Valentina Winocur: “La historia de la dictadura también le pertenece a los nietos”

Entrevista

La escritora habla en entrevista de su novela debut, 'Perlas de araña', que cuenta la historia de una nieta y una abuela que se refugian en México del violento régimen argentino.

Valentina Winocur, autora de 'Perlas de araña'. (Foto: Ángel Soto)
Ángel Soto
Ciudad de México /

Una de las consecuencias más inquietantes del exilio es el desarraigo. Quien abandona su terruño por imposición, a menudo se descubre en un limbo identitario: no es, como cantaba Facundo Cabral, ni de aquí ni de allá.

Valentina Winocur ha escrito una novela que se sumerge en la hondura de esa paradoja. Se titula Perlas de araña (Elefanta, 2023). Expulsadas de Argentina por las fauces de la dictadura, Catalina y la Nona se instalan en México. Desde este sitio donde nieta y abuela intentan construir una vida paralela, Catalina —que observa el mundo desde la candidez de sus diez años— nos narra los episodios de su cotidianidad en un país que es y no es el suyo. Su relato incluye, por supuesto, las preocupaciones inherentes a su edad: las angustias escolares (en su primer día de escuela la presentan como “la nueva compañerita que no es mexicana”), las refriegas con sus pares (niños de una crueldad irritante), los traslados en la vieja caribe sin aire acondicionado y el temor perenne a que su abuela un día deje de quererla.

Winocur entiende la novela como un espacio de simultaneidades. En Perlas de araña, la vida cotidiana transcurre a la par de la cronología del mundo.

“Yo quería contar una historia —con minúsculas— que se inscribiera en la Historia —con mayúsculas—”, me cuenta Valentina una tarde de septiembre en un café de Coyoacán. La inquietud por lo sincrónico le permite recurrir a la memoria para tirar de los hilos que el trauma del destierro sigue desplegando hasta el presente. “La dictadura le sucedió a una generación concreta, la de los años 70 que se vino exiliada a México, pero también le sucedió a los hijos e hijas y a les nietes de esa generación. Son ecos que siguen resonando. Esa historia también nos pertenece y hay que hacerse cargo de visibilizarla”, cuenta.

La voz de Catalina madura a medida que avanza la novela. Moldear ese crecimiento fue uno de los desafíos de Winocur. Cuando reflexiona al respecto, piensa en Cristina Rivera Garza, quien ha dicho que no hay escritura sin investigación. Valentina suscribe. La escritura de Perlas de araña requirió una investigación extenuante, pero detrás de la encomienda latía un motivo más profundo: entender por qué a veces la Historia desafía a la cordura.

“Lo inenarrable de una dictadura es algo que incluso a esta altura seguimos sin poder entender. ¿Cómo se entiende lo que pasó en Argentina en la década de los 70? Los horrores exceden lo que un humano es capaz de comprender”, explica la autora.

Perlas de araña (Elefanta)

Las ausencias del pasado tienen tendencia a manifestarse en el presente. Pensar en los desaparecidos de la dictadura argentina impelió a Winocur a meditar sobre la actual crisis de los desaparecidos en México. Son dos países que, en distintos momentos y por distintas coyunturas, han encarado un trauma similar. Dos regiones con heridas que no consiguen cicatrizar. “En Conjunto vacío”, explica la autora, “Verónica Gerber dice que la muerte deja una herida enorme que cierra poco a poco; y la desaparición —al contrario— hace una herida chiquita que se abre un poco más cada día. Y es verdad, cuando alguien desaparece, no hay un cierre, no hay punto final a esa vida. No hay un cuerpo que velar ni un lugar a donde ir a visitarlo. Eso está relacionado con la importancia de la reconstrucción familiar. Es una explicación que debe dar el Estado”.

Nacida en Córdoba, Argentina, Valentina Winocur creció en México, igual que Catalina, su protagonista. No es difícil suponer que volcó en su escritura su propia experiencia argenmex. Sin embargo, la novela no es un recuento biográfico. “En un sentido”, acota, “todo es autoficción y nada alcanza a serlo. Lo que uno escribe recoge sentimientos, sensaciones u observaciones que vamos teniendo sobre el mundo. A la vez, aunque uno se propusiera contar la verdad, no lo lograría porque no hay una verdad absoluta. De alguna manera, es un fracaso doble”.

“Es fundamental que estas discusiones sigan ocurriendo”, concluye Winocur. “No sólo en la literatura, también desde la pintura, el cine… hay muchos espacios que se encargan de dar cuenta de esta de esta parte de la historia”. Perlas de araña es una ficción plagada de verdades. Es el llamado de una autora que aspira a mitigar el olvido.

ÁSS

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