Las leyendas o narraciones de fantasmas en la capital de Hidalgo derivan de historias tradicionales, mismas a las que se añadieron detalles sobrenaturales o fantásticos para generar ese toque de temor que se espera vivir en festividades como el Día de Muertos, cuando aquellas personas que “se adelantaron en el camino” visitan los hogares de sus seres queridos para convivir y compartir el pan, una fiesta milenaria en México.
Estos relatos se transmiten de generación en generación, incluso algunas de ellas añaden detalles y se van mezclando con otras historias con el objetivo de que sean acontecimientos “verídicos”, en cualquier caso son parte de la identidad cultural de los pueblos permitiendo que permanezcan en el imaginario colectivo; Pachuca cuenta con leyendas que forman parte de la identidad de algunos rincones que la componen, causando entre sus habitantes curiosidad y en algunos casos miedo, teniendo mayor presencia un total de tres relatos: El Cerro Del Lobo, El Niño del árbol en el Parque Hidalgo y por supuesto La Bella Airosa, mismos que compartimos con ustedes.
Lamentos del viento enamorado
De acuerdo a los relatos, había una vez una joven que se caracterizaba por su gran belleza, gentileza y solidaridad con las personas de Pachuca; además sentía un gran respeto hacía la naturaleza, así que siempre iba a uno de los cerros que se encontraba cerca de su hogar para observar la vegetación y a los animales que ahí se encontraban, mientras disfrutaba del viento que acariciaba su rostro y jugaba con su pelo.
En aquella época, siglo XVI, la población sufría por las condiciones laborales y la falta de economía para sustentar a sus familias, la joven adolecía al ver a la gente en esas condiciones y de su imposibilidad para ayudarles. Ante tal circunstancia fue al cerro, triste y con lágrimas en sus ojos. El viento al percatarse de su llanto se acercó para consolarla, limpiando sus lágrimas y acariciando su cabello, pues el viento había estado enamorado de ella por su nobleza y belleza. Al caer la noche el viento tenía que irse pero no quería dejarla sola, así que fue con la Luna para que la acompañara y cuidara mientras él no estaba.
La Luna se quedó con la muchacha y curiosa le preguntó por su dolor, ella relata a la Luna lo que sucedía con el pueblo, a lo lejos la Tierra escuchaba la historia de la joven e intervino para ayudarla, le propuso que para salvar a la gente que quería tenía que dar la bondad de su alma y su belleza, convencida acepta la propuesta y esa noche la joven entregó su vida sin dudarlo.
Al siguiente día el Viento regresó y la joven ya no estaba ahí, la busco por todos lados pero no aparecía, desesperado se preguntaba dónde podría estar, la Luna al verlo así decidió contarle lo sucedido con la bella mujer. El viento había estado perdidamente enamorado de ella enloquecido recorrió la ciudad arrasando con todo lo que estuviera en su camino queriendo encontrar a su amada. Por eso se dice que Pachuca tiene la Luna más bonita y en su tiempo fue una de las ciudades con más plata, mientras que aquellos vientos fuertes y fríos son los lamentos del Viento enamorado en busca de su amada.
Una dama en el Cerro del Lobo
En tiempos de luna llena se cuenta que aparece en el Cerro del Lobo una mujer de vestimenta blanca, joven, de piel blanca, cabello castaño, ojos cafés, estatura mediana y en vez de caminar está flotando, divaga por el lugar para seducir y llevarse a los hombres para asesinarlos en lo más lejano.
La leyenda corrió por las cantinas de la ciudad, incluso envalentonó a algunos hombres que iban a la cima del cerro a desafiarla y correrla del lugar, pero siempre terminó este encuentro en tragedia, pues se relata que al día siguiente se encontraban los cuerpos sin vida de estas personas que buscaban a la mujer de blanco. Un día un hombre decidió enfrentarla; se dirigió a la cima del cerro empezó a gritarle para que se apareciera; pues él le propuso que si pasaba el rato con ella y a él le gustaba se iría con ella al infierno; pero si no, ella jamás regresaría a rondar por el lugar. Así que se abrazaron y cayeron juntos al vacío quedando encerrados entre las peñas y aquella mujer ya no pudo salir.
Por ello durante esas épocas de luna llena a lo lejos se escucha el aullido del lobo anunciando que la mujer anda rondando por el cerro y si una mujer se la topa en el camino, ella las acompaña hasta su destino para protegerlas de cualquier peligro, mientras les va contando cómo termina con la vida de los hombres que habían ida a confrontarla.
Un árbol, hogar para menores
Otra de las historias que han perdurado en la capital del estado es la de “Francisquito”, un niño que como todos asistía a la escuela, sin ningún contratiempo. Un día dentro de las actividades que tenían que realizar dentro de su formación fue plantar un árbol, “Francisquito” eligió un pequeño pirul al cual llamó “Pirulito”, esa tarde fue a plantarlo en uno de los jardines del Parque Hidalgo.
Después de la escuela el niño siempre pasaba a visitarlo para regarlo, platicar y jugar con él; con el tiempo el pirul comenzó a crecer, y “Francisquito” había creado una bonita amistad con “Pirulito”. Sin embargo, un día el niño recibió la noticia de que sus padres habían fallecido. “Francisquito” y su hermana pequeña tristes y desconsolados recurrieron al pirul, los lugareños cuentan que el árbol comenzó a hablarles y les ofreció sus ramas como su hogar, ambos niños pasaron la noche acostados y abrazados sobre el árbol. Al siguiente día los niños habían quedado unidos al tronco.
Algunos cuentan que por las noches los pequeños se desprenden del tronco para salir a jugar por todo el parque junto con “Pirulito”, pocos los han visto al caer la noche pero la idea y el suspenso que mantiene el lugar se percibe en todos los corredores que ahí llevan a cabo sus ejercicios nocturnos, pues miran a su alrededor constantemente buscando el árbol adecuado del cual puedan descender estos menores y causarles un susto digno de estas leyendas de la Bella Airosa.