Castas, metraje perdido y amor

Cine

Con la película 'Una noche de no saber nada' la directora Payal Kapadia se atreve, por fin, a sacar a su propio país, India, de la imagen miserable a la que sus autores nos han acostumbrados.

Fotograma de 'Una noche de no saber nada'. (MUBI)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Recientemente el célebre Yuval Noah Harari expresó que era absurdo estar en contra del colonialismo. Después de todo, dijo, todos los idiomas con los que se dicen cosas importantes (puso como ejemplos el inglés y el español) son imperiales. Se trata de una estupidez de la que resulta muy fácil curarse.

La película Una noche de no saber nada (programada para cerrar el 42 Foro Internacional de la Cineteca que tendrá lugar entre el 29 de junio y el 16 de julio) utiliza un artilugio narrativo muy popular en el horror, eso que la australiana Alexandra Heller-Nicholas llama “terror de metraje encontrado” y que consiste en que ciertas personas (usualmente jóvenes) encuentran unas cintas que demuestran que quienes filmaron aquello tuvieron un fin fatal. Payal Kapadia usa este artificio para producir una obra de amor. Emulemos a Heller-Nicholas y llamemos a esta película cine de amor con apariencia de realidad.

Una noche de no saber nada es un falso documental que inicia cuando una mujer encuentra en un sótano de la Universidad de Cine metraje y cartas que se han dirigido una pareja de amantes. El montaje produce una suerte de intercambio epistolar más cercano a El cantar de los cantares que a El proyecto de la Bruja de Blair. La intriga nos introduce, además, en un momento de efervescencia política en la India, cuando los estudiantes se rebelaron contra el sistema de castas.

El metraje habla, pues, no sólo de amor, también de un despertar político del que pocos hemos tenido noticia, cuando los disturbios contra el gobierno de Manmohan Singh exigieron un cambio en la dirección del país. Al grito de Arriba Modi (actual primer ministro de la India), los estudiantes se unieron para echar al gobierno corrupto y aprovecharon para acabar también el sistema de castas. Y es que, para hacer todavía más contundente esta historia de amor documentado en cartas y metraje hallados en un rincón polvoso de la universidad en que se conocieron los amantes, la directora añade un momento francamente exaltado que guarda similitudes con el movimiento de 1968 en París, pero que tuvo lugar hace muy poco en la India. Además, la directora Payal Kapadia se atreve, por fin, a sacar a su propio país de la imagen miserable a la que sus autores nos han acostumbrado para narrar una película amorosa: ella desciende de la casta de guerreros y gobernantes, mientras que él es un intocable, un paria social, uno que ha tenido acceso a la educación a pesar de ser miembro del más bajo nivel en el sistema tradicional hindú.

Al grito de ¡Eisenstein, Pudovkin, quieren que llegue Modi! Los alumnos de cine responden, además, por qué resulta estúpido lo que dijo Yuval Noah Harari. Y no solo eso, también quienes, en el extremo contrario, exigen que nos deconstruyamos. Y es que no es necesario dejar de hablar español o inglés. Además, uno no se deconstruye, cambia. Las ideologías se deconstruyen.

Y para cambiar basta ver películas como Una noche de no saber nada que sirven para deconstruir el eurocentrismo como ideología y el colonialismo como crimen con legitimidad social. No hay contradicción en disfrutar una película en un idioma imperial y, al mismo tiempo, lanzarse contra el colonialismo. No se nos está invitando a deconstruirnos sino a cambiar. ¿Cómo? Sencillamente disfrutando una historia de amor que tiene lugar no en el centro del imperialismo sino en la periferia. Dejémonos atrapar por una película que parece haberse filmado en otro tiempo y otro lugar.

Una noche de no saber nada

Payal Kapadia | India | 2022

AQ

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