I
Infancia y juventud
A la sombra de un ángel: los inicios
El 30 de marzo de 1852, la pareja formada por el estricto pastor protestante de la Iglesia Reformada Holandesa, Theodorus van Gogh (1822-1885), y su esposa, Ana Carbentus (1819-1907), da a luz a un niño en el pequeño poblado de Groot Zundert, en la Brabante holandesa, donde Theodorus era apodado “el pastor guapo” por su feligresía. El recién nacido es llamado Vincent pero fallece un poco después de ver la luz. Al año siguiente, exactamente en otro 30 de marzo pero de 1853, el que fuera destinado a convertirse en uno de los más célebres y controvertidos pintores de la era moderna, viene al mundo. Es bautizado con el nombre que llevara su hermano muerto el año anterior y cada cumpleaños desde que Vincent tuvo uso de razón la familia lo lleva al cementerio de Zundert a colocar flores en una tumba que exhibe su nombre y su fecha de cumpleaños. Esta anécdota novelesca marca el sino del pintor desde sus primeros días. Así pues, Vincent crece a la sombra de ese pequeño hermano difunto, por siempre idealizado por sus padres, paradigma de santidad y perfección a la cual difícilmente podrá aspirar. La familia aumenta con la llegada de Anna Cornelia (1855-1930), y en 1857 viene al mundo Theo, quien habrá de convertirse en mecenas, confidente y amigo del pintor. En los años subsecuentes la familia se completa con el arribo de Wilhelmina Jacoba (1862-1941)* y Cornelius, apodado Cor (1867-1900).
La dama de los ojos de hielo
La madre de Vincent, Ana Carbentus, fue hija de un encuadernador de libros y nació el 10 de septiembre de 1819 en la Haya, y murió el 29 de abril de 1907, a los 87 años de edad. Una de sus hermanas, Cornelia, contrajo nupcias con un marchante de arte, Vincent van Gogh. (¡En la familia Van Gogh abundan los nombres de Vincent y Theodorus!) Al cumplir la edad de treinta años, Anna seguía soltera y en la mirada del siglo xix la chica estaba destinada a “vestir santos”. Sin embargo, su cuñado, el pastor y muy bien parecido Theodorus van Gogh, tampoco se había casado, así que Cornelia Carbentus se apresura a jugar el rol de Celestina para que se susciten las bodas entre las dos parejas de hermanos.
Anna resultó ser una consorte fiel y dedicada para el pastor Theodorus van Gogh, en cuya familia había habido religiosos por varias generaciones. Anna era conocida en Groot Zundert por su espíritu caritativo y su amor por la naturaleza. A menudo gustaba de caminar por los bosques con su familia y se aseguró de que sus hijos cultivaran plantas, verduras y flores en los jardines y huertos detrás del hogar. Asimismo, la madre de Vincent fue aficionada a la pintura. Sin duda, los primeros pasos en este oficio los dio el pintor al contemplar a su madre creando acuarelas.
Los Van Gogh se aseguraron también de que sus hijos no crecieran aislados del mundo. De esta manera recibían libros y publicaciones de toda índole, las cuales pretendían fomentar en la familia el cultivo de múltiples campos del saber, de ampliar horizontes más allá de Zundert. No hay evidencia de que Ana haya sido una madre particularmente amorosa. Incluso, muchos años después, Johanna, su nuera, la llegó a apodar “la dama de los ojos de hielo”. Sin embargo, cuando Vincent optó por abrazar el arte como oficio de vida, la primera en apoyar con entusiasmo, aunque con cierto escepticismo, su pasión, fue su madre.**
De nidos, insectos y colegios
La escolaridad temprana de Vincent fue errática, aunque no desprovista de riqueza. Por algún tiempo acudió al colegio parroquial de Zundert, a la vez que recibía enseñanza en casa por parte de sus padres. A la edad de once años ingresa a un internado en Zevenbergen, donde aprende francés y alemán. Muy pronto, Vincent se revela retraído y taciturno. Desde temprana edad adopta el hábito de la lectura. En los libros Vincent encontrará solaz para el resto de su vida. De niño gusta de realizar largos paseos por el bosque recolectando insectos y nidos de pájaros, los cuales se convierten en tema de sus primeros experimentos con el lápiz y el pincel.
* Wilhelmina Jacoba van Gogh, apodada Wil por su familia, habría de convertirse en feminista y enfermera. Se conservan veinte cartas escritas por Vincent a su hermana. Wil llegó a establecer una fraternal y empática relación con su cuñada Johanna Bonger, esposa de Theo, a quien compartió lecturas consideradas subversivas en aquel tiempo, como La igualdad de los sexos del controvertido escritor, religioso y feminista François Poullain de La Barre (1647-1725). Una anécdota reza que en cierta ocasión Wilhelmina y Johanna, quienes anhelaban la posibilidad de que algún día la mujer obtuviese el voto, en señal de protesta y sed de emancipación, se dan a la tarea de cortar las colas de sus vestidos que arrastraban desde sus incómodos polizones.En 1898 Wilhelmina estuvo intensamente involucrada en la organización de la Exposición Nacional del Trabajo Femenino (Nationale Tentoonstelling van Vrouwenarbeid) en Holanda. Desafortunadamente, al igual que otros miembros de la familia Van Gogh, Wilhelmina padeció trastornos mentales y fue internada en un hospital psiquiátrico en Ermelo, en los Países Bajos en 1904. Permaneció recluida en ese sitio hasta su muerte en 1941.
** En 1888 y con base en una fotografía, Vincent pintó el retrato de Anna Carbentus sobre un fondo verde intenso. El pintor se encontraba en Arlés, en la Casa Amarilla, por aquel tiempo, y perseguía su deseo de fundar una cofradía de artistas en ese lugar. El retrato de la madre de Van Gogh se encuentra en el Museo Norton Simon de Pasadena, California.
II
Marchante de arte
El pastor Theodorus van Gogh tenía diez hermanos. Uno de ellos, Cornelis Marinus van Gogh —el tío Cor—, era marchante de arte, profesión que muy pronto habría de ejercer Theo, el fiel hermano de Vincent. El púlpito y la compraventa de objetos artísticos fueron las dos profesiones más favorecidas por los Van Gogh. Otro de los hermanos del pastor, Vincent van Gogh —apodado el tío Cent—, era padrino del futuro pintor del postimpresionismo y accionista de la importante Casa Goupil. La compañía era ampliamente conocida en Europa y se especializaba en distribuir grabados de pinturas famosas, óleos y fotografías. Fue fundada por Adolphe Goupil (1806-1893) y ejerció hegemonía en el ramo hasta los albores del siglo xx. En su época de máximo apogeo, la Goupil contaba con sucursales en Bruselas, Londres, Nueva York e incluso Australia.
Vincent cumplía dieciséis años cuando sus padres tomaron la decisión de enviarle a probar suerte en el comercio del arte. Sería aprendiz en la Haya bajo el cobijo de su padrino y, con el historial que la familia poseía en esta actividad, el futuro se veía prometedor y seguro para el incipiente pintor. En sus inicios como marchante de arte el joven Vincent demostró ser disciplinado, eficiente y cordial con los clientes. Su jefe inmediato, Hermanus Tersteeg (1845-1827), gerente de la Goupil en La Haya, escribe muy positivamente acerca de su desempeño. En los años siguientes, Vincent es trasladado a la sucursal de Bruselas. Ahí recibe la visita de su querido hermano Theo, entonces un adolescente de quince años. Vincent se convierte en su mentor y guía sus primeros pasos en la lectura; ¡incluso lo examina para comprobar que haya leído lo recomendado! Los hermanos realizan largas e inolvidables caminatas por los bosques aledaños y abundan en todos los temas posibles, desde los más vanales hasta el misterio de la vida y las mujeres. Años después, Vincent habrá de añorar estos momentos de gozo, cercanía y complicidad con su hermano menor.
Durante el verano de 1873, Vincent es trasladado a la sucursal londinense de la Goupil y los jóvenes Van Gogh deben separase. Da inicio entonces la intensa y larga correspondencia entre los hermanos. En una de sus primeras cartas, Vincent exhorta a Theo a adoptar el hábito de fumar pipa ya que “constituye un bienvenido solaz durante los momentos de mal humor, los cuales me suceden a menudo”. Estos años fincan las bases de una relación sólida y cercana. Por añadidura, revelan a Vincent como un escritor culto, prolífico y prodigioso.
La correspondencia entre los hermanos Van Gogh se convertiría en el más valioso registro de los amoríos, anhelos y frustraciones del pintor. De las 800 cartas que se conservan escritas por Vincent, más de 650 fueron dirigidas a su hermano. Han llegado a nosotros sobre todo gracias al instinto de coleccionista que caracterizaba a Theo van Gogh. La correspondencia alberga invaluables referencias al proceso artístico del pintor, su sed por ser reconocido, su búsqueda constante de identidad.
Brixton y un primer amor (Londres, 1873-1875)
Vincent arriba al Londres victoriano en mayo de 1873. Tiene veinte años. Durante los primeros meses le invade una profunda nostalgia por su familia y por su hermano Theo. Es aceptado como huésped en los suburbios de Brixton por una viuda, la señora Úrsula Loyer, quien renta habitaciones apoyada por su hija Eugenia, una frágil y animosa maestra de diecinueve años. El padre de la chica había sido ministro de la iglesia anglicana, o vicar, como los llaman los ingleses. Este factor en común influye para que los jóvenes establezcan una afortunada amistad que en sus inicios hace pensar a Vincent en un probable escenario amoroso. Pronto el joven Van Gogh se vuelve adicto a caminar por los parques prodigiosos de la capital londinense y asiduo visitante de sus museos e importantes galerías, donde entra en contacto con la obra de grandes maestros como Holbein, Rubens, Van Dyck, Gainsborough y William Blake.*
Al año siguiente, Anna, hermana de Vincent, es enviada también a Londres con el afán de que la chica encuentre trabajo. Los hermanos se hospedan en casa de la señora Loyer. Es evidente por la correspondencia de ese tiempo que el carácter de Vincent comienza a experimentar un cambio radical, el cual coincide con su primera gran decepción amorosa. Van Gogh solicita la mano de Eugenia y es tajantemente rechazado debido a que la joven se ha comprometido con el inquilino anterior. A partir de este momento Vincent se torna irascible, intolerante y tempestuoso. El neerlandés no toma positivamente la negativa de Eugenia e insiste con vehemencia en su petición. La muchacha lo evade y la señora Loyer amenaza con escribirle al futuro marido de su hija para poner fin a las pretensiones del ferviente enamorado. Los ánimos se tensan en la casa de Brixton y pronto la convivencia se torna intolerable. La señora Loyer expulsa a los Van Gogh y Vincent se sume entonces en una terrible depresión.
En agosto de 1874 los hermanos se mudan a otra casa de huéspedes en la zona de Kennington. Aun así, empujado por la obsesión y los celos, Vincent ronda la casa de Brixton continuamente con el afán de encontrarse con Eugenia. El día de la boda de la señorita Loyer, Van Gogh llega incluso a tocar a la puerta durante la celebración para rogarle una vez más que acepte su mano. Eugenia Loyer, vestida de novia, lo recibe en el umbral sólo para ordenarle que desaparezca definitivamente de su vida.
Anhelo de santidad
La decepción y el rechazo se reflejan negativamente en el desempeño de Vincent en la Casa Goupil de Londres. El joven se vuelve taciturno y excéntrico; su tristeza se acrecienta. Repentinamente, el tono de sus cartas a Theo se ve marcado por la melancolía y por un creciente y desmedido fervor religioso. Por aquel tiempo escribe:
Hermano, hasta que nos veamos de nuevo en Navidad, te pido que no leas ya a Michelet o cualquier otro libro más que la Biblia. Sólo en ella encontrarás refugio.
El tío Cent se percata de que la situación de Vincent en Londres está marcada por una crisis sentimental. El accionista de la Casa Goupil juzga que la cercanía con Eugenia no contribuye positivamente a la estabilidad de su ahijado. Lo transfiere entonces a la sucursal de París en la primavera de 1876. No obstante, aquel muchacho afable de los primeros años ha desaparecido. Vincent ahora cuestiona el gusto artístico de los clientes y parece deleitarse en exhibir su mediocridad. Resulta explícito para su padrino que la carrera de marchante de arte no fue hecha para el joven Van Gogh. En Zundert sus padres reciben las noticias de su desempeño negativo con preocupación y lo envían de nueva cuenta a Londres, donde Vincent se emplea como asistente de maestro en ciertos colegios de Ramsgate e Isleworth, cerca de la capital británica, recibiendo un sueldo miserable. Es explícito por sus cartas de aquel entonces que Vincent busca experimentar una especie de transformación mística. Su fanatismo religioso es criticado incluso por su propio padre, el pastor Theodorus. Vincent dirige cartas a sus hermanas en las que las alecciona y se regodea en una exacerbada religiosidad; ellas a su vez le responden con aplomo, criticando con franqueza su fanatismo y exhortándolo a la mesura. Una de las hermanas le escribe: “Vincent, recapacita por favor, ¡tu búsqueda de santidad te ha vuelto idiota!”.
*Durante mi estancia en Londres en el verano de 2018, con la cual culminó mi aventura con Van Gogh por Francia y Holanda, recorrí con mi entrañable amigo el maestro Javier Cuétara la ruta que Vincent tomara cada mañana desde Brixton para asistir a su trabajo en la sucursal de la Casa Goupil. Descubrimos que este recorrido no es el más corto, pero sí el más bello e interesante. Nos fue evidente que Vincent optaba por complementar su diaria travesía con el disfrute de parques y monumentos, aunque esto significara partir con mayor antelación de su albergue en Brixton. Hyde Park, Streatham Common, el Museo de South Kensington y la National Gallery son sitios que el neerlandés visitó con frecuencia.
G.O.