El nahual, la criatura mitológica que atemorizó Tlaxcala

La gente mayor menciona que el nahual era un ser oscuro, mitológico y poderoso, con dones especiales de brujo.

Nahual. (Especial)
Rafael González
Puebla /

Desde tiempos inmemoriales, en la cultura mexicana se narra la leyenda del nahual, una criatura nocturna, que durante el día funge como una persona normal y por las noches se convierte en una bestia.

Los abuelos relataban que el nahual era un ser oscuro, mitológico y poderoso, ya que posee dones especiales de brujo y quizá sobrenaturales.

En Tlaxcala se creía que en tiempos de Tlaxcallán, los nahuales eran protegidos por el dios prehispánico de la guerra y el sacrificio: Tezcatlipoca.

Asimismo, decían que un nahual podía transformarse en diferentes criaturas, lobos, coyotes, caballos, zopilotes, burros, guajolotes e incluso ranas o ajolotes.

De igual modo, contaban que si llegaban a lastimar al nahual en su estado animal, al convertirse en humano su cuerpo tendrá la misma cicatriz que se le hizo estando transformado.

También pensaban que para poder volver a ser humano, un nahual debía cargar un cinturón de piel y una prenda usada.

Dos versiones de la leyenda en Tlaxcala

En la Tierra de Xicohténcatl hay dos versiones de esta leyenda. Ambas se desarrollan en el municipio de Santa Ana Chiautempan.

La primera señala que unos hombres salieron en la madrugada de una pulquería. Era una noche fría y cerrada de invierno. En una vereda cercana, un amenazante y enorme lobo negro les cerró el paso.

Esto provocó que uno de los rancheros desenfundara su pistola y le pegara un tiro en una pata. Acto seguido el lobo herido alcanzó a huir.

Espantados, volvieron a la pulquería y el encargado les relató que ese lobo en realidad era un hombre muy rico que vivía en el pueblo, el cual había hecho un pacto con el diablo, lo que le permitía convertirse por las noches en animal para robarse el ganado.

También les dijo que muy seguramente ese hombre por la mañana después de curase la herida, luego iría a echarse unos pulques.

La segunda versión menciona que una noche un grupo de cazadores caminaba por un bosque en busca de alguna presa. Mientras avanzaban entre los árboles, algo llamó su atención. Avistaron la figura de un enorme perro negro que los miraba fijamente. El can permanecía estático.

Uno de los hombres pensó que podría serles útil. Así que decidieron acercarse y capturarlo. Pero en cuanto estuvieron a menos de dos metros el perro comenzó a ladrar y a mostrar los dientes; en sus ojos había una violencia inusitada. Espantados, los cazadores le dispararon en una pata, lo que le hizo huir.

Tras reponerse del susto, los hombres lo siguieron hasta una cabaña en medio del bosque. Llamaron a la puerta para alertar a la gente del interior de la presencia del perro salvaje, pero al abrirse vieron únicamente a un campesino, quien los invitó a pasar.

Ya en el interior, los cazadores se sorprendieron al ver muchas riquezas. Mientras los hombres le preguntaban al campesino si había visto al perro, el aldeano se curaba una herida en la pierna, mientras les aseguraba no haber presenciado nada. Poco después se retiraron.

Al llegar a la población más cercana decidieron ingresar a una cantina, donde le contaron a la persona que atendía lo acontecido. El hombre les explicó que en realidad ese animal no era otra cosa que el campesino, el cual se decía que había vendido su alma al diablo, concediéndole el poder de la metamorfosis para robar.

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