El escritor brasileño Jacques Fux vive una condición marginal, asegura él mismo: forma parte de una lengua, el portugués, que se habla en pocos países, pero además es un judío que vive en Belo Horizonte, donde llegaron aquellos que tenían problemas de salud.
El autor de Antiterapias (Textofilia, 2019) dice: “: me siento como un extranjero en mi propio país, porque toda mi familia vino de Rusia, de Polonia… Soy brasileño, pero tengo influencias de muchas otras partes”.
Un título que no busca ir contra lo que se logra con una terapia, asegura el también matemático —uno de los protagonistas de la Feria Internacional del Libro Judío—, porque con la literatura se puede fantasear y “hacer una verdadera terapia a través de los libros, de la literatura, de la historia judía”.
“Hablo de muchos libros que me constituyeron, que me ayudaron a entender mi circunstancia, sobre todo para tratar de comprender los problemas de la memoria: nosotros olvidamos lo que no queríamos olvidar, recordamos cosas que no pasaron como creíamos. La memoria está en todas las páginas del libro como un dolor y como una felicidad”, a decir de Jacques Fux (1977).
“En todos mis libros busco terapias y antiterapias, porque yo creo que la literatura es un remedio contra la locura”.
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DE LAS MATEMÁTICAS A LA ESCRITURA
Licenciado en matemáticas, maestro en Ciencias de la Computación y doctor en Literatura por la Universidad de Lille, Fux también ha publicado Brochadas: confesiones sexuales de un joven escritor y Meshuga: una novela sobre la locura.