Black is King | Por Avelina Lésper

Casta diva

En el más reciente material de Beyoncé, el orgullo por la raza está plasmado en una estética que, sin ser folclórica o chovinista, es exquisita, refinada y audaz.

'Black is King' es el nuevo álbum visual de Beyoncé. (Especial)
Ciudad de México /

La creatividad es el gran misterio y el gran negocio, hay empresas que pagan cursos de “creatividad” para motivar a sus empleados y que tengan ideas, como si aportar algo sobresaliente se consiguiera con una receta. Trabajo, trabajo y más trabajo, esa es la fórmula.

La reciente obra artística de la cantante Beyoncé es el resultado de la pasión y el respeto que tiene por sus raíces y su profesión, por su responsabilidad ante el talento. Black is King es un trabajo visual y musical de 85 minutos, las imágenes son muy superiores a la música. Cada canción tiene una pieza de video arte, en las que han intervenido siete directores, curadores, fotógrafos, diseñadores de vestuario, iluminadores, coreógrafos, con la deliberada intención de superar el objeto de consumo, y crear una obra trascendente que evolucione a la industria de la música.

Entre los directores se encuentra Blitz Bazawule, director de The Burial of Kojo, que es una obra maestra del simbolismo, y eso se refleja en las metáforas visuales de los videos. Jenn Nkiru, es la directora del video de Apeshit, filmado en el Museo del Louvre, y contribuye con su estética recargada y barroca.

El orgullo por la negritud, por la raza, está plasmado en una estética que, sin ser folclórica o chovinista, es exquisita y refinada, audaz, con referencias artísticas, pinturas, esculturas, escenarios, que se convierte en un statement antirracista. Es muy fácil caer en el facilismo al hablar de idiosincrasia, eso es evidente entre los artistas VIP y los publicistas nacionales, para los que México se reduce a máscaras de luchadores, escenarios tacky y malas imitaciones de Frida.

La denominación de “video arte”, secuestrada por el arte contemporáneo VIP, es aplicada a videos infrainteligentes sin factura, sin maestría, con secuencias interminables carentes de sentido, que presentan con sus argumentos de ONG oportunistas.

Beyoncé se atreve con una producción depurada y preciosista, ella no es considerada artista contemporánea, su trabajo se queda en la industria de la música. Al margen de que todos los artistas VIP del planeta no alcanzan la fama de Beyoncé, la realidad es que el video como herramienta artística es usado con verdadera maestría en la industria del videoclip y del cine. El video es una herramienta común gracias a los teléfonos celulares, y eso justamente aportó a la diferencia, los que tienen talento, oficio y algo que decir son los que hacen obras de arte, el resto, desde los aficionados que filman sus vacaciones hasta los artistas VIP que están en los museos, son gente torpe con una cámara en la mano.

Los videos de Beyoncé son obras de arte, porque trabajaron para que así fuera, y si los museos están secuestrados por la mediocridad, el arte está en estas obras masivas, que alcanzan millones de hits, y que la estulticia se quede en la oscuridad de la retórica ociosa del arte VIP.


ÁSS

  • Avelina Lésper

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