Miguel Ángel García ha puesto sus conocimientos al servicio de la infancia a través de la asociación civil Desarrollo Integral del Menor, donde a los pequeños en condición de vulnerabilidad económica y social se les imparten clases de música e idiomas, motivo por el cual el maestro comenzó a escribir pequeños relatos al iniciar la pandemia.
La idea era comunicarse con ellos y ese ejercicio que primero hizo en audios breves que se compartieron por mensajes de WhatsApp, concluyó con 300 guiones o textos breves que cuentan fantásticas historias sobre los compositores, géneros, las tesituras vocales y los colores o notaciones musicales.
“El concepto de música en un suspiro emana del covid. Cuando todo mundo tiene que guardarse en su casa yo estaba acostumbrado a tener ensayos con todos mis chicos tres o cuatro veces a la semana con la orquesta completa. Una de las cosas que a mí más me importan de la música es que no es sólo notas sino que la música es vida, es un medio en el cual los seres humanos depositamos nuestro espíritu para viajar en el tiempo”.
Entrevistado en el Teatro Isauro Martínez, donde presentó el libro “Música en un suspiro”, explicó que la razón que movió a la publicación fueron diálogos previos con sus alumnos, conversación donde les contó anécdotas de Vivaldi o de Mozart, así como sus grandes intérpretes.
“Cuando se declara la pandemia a mí me duele mucho la ausencia o la falta de contacto con ellos. El sistema DIME, Desarrollo Integral del Menor, está compuesto ahorita por más de 650 niños. Estamos en once localidades. Les llamamos proyectos o sistemas a cada uno de los lugares en donde estamos, que son localidades vulnerables desde el punto de vista económico y social porque tenemos niños quemados, golpeados, violados. Básicamente estamos en los ejidos”.
Alejados de los modelos educativos tradicionales, los maestros de esta asociación no acuden a una escuela. En 2010 y a iniciativa de Miguel Ángel, comenzaron a acudir a las comunidades rurales solicitando acceso a los espacios comunitarios. En algunos les abrieron las puertas y en otros al ser negados, debieron continuar en sitios más humildes.
El objetivo de DIME es social y aunque lo que más se nota es la constitución de una orquesta infantil y juvenil, ésta es sólo un subproducto, pues lo que más les interesa es la integración de sus alumnos. Así cuando los chicos comienzan a tocar bien, ellos tocan las puertas y sí han logrado conseguirles becas que son pagadas con su talento musical.
Si el ejercicio resultaba esperanzador o virtuoso, la pandemia mandó a todos a sus casas. Y entonces el maestro se preguntó cómo podía mantener el contacto con ellos.
Pensó en compartirles historias y con su celular comenzó a grabar. Le compartió la idea a su esposa, quien le preguntó por la duración. Ella le dijo que estaba perdido si pensaba en enviar videos de 40 minutos.
Atendiendo el consejo y en un ejercicio de compactación, llegó a realizar videos de cinco minutos.
“Lo que hice fue tratar de contar la historia sobre un compositor, de una pieza musical y como me gusta mucho el radio comencé a sacar y a hacer voces, hacía juegos con voces y entonces lo terminé y pensé en ponerle música. Soy neófito en eso… el primero fue improvisado y me equivoqué totalmente pero lo volví a hacer y salió. Me tomó como veinte minutos. ¿Y si lo escribo? ¿Y si lo edito? Alguien me presentó el Cool Edit, bajé la edición libre y comencé a hacer experimentos de audio y video”.
A los quince días se volvió una tarea fácil, rápida, como un suspiro, pensó. Y de ahí surgió “Música en un suspiro”, libro que va acompañado de las ilustraciones de Alejandra Padilla.
EGO