Guillermo Arriaga recibió la noticia en un rincón de la frontera norte de México, en Zaragoza, Coahuila, muy cerca de la frontera con Estados Unidos, quizá el mejor ejemplo de que el anuncio lo tomó por sorpresa, aun cuando el territorio le permitiera tener más de cerca algunos de los elementos que pueblan la novela Salvar el fuego, con la que obtuvo el Premio Alfaguara 2020.
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“Es una novela polifónica que narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles. El autor se sirve tanto de una extraordinaria fuerza visual como de la recreación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud. Los distintos planos narrativos tienen como hilo conductor el cuerpo humano, motivo de celebración y expuesto a numerosos excesos”, de acuerdo con el acta del jurado, leída por Juan Villoro en Madrid, España.
Escrita durante cuatro años y medio, la novela de Arriaga fue elegida de manera unánime de entre siete que resultaron finalistas, de 602 que respondieron a la convocatoria, con lo que se hizo acreedor a un monto de 175 mil dólares.
“La novela la escribí sin saber bien de qué trataba, lo que me pasaba en el día lo iba metiendo en el libro y no tenía claro cuál era el final, cómo lo iba a armar. Al final, las piezas embonan, espero que el lector la lea así”, explicó Guillermo Arriaga vía telefónica.
Desde la perspectiva del también guionista y director de cine, más allá de considerarse un contador de historias, para Arriaga el lenguaje es fundamental, todo lo trata de someter a la historia que cuenta y al servicio de los personajes: “Todo lo que refleje la condición humana paradójica la voy armando sobre la marcha, la gran lección que nos dieron Faulkner, Woolf o Juan Rulfo es que la forma en que contamos historias nunca son lineales, siempre vamos de un lado a otro”.
“Trata de ver a México en todas sus dimensiones. Las instituciones han fallado, sobre todo las que imparten justicia. Y en la cárcel, una atmósfera importante de la novela, el individuo queda sometido al capricho de las autoridades, no permiten que pueda tener una vida digna”.
EL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
Guillermo Arriaga reconoce que en Salvar el fuego es una especie de retrato de la realidad que se vive en la actualidad en todo el país, a lo que habría que sumar su propio conocimiento de uno de los territorios más afectados por la violencia y la inseguridad, al que conoce desde que era muy niño.
“Vengo a la frontera unas ocho o 10 veces por años y paso aquí mucho tiempo, donde me he encontrado con la gente más buena que conozco, solidaria y generosa, pero al mismo tiempo, he podido atestiguar el crecimiento del narcotráfico: ando metido en ejidos y en rancherías, lo que me ha permitido conocer el otro México”.
Durante la ceremonia, celebrada en Madrid, España, el escritor, que se encontraba en ese momento en Zaragoza, Coahuila, aseguró que uno de los grandes problemas de toda esa zona del país es que los espacios laborales que empezaron a desaparecer los llenó la migración o el narcotráfico, porque “realmente fue un proceso de degradación que corrió de manera lamentable”.
“Y lo que quiero presentar en la novela es a estos dos Méxicos tan contrastados, donde la protagonista es una coreógrafa que tiene una vida resuelta, al lado de un personaje que viene del otro extremo de la sociedad y me pareció muy interesante ver cómo se juntan los dos extremos”.
Una de las características destacadas por el jurado –conformado por Laura Alcoba y Edurne Portela, el periodista y poeta Antonio Lucas, el librero de La Buena Vida (Madrid), Jesús Rodríguez Trueba, y Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, es el lenguaje recreado por Guillermo Arriaga en la novela, que “termina por ser comprensible para los lectores por el contexto y la narración”, en palabras de Portela.
Guillermo Arriaga destacó que la “ventaja de haber crecido en Iztapalapa —zona ubicada al Oriente de Ciudad de México—, de venir de barrio, y ahora estar en el norte, es que pude juntar las dos formas del lenguaje: inventé palabras, porque sí quise retratar a México a partir de estos lenguajes”.
“Desde el lenguaje de la protagonista, que es de clase alta, al de un hombre que desea ser culto y usa el lenguaje de manera pomposa a una forma de la frontera y de un barrio de Ciudad de México”.
Guionista de Amores perros, una de las películas del cine mexicano más exitosas, por su trabajo en Los tres entierros de Melquiades Estrada, dirigida por Tommy Lee Jones, recibió el premio al mejor guion en Cannes 2005.
Su novela El salvaje ganó el Premio Mazatlán de Literatura 2017 al mejor libro del año.
GANADORES
PONIATOWSKA
En 2001, Elena Poniatowska fue la primera mexicana ganadora del premio con La piel del cielo.
VELASCO
En 2003, Xavier Velasco, colaborador de MILENIO, se llevó la distinción con Diablo guardián.
VOLPI
Jorge Volpi triunfó en 2018 con Una novela criminal, que también se publicó en Francia.