y hermoso homenaje de luz que Gomez-Rejon regala a Thomas Alva Edison.

Una guerra brillante

Alfonso Gomez-Rejon | Estados Unidos | 2017

RP​ | ÁSS

LAS MÁS VISTAS