¿Vandalismo o intervención en los monumentos históricos?

Arte

Hay quienes piden conservar las pintas que se realizan durante las protestas de diferentes movimientos sociales en piezas patrimoniales; hay también quienes se oponen a esta afectación de la herencia cultural.

En 2019, las Restauradoras con Glitter lanzaron una pregunta a la sociedad: ¿Dónde están nuestros valores?. (Foto: Restauradoras con Glitter)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

El 16 de agosto de 2019 marcó un punto de inflexión en el ámbito de la restauración en México. Días posteriores a la marcha #NoMeCuidanMeViolan, la colectiva Restauradoras con Glitter dio un revés a la narrativa de la conservación del patrimonio al lanzar un manifiesto en el que más de 300 profesionales de la restauración, arquitectura, museología e historia defendían el derecho a conservar las pintas en un monumento. Esta postura cimbró a la sociedad, no solo respetaban la urgencia de atender las violencias sino que proponían la también urgencia de reconfigurar el concepto de conservación. Estas estas mujeres que habían aprendido en la escuela a conservar nos estaban transformando al poner en la mesa la necesidad de discutir y repensar cuál es su labor sobre todo al enfrentarse a consignas que, como en su momento señaló, Sofía Riojas Paz —una de las voceras de la colectiva— interpelan a los símbolos nacionales de la libertad y la democracia. Esta acción lanzó la pregunta: ¿Dónde están nuestros valores?

El lunes 26 de septiembre durante la marcha a ocho años de la matanza de los 43 estudiantes en Ayotzinapa —y a 11 meses de concluir las obras de restauración del Ángel de la Independencia— se volvieron a realizar pintas en este monumento. Algunos le llaman vandalizar; sin embargo, más allá del acto hay una acción simbólica que se ha convertido, en el último lustro, en una tendencia global. ¿Qué buscan estas intervenciones a los monumentos y herencias culturales en los espacios públicos que han acompañado a las protestas de diferentes movimientos sociales como el decolonialismo, el antirracismo, el feminismo o para rechazar las violencias ejercidas contra distintos estratos de la sociedad? Daniela Pascual, vocera de las Restauradoras con Glitter, señala que “La razón de existir de estos bienes, responde a la necesidad de conformar símbolos que integran la identidad de sociedades reunidas en un espacio geopolítico. La falta de atención de los gobiernos a los grupos sociales minoritarios que han sido víctimas de injusticias, ignoradas y precarizadas a lo largo de la historia, los ha llevado a tomar y replicar este tipo de medidas desesperadas, como la intervención en monumentos. Tanto las autoridades como algunos sectores de la sociedad, que no han sido o no se han asumido como víctimas de dichas injusticias, han demostrado que les preocupa más acallar e ignorar las razones de la protesta, pretendiendo una indignación por el ‘daño’ que puedan sufrir los materiales de los objetos”.

Pero, ¿qué implican estos daños? En octubre de 2021, el gobierno capitalino quitó los tapiales que habían rodeado a la columna de la también llamada Ángela de la Independencia. La inversión fue de 22.4 millones de pesos, 14.4 fueron destinados a la rehabilitación estructural tras los sismos de 2017 y el resto a la limpieza e iluminación arquitectónica. Durante los 18 meses que permaneció tapiado, se realizó un levantamiento en imágenes de las pintas, la importancia de no olvidar y de documentar las intervenciones que son prueba de que algo se está moviendo. Ahora tras los eventos recientes existen muchas voces que reclaman a los manifestantes de lastimar “otra vez” a un monumento que desde 2019 suele ser protegido, como muchos otros, durante las protestas. ¿Qué sucedió? ¿Por qué el gobierno de la CDMX no colocó vallas como lo ha hecho sobre todo ante las manifestaciones de mujeres? Recuerda la vocera de las Restauradoras que “se nos ha criminalizado fuertemente, desde el gobierno, la sociedad y los medios, por utilizar estas forma de protesta. Así, no podemos olvidar que las normales rurales han sido cargadas de discursos que fomentan la estigmatización hacia sus integrantes desde los años sesenta, y en el caso particular de la Normal Rural de Ayotzinapa persiste dentro de la opinión pública el discurso que justifica la desaparición de 43 estudiantes por sus actos ‘criminales’”. ¿Es un ‘descuido’ o es una estrategia para acallar las demandas de las víctimas, familiares de víctimas y sobrevivientes de Ayotzinapa? ¿No son estos señalamientos una forma de criminalización por estos hechos al igual que han hecho con las mujeres que exigen alto a la violencia?, como han señalado intermitentemente las Restauradoras con Glitter.

¿Cómo y para qué conservar hoy? Gilda Salgado Manzanares, restauradora perteneciente al equipo de Conservación del Museo Nacional de Antropología y encargada de atender el acervo de obra moderna y contemporánea de este espacio, si bien aplaude que la gente se manifieste, “no me parece correcto afectar el patrimonio de todos”. Hace ocho años, durante la gran manifestación que se realizó para confrontar al gobierno de Peña Nieto por la muerte de los 43 de Ayotzinapa, a ella le tocó atender las pintas al Tláloc. No fue una tarea sencilla, ya que “la piedra es un material poroso, por ello es muy difícil quitar las pintas”. Las pinturas y aerosoles que se usan para grafitear contienen solventes y al ser fluidas pueden penetrar el poro de la piedra. En aquella ocasión para frenar el daño solicitó ayuda a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, “me apoyó Yareli Jaidar Benavides, hoy parte del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es muy complicado de eliminar estas pinturas ya que hay que aplicar solventes y puede ser contraproducente. Una afectación puede acelerar el desgaste, lo ideal es que tengan su deterioro natural sin que intervengan otros componentes. Las piezas patrimoniales van formando una capa de protección en su superficie que la equilibra con el entorno de forma natural. Y esta capa protectora a veces es dañada; entonces, tenemos que entrar hasta el nivel que penetraron las pintas para tratar de eliminarlas y a veces no lo logramos del todo. En esas ocasiones tenemos que meter un poco de color. A esto se le llama reintegración cromática y se ocupa para no seguir insistiendo”. Salgado apunta que la tarea más difícil del restaurador es mantener el equilibrio. ¿Hasta dónde limpiar para no afectar más allá? Es la cuestión.

Y, sin embargo, también está la realidad.


Desde que el Hemiciclo a Juárez fue intervenido en la marcha del 25 de noviembre de 2019, “la estrategia del gobierno se ha centrado en la criminalización de las personas que se manifiestan, el retiro exprés de la pintura mediante personal y equipo no especializado, repitiendo el acto de censura ante las manifestaciones y protestas de inconformidad, aun a costa de la integridad de los monumentos”, reiteran las Restauradoras con Glitter, desde su punto de vista “estamos observando una instrumentalización de los monumentos históricos y artísticos en espacio público con fines de golpeteo mediático y posicionamiento político. El coste económico que la violencia tiene sobre los grupos más vulnerables de nuestra sociedad está muy bien documentado. Desde la colectiva sostenemos que un mejor manejo del conflicto y una respuesta que garantice justicia, verdad y reparación del daño es la estrategia que aseguraría que estas intervenciones sociales dejaran de ocurrir”. Tienen razón: nos ahorraríamos el coste de su restauración, pero más importante, el coste de todas las vidas perdidas y sus deudos. 

En 2019 las Restauradoras con Glitter nos lanzaron una pregunta a la sociedad: ¿Dónde están nuestros valores? Aún buscamos la respuesta.

AQ

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