Alberto Lati es periodista deportivo, cuando menos así lo ubica la mayor parte de lectores o televidentes pero, al mismo tiempo, es alguien que ha buscado aprovechar una carrera que ya le permitió vivir en ocho países, además de México, y hacer alrededor de 100 coberturas para entrevistar a personajes al margen del deporte.
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“Siempre con la idea clara de entender qué puede verse en demasiados niveles de lectura o, si se quiere ver así, como una matrioshka que te permite ver diferentes tipos muñecas y a mí me gusta abarcar el círculo completo y, a partir de eso, entender lo que me llevó a 100 genios del balón y ahora a 100 dioses del Olimpo: la precuela de las grandes historias de éxito en el deporte”.
100 dioses del Olimpo. De niños a superhéroes (Plan B, 2020) trae la historia de Simone Biles y su proceso de adopción, Michael Phelps y su odio a la piscina; Usain Bolt negándose a competir por miedo a perder; a Yelena Isinbáyeva deprimida porque su estatura la hizo dejar la gimnasia y hasta María del Rosario Espinoza, cuya pasión por el Taekwondo se inició mientras barría los mismos escenarios donde después sería una estrella.
“¿Qué pasó antes? ¿Cómo empezaron? ¿A qué se sobrepusieron? ¿Qué hubo antes de llegar a esa cima? Son las preguntas que planteo en el volumen, cuya escritura no ha sido sencilla, desde el hecho de tener que pulir esa lista de 100; en ocasiones, contra mi voluntad. Dejé fuera a autores que imaginé serían fijos en la lista, como Vitali Scherbo”.
Una de las principales apuestas de Alberto Lati es mostrar el lado más íntimo, humano si se quiere, de todo estos deportistas, la mayoría de ellos multimedallistas: 50 mujeres y 50 hombres cuidando el equilibrio entre disciplinas y épocas, por lo cual va desde 1886 hasta Río 2016, “aunque no siempre encontraba las historias.
“Se lee cierto mensaje en cada historia, pero lo intenté de la mejor manera en que esto se puede hacer: de forma involuntaria, porque no fue mi intención hacer un libro de autoayuda o con moral. Simplemente busqué contar cómo salieron adelante estas 100 estrellas en Juegos Olímpicos: todos ellos con cuotas de recuperación, de resistencia, de ambición o de tenacidad. No permitieron que la vida los descartara”.
VIDAS DE NOVELA
“Al Olimpo solo se sube con extenuación y resolución, se necesita realizar muchísimo más que los demás (más kilómetros y a más velocidad, más repeticiones en el gimnasio, más brazadas, más sacrificio, más disciplina, más dolor, más ampollas, más todo) para consumar esa escalada”, escribe Alberto Lati en el prólogo del libro.
Las historias recuperadas por el periodista bien podrían formar parte de alguna novela: su infancia llegó a ser tan complicada que, solo unos pocos, llegaron a imaginar que serían adultos exitosos, pero en realidad no “permitieron que la vida los descartara.
“En el camino encontramos múltiples hijos abandonados, muchachos que pasaron por la guerra, que fueron refugiados o desplazados, que cambiaron de país por ser discriminados: niñas y niños que sobrevivieron a lo peor de lo peor, y que finalmente llegaron a cumplir los sueños olímpicos”, a decir de Lati, también autor de títulos como Latitudes. Crónica, viaje y balón o Aquí, Burya.
100 dioses del Olimpo. De niños a superhéroes cuenta con ilustraciones de Barrilete Cósmico, que terminan por ofrecer distintos símbolos para tratar de acercarse desde otra perspectiva a la vida de los deportistas, no necesariamente a partir de sus éxitos, sino de sus propias vidas.
“Hay que entender lo que significa para Simone Biles hacer ejecuciones que nadie pudo hacer, ni siquiera imaginó que las pudiera hacer, después que de pequeña fue dada en adopción, vivió en orfanatos, el abuelo la rescató: se trata de leer y decir: ‘Caray, ¿me quejo de mi realidad?, qué poco he hecho por perseguir las cosas en las que creo. Y ese es un mensaje muy claro que te deja 100 dioses del Olimpo”.
Y ADEMÁS
DEL REMO AL CICLISMO: UNA HISTORIA DE ÉXITO
Rebecca Romero es una atleta británica, de padre español, quien en 2004, en Atenas, fue a competir en remo y conquistó la plata. Estudiaba ciencias aplicadas al deporte, lo que le permitió reconocer que no le alcanzaba para ser oro en Pekín, y aunque en Gran Bretaña le dijeron que no se preocupara, a medio ciclo olímpico se cambió al ciclismo: “Lo que nos mandó un mensaje a todos y no solo para el deporte, sino para la vida”.