Como otros prodigios de la creatividad humana, la literatura fantástica prevalece por antagonismo. “Imaginar —ha escrito Alberto Chimal— es un acto de resistencia: de oposición contra un poco de lo peor del mundo”. En Cuba, región atravesada por una historia convulsa y plagada de opresiones, la imaginación fantástica ha servido, entre otras cosas, para eludir las vilezas de los poderosos.
“La fantasía y la ciencia ficción siempre han sido una manera muy efectiva de burlar la censura, de decir cosas que otras literaturas no pueden decir”, cuenta Yoss, escritor cubano y uno de los responsables de la antología Caballería mutante. Literatura fantástica cubana (Elefanta, 2023). “Cuando uno cuestiona las dictaduras o las políticas homofóbicas, puede decir que todo ocurre en una sociedad hipotética, en otro planeta y en el siglo XXIV. Entonces, no se trata de una crítica a Cuba”.
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Sin embargo, la narrativa de especulación opera por analogía. “Los géneros fantásticos usan un espejo para entender mejor el hoy. En realidad, cuando se habla de una civilización extraña en el siglo XXIV, se hace una metáfora de nuestra civilización. Las problemáticas que proyectamos hacia el futuro son las nuestras”, explica Yoss, autor de más de una veintena de libros que lo han encumbrado como uno de los narradores más celebrados del género fantástico en el Caribe.
Escribir en Cuba es vivir en los límites de lo posible. “Los escritores cubanos crecimos con un sentido muy crítico de qué se puede publicar y qué se puede escribir, porque no todo lo que se escribe se puede publicar”. Esa condición ha suscitado un extraño fenómeno de exportación. Los autores cubanos emplean la tecnología para llegar a las audiencias que se encuentran fuera de sus confines. “Hoy, gracias a los mercados del libro digital, mucha gente está publicando fuera de Cuba”, dice el narrador. “Los libros se venden en impresión bajo demanda. Muchos autores se han colado entre las mallas del sistema editorial cubano y de su censura. Aunque todos tenemos la misma preocupación: nuestros lectores naturales todavía siguen estando en Cuba”.
No es casual que la narrativa fantástica y la ciencia ficción hayan proliferado en un territorio determinado por la huella soviética. Las plumas que hoy nutren el imaginario fantástico de la isla son herederas de una tradición que incluye nombres como Aleksandr Bogdánov, Valeri Briúsov o Alekséi Tolstói, notables representantes de la ficción especulativa.
Caballería mutante es, al mismo tiempo, una colección de relatos y una guía de lectura. El libro incluye dieciocho cuentos ordenados según los subgéneros a los que pertenecen. Son siete categorías principales: fantasía heroica; fantasía de la Tierra moribunda; fantasía épica realista; fantasía slipstream; fantasía Bangsian; fantasía erótica; y fantasía urbana. Cada sección va precedida por un breve prólogo que precisa sus características.
Si bien el abanico temático es amplio, hay un rasgo que hermana a los textos incluidos en el libro: el humor. “Es el rasgo identitario”, concede Yoss. “Desde el humor más burdo hasta el más fino, sofisticado y hasta tierno, sin olvidar el humor negro, todos los cuentos que aparecen aquí tienen un elemento humorístico. El cubano tiene una sensibilidad especial para las situaciones ridículas, incluso cuando está escribiendo una historia seria”.
Ese temple cómico permite que Yoss —quien además de narrador es biólogo graduado de la Universidad de la Habana— lance chispazos de ingenio durante la entrevista. “Una de las frases favoritas de la gente que escribe Steampunk es ‘el futuro ya no es lo que era’. Y es verdad: imaginamos un futuro glorioso basado en la tecnología y nos encontramos con un futuro falto de glamour. Tenemos teléfonos celulares pero no hay coches voladores”.
¿Hay sitio para todo en la literatura fantástica? Yoss sostiene que sí. “La literatura es el arte de imaginar. La fantástica, además, es una literatura que sirve para cuestionarte a dónde te pueden llevar los pequeños desplazamientos de la realidad”.
A pasos agigantados, la narrativa de imaginación ha reclamado su espacio en la demarcación de la escritura. Y aunque es verdad que hay tradiciones robustas que siguen trazando las rutas de la producción actual —la anglosajona, la nórdica y la ya mencionada soviética—, la fantasía caribeña irrumpe, desde hace varios años, con la fuerza de su propia identidad.
“En Cuba ya hay una literatura que habla de nuestra mitología, algo similar a lo que ocurre en México. De manera que estamos convirtiendo nuestros mitos en historias universales”.
Que a nadie le extrañe, entonces, que el futuro tenga el aroma del ron.
ÁSS