La obsesión de sentirse actuales, modernos y de entrar en los mecanismos del lenguaje masivo de las redes es una soga que asfixia y condena. El ministerio de turismo de Italia diseñó una campaña publicitaria llamada “Open to Meraviglia”, en la que con permiso del museo de los Uffizi aparece la Venus de Botticelli transformada como influencer. La “genial” idea se debe a la agencia publicitaria de Armando Testa, recortarla y pegarla en distintos escenarios costó 9 millones de euros.
La campaña es una ridiculización de una de las pinturas más valiosas de Renacimiento, es una contradicción que los Uffizi, que se supone cuidan al máximo los derechos de autor y de propiedad de las obras que poseen, hayan permitido que la Venus fuera utilizada y abaratada por esta campaña.
El asunto no es que el diseñador y publicista sea un inepto, de esos sobran, la publicidad en muchos casos, se rige por la meritocracia del soborno, lo que nos interesa es cómo la sociedad cambia sus valores. Poner encima el concepto de influencer del valor conceptual y artístico de la Venus, es parte de la decadencia que padecemos. La agencia de publicidad y el ministerio de cultura le dicen al público que el valor no está en la trascendencia, está en la fama efímera y banal de un influencer.
Imitando a una Barbie, la Venus anda en bicicleta con minifalda en frente del Coliseo Romano, se hace una selfie en diferentes sitios, la convierten en un cartoon para “acercarla” al público. Hay una obsesión con la publicidad y el marketing por ridiculizar el arte, lo han hecho infinidad de veces con la Gioconda, La Última Cena, han tomado obras icónicas y las reducen a sus pedestres fines. Soslayan que la Venus siempre ha sido una obra influyente, que representó al pensamiento del Renacimiento, porque está inspirada en la De la naturaleza de las cosas de Lucrecio, piedra angular del pensamiento de la época, su nacimiento es el renacer de la cultura grecolatina.
Los publicistas carecen de pensamiento original, se guían por las tendencias, y si para ellos la tendencia es que la gente obedece a los influencers, entonces la gente va a viajar más a Italia no porque tenga tesoros artísticos, sino porque este cartoon de la Venus se los dice. Es decir, hace 500 años deseaban que la gloria del arte, la filosofía, poesía y arquitectura resurgieran y hoy queremos tener likes en la página de Instagram.
La base de nuestro sistema es la explotación, los trabajadores somos explotados de forma consensuada, a cambio de un salario. La pirámide está regida por el nivel de explotación y la cotización. La Venus es explotada, utilizada y denigrada sin consenso, al margen de los derechos de autor, los directivos del museo de los Uffizi entregaron la obra a una explotación económica y conceptual. Siempre será más barato utilizar una obra maestra que tener una buena idea. Los publicistas saben que las obras de arte son buenas vendedoras, y la ignorancia es una gran consumista.
AQ